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La gran apuesta de Boris: abrir la sociedad en plena subida de la ola
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Celia Maza (La Isla)

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La gran apuesta de Boris: abrir la sociedad en plena subida de la ola

Quitará restricciones en plena explosión de contagios. Defiende su estrategia con unas cifras clave. Pero no deja de ser una apuesta, con todas las vidas que eso supone

Foto: Boris Johnson, en rueda de prensa. (Reuters)
Boris Johnson, en rueda de prensa. (Reuters)
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Desde que comenzó la pandemia, Boris Johnson ha recurrido a metáforas militares. Y la prensa británica le ha seguido, rescatando discursos de su gran héroe Winston Churchill. “Esto no es el final, ni siquiera el principio del fin, pero quizá sea el final del principio”, recalcaban recientemente, rememorando las palabras del que fuera primer ministro en 1942, tras la victoria aliada de El Alamein contra los nazis.

El problema es que esto no es una guerra y el coronavirus no se rinde. Es más, está llegando a un acuerdo con nosotros. “Debemos aprender a vivir con él”, es la frase que cada vez repiten más los expertos. Y mientras esta siga siendo la pauta, seguirá muriendo gente.

placeholder Varias personas pasean por el centro de Londres. (Reuters)
Varias personas pasean por el centro de Londres. (Reuters)

Johnson lo ha asumido esta semana cuando ha anunciado el final de todas las restricciones sociales para el próximo 19 de julio, cuando el uso de mascarilla dejará además de ser obligatorio en sitios cerrados, porque ni siquiera en los momentos más críticos ha sido imperativa en la calle. Mientras Cataluña cierra el ocio nocturno a partir de este fin de semana, Inglaterra se dispone a reabrir discotecas y conciertos. Se trata del 'día de la libertad'. Pero eso es muy distinto al día de la victoria. Porque los casos siguen subiendo. Según las propias estimaciones del Gobierno, podrían llegar a los 100.000 diarios en verano.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson (Reuters)

Si estuviéramos con la cepa original de Wuhan o con la variante británica, todo sería distinto. Pero la variante india cambia por completo las reglas de juego. Los contagios se están duplicando cada 10 días. Por lo tanto, lo que muchos no entienden —entre ellos, oposición y sindicatos del sector transporte— es que se abra la sociedad justo cuando estamos ya de lleno en una nueva gran ola.

La realidad es que el Gobierno es plenamente consciente de que esto no es una guerra, sino una gran apuesta. Y como tal, en lugar de estrategias militares, juega con números y estadísticas, consciente de que a veces se gana… y a veces se pierde. Con todas las vidas que eso supone en un contexto como este.

El número con que jugaba este lunes Downing Street era el 27.000, que respondía a los casos registrados ese día. Se trata del doble respecto a los 10 días anteriores y la mitad de los previstos para el 19 de julio, cuando se culmine el desconfinamiento.

Foto: versus-coronavirus-variante-delta-desescalada-espanola

Aunque había otras tres cifras en el tablero que, según Johnson, explican por qué la apertura puede ser tolerada. Pese a los 27.000 contagios, el número de hospitalizaciones este lunes era 'solo' de 358. A finales de diciembre, cuando el número de casos era el mismo, las hospitalizaciones llegaron a 2.200. Por otra parte, el número de muertes registradas era 'solo' de nueve.

En el peor pico de la pandemia, más de uno de cada 10 casos registrados terminaba en el hospital. Hoy, es menos de uno de cada 50

En el peor pico de la pandemia, más de uno de cada 10 casos registrados terminaba en el hospital. Hoy, es menos de uno de cada 50. Eso significa que el programa de vacunación —el 86% de la población adulta ha recibido ya la primera dosis y el 65% cuenta con la pauta completa— está funcionando. No se ha roto el vínculo entre casos —hospitalizaciones— y muertes, pero sí se ha “debilitado” lo suficiente como para animar al Ejecutivo a dar el paso definitivo.

Downing Street nunca ha revelado explícitamente su estrategia contra la pandemia, pero toda su hoja de ruta ha seguido siempre la misma pauta: no saturar el sistema nacional de salud pública. Al igual que muchos otros líderes mundiales, la línea roja que Johnson no estaba dispuesto a cruzar era aquella en la que la gente llegara a los hospitales sin poder respirar, y que no hubiera forma de tratarla.

Foto: Tania, Miguel y Marina, tres españoles que trabajan en hospitales de Reino Unido.

Claro que también hay otros números a tener en cuenta. El Ejecutivo ha respaldado económicamente los negocios con cerca de 93.500 millones de euros con préstamos de emergencia estatales. Solo en apoyo a los ERTE se han destinado 67.000 millones de euros (cuando estas ayudas lleguen a su fin en octubre, se calcula que hasta 350.000 jóvenes de entre 19 y 24 años podrían perder sus trabajos y quedar marcados por la recesión en los años venideros).

Teniendo todos estos datos sobre el tablero, el Ejecutivo ha decidido jugárselo todo a una fecha: el 19 de julio. “Es ahora o nunca”, dice Johnson. Las autoridades creen —solo creen— que es el momento de poder abrir de forma segura y comenzar a dar el oxígeno que también necesita la economía. Con el verano, las temperaturas más cálidas y los niños sin colegios, se presenta una oportunidad. “Si no es ahora, ¿cuándo?”, se pregunta el 'premier'.

placeholder El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. (Reuters)
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. (Reuters)

En cualquier caso, por mucho que sea una apuesta razonada, no deja de ser una apuesta. Y ni el Gobierno ni el grupo de científicos que lo asesoran tienen ahora la completa certeza de que vayan a ganar.

Lo que ya cuesta más entender es que el uso de mascarilla deje de ser obligatorio. Cual populista, Johnson siempre ha seguido muy de cerca las encuestas de opinión. Pero en este caso, según la última realizada esta semana por YouGov, el 71% de los británicos creía que debía seguir utilizándose en transporte público, y el 66%, en tiendas y en algunos lugares públicos cerrados.

Foto: Boris Johnson, el primer ministro británico, frente a un gigante muñeco hinchable que lo representa. (Reuters)

Los humanos piensan linealmente, pero las enfermedades no. Y en un sistema que crece exponencialmente, cada pequeña incertidumbre (en qué grupo demográfico se mueve el virus, cuántos contactos tiene cada persona, quiénes son esos contactos) puede tener un efecto descomunal.

Nadie tiene ahora la plena seguridad de que esta nueva ola sea lo suficientemente grande como para que la actual proporción de contagios (uno en 50) se acabe convirtiendo en sí misma en un gran número. Nadie sabe si la tasa de hospitalización crecerá a medida que los contagios encuentren un camino a través del muro de la inmunidad, pasando de los jóvenes a los ancianos o a las muchas personas de riesgo para quienes el día de la libertad supone todo lo contrario.

El mes pasado, los científicos pidieron a Downing Street que aplazara el desconfinamiento. Y Johnson siguió instrucciones de los expertos. Pero ahora ni científicos ni Gobierno tienen la plena seguridad de que vayan a ganar. Es la gran apuesta. Y como tal, a veces se gana y otras se pierde. El 'ahora o nunca' se puede convertir en un 'todo o nada'.

Desde que comenzó la pandemia, Boris Johnson ha recurrido a metáforas militares. Y la prensa británica le ha seguido, rescatando discursos de su gran héroe Winston Churchill. “Esto no es el final, ni siquiera el principio del fin, pero quizá sea el final del principio”, recalcaban recientemente, rememorando las palabras del que fuera primer ministro en 1942, tras la victoria aliada de El Alamein contra los nazis.

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