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No es oro todo lo que reluce: guerra civil en el independentismo escocés
¿Quién querría acabar con la líder independentista de un partido que encabeza todas las encuestas ante unos inminentes comicios, con la promesa de un nuevo referéndum secesionista?
Quiero plantearles la siguiente pregunta: ¿Quién querría acabar (políticamente) con la líder independentista de un partido que encabeza todas las encuestas ante unos inminentes comicios, con la promesa de un nuevo referéndum secesionista? La respuesta más obvia sería aquellos que defienden la unión del país. Pero no es el caso.
El gran interesado en cargarse ahora la carrera de Nicola Sturgeon, ministra principal escocesa, es precisamente su predecesor, Alex Salmond, quien ha protagonizado recientemente un escándalo sobre supuestos abusos sexuales. El que en su día fue considerado como el “Braveheart del Siglo XXI”, el que llevó al SNP a casi rozar la secesión escocesa en la histórica consulta de 2014, quiere terminar con la líder que podría conseguir ahora el gran sueño nacionalista, acusándola de haber mentido al parlamento. ¿Qué está pasando realmente dentro del independentismo escocés?
De puertas para fuera, las cosas no pueden ir mejor para el SNP. Los sondeos vaticinan mayoría absoluta para la formación ante los comicios al parlamento de Edimburgo el próximo 6 de mayo. Por primera vez en la historia, las encuestas muestran de manera continuada un apoyo a la secesión. Y, aparte del Brexit (que fue ampliamente rechazado en Escocia), la pandemia también ha impulsado el sentimiento soberanista.
Downing Street solo tiene competencias sanitarias en Inglaterra. El resto de naciones que componen el país (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) han impuesto sus propias reglas. Y los escoceses prefieren tener a Sturgeon liderado la crisis sanitaria antes que a Boris Johnson, cuya popularidad en el norte, es básicamente nula.
Los 'tories' nunca han sido especialmente queridos en Escocia. En su día, Ruth Davidson fue la gran excepción, consiguiendo grandes resultados para la formación. Pero dimitió como líder de los conservadores escoceses por desavenencias con el primer ministro respecto al divorcio con la UE.
Guerra civil
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El SNP está inmerso en una auténtica guerra civil que podría tener importantes consecuencias para la política escocesa. Las divisiones van mucho más allá de la estrategia secesionista. Tras las presiones de los radicales de sus propias filas -con estrechos vínculos con los independentista catalanes-, Sturgeon ya ha presentado una “hoja de ruta” para la celebración de un nuevo plebiscito, pese a la negativa de Londres.
Pero son las cuestiones personales las que han creado ahora dos bandos, enfrentados en una sucia batalla interna que puede acabar golpeando los intereses del partido cual boomerang. En definitiva, el hoyo que no ha conseguido lograr la oposición, lo están cavando los propios independentistas. Cosas de la política.
En marzo de 2020, Salmond fue absuelto de trece delitos sexuales, incluido uno de intento de violación. El jurado popular del Tribunal Superior de Edimburgo acordó declarar al ex político “no culpable” de 12 de los cargos de agresión sexual, mientras dictaminó que otro no había podido ser probado. Salmond siempre defendió su inocencia ante las acusaciones de nueve mujeres que habían dicho ser agredidas sexualmente entre 2008 y 2014, cuando estuvo al frente del SNP y del Gobierno escocés.
Antes del juicio, el Ejecutivo de Edimburgo llevó a cabo una pesquisa interna que estuvo rodeada de polémica. Al que fuera líder del SNP se le acabó indemnizando con 500.000 libras después de que un tribunal dictaminara que se había actuado de manera inapropiada al designar como responsable de la investigación a una persona que tuvo “una implicación previa” en el caso.
Pese a que Salmond y Sturgeon habían sido uña y carne durante una década, a raíz de la polémica, se han convertido en los peores enemigos. Y ahora el parlamento de Edimburgo está llevando a cabo otra investigación, después de que el que fuera líder del SNP haya acusado a su sucesora de engañar a la cámara y violar el código ministerial, mintiendo supuestamente sobre cuando se enteró de las acusaciones.
Sturgeon señaló en su momento que tuvo constancia por primera vez de las denuncias el 2 de abril de 2018 en una reunión privada que ambos mantuvieron en la casa de ella y que no quedó registrada en la agenda oficial. Pero Salmond afirma ahora que la ministra principal escocesa supo antes de los detalles por su ex jefe de gabinete.
La cuestión ahora es que ambos protagonistas deberán comparecer el 9 y el 16 de febrero ante la pesquisa que lleva a cabo el parlamento, una investigación que en última instancia podría provocar la dimisión de la ministra principal. Sí, en el Reino Unido los políticos dimiten. Se han dado casos incluso de diputados que han dejado su escaño por multas de tráfico.
“Salmond está en modo kamikaze. Le da igual ya el partido, la independencia, todo… lo único que quiere es destruir políticamente a Nicola”, señalan a este diario fuentes del círculo secesionista, donde tenían la esperanza de que el ex dirigente del SNP esperara a que hubieran pasado las elecciones de primavera para comenzar la guerra.
Aunque, más allá de la batalla personal con el que en su día fue su mentor, Sturgeon sabe que desde hace largo tiempo su puesto está cuestionado a nivel interno. Tras casi una década como número dos, la líder tomó luego las riendas del partido en 2014 y entre sus filas hay quienes dicen que el Gobierno parece ya cansado y carente de ideas. De ahí que la dirigente secesionista haya metido ahora el acelerador con el referéndum. A ella le hubiera gustado hacer las cosas de otra manera, ir por un proceso más lento y siempre por la vida legal. Pero es consciente de que el tiempo se le acaba.
Sin Sturgeon, ¿se terminarían las opciones de un nuevo referéndum? Desde el círculo secesionista señalan que “la máquina están tan bien montada que seguiría funcionando”. En definitiva, el UKIP era Farage y JuntsxCat es Puigdemont. Pero con el SNP “podría haber vida más allá”.
La cuestión es, ¿quién podría ser el próximo dirigente? Algunos apuntan a Joanna Cherry, cabecilla de los independentistas más radicales y perteneciente al bando de Salmond en la particular guerra civil. Guarda estrechos vínculos con la rama en el Reino Unido de Esquerra Republicana, formación a la que pertenece Sergi Marcén, actual responsable de la delegación del gobierno catalán en Londres. Las buenas relaciones del SNP con ERC también tienen lugar en Bruselas dentro del grupo “Alianza Libre Europea”. Tras el Brexit, el SNP ya no tiene eurodiputados, pero sigue participando en las reuniones y consiguiendo que sus preocupaciones e intereses queden reflejados a través las voces de sus socios.
Con o sin Sturgeon, lo que está claro es que los independentistas están dispuestos a sacar de nuevo las urnas tan pronto como el próximo año
El problema es que Cherry es actual diputada en Westminster. Intentó a finales del año pasado presentarse como candidata para las elecciones clave del próximo mayo. Pero en el último Congreso Anual del SNP de noviembre -llámenlo casualidades o estrategia de Sturgeon- se modificó el reglamento de candidaturas al parlamento escocés, obligando a quienes tienen escaño en Westminster a tener que dejar con anterioridad su puesto para optar a Holyrood. En cualquier caso, Salmond logró sentarse en su día en las dos cámaras por lo que todo podría cambiar.
En definitiva, con o sin Sturgeon, lo que está claro es que los independentistas escoceses están dispuestos a sacar de nuevo las urnas tan pronto como el próximo año, aunque en esta ocasión no haya consenso con el Gobierno central. Que consigan luego la secesión es otra historia. Lo que parece que los políticos no acaban de entender es que las batallas internas siempre acaban favoreciendo a la oposición.
Quiero plantearles la siguiente pregunta: ¿Quién querría acabar (políticamente) con la líder independentista de un partido que encabeza todas las encuestas ante unos inminentes comicios, con la promesa de un nuevo referéndum secesionista? La respuesta más obvia sería aquellos que defienden la unión del país. Pero no es el caso.
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