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China y su 'nido de espías' de 65.000 metros cuadrados frente a la Torre de Londres
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Celia Maza (La Isla)

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China y su 'nido de espías' de 65.000 metros cuadrados frente a la Torre de Londres

Pekín prepara la embajada más grande del mundo para averiguar si el Reino Unido es el motor para detener su expansión o si, separado de la UE, es el eslabón débil de Occidente

Foto: Un ciudadano camina frente al Tower Bridge de Londres. (Reuters/Toby Melville)
Un ciudadano camina frente al Tower Bridge de Londres. (Reuters/Toby Melville)
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Liu Xiaoming, el que fuera embajador chino en el Reino Unido hasta el año pasado, siempre dijo que las embajadas eran “la cara de un país”. De ahí que al régimen de Xi Jinping ya no le sea suficiente el gran edificio que tiene en el céntrico y exclusivo barrio de Marylebone. La nueva era pide un paso más. Hay que reflejar la influencia actual del gigante asiático en el mundo. Por lo tanto, China quiere tener ahora su propia fortaleza frente a la mismísima Torre de Londres.

Pekín ha comprado la antigua Casa de la Moneda para construir la que será una de las embajadas más grandes del mundo. Se trata de 65.000 metros cuadrados (en comparación con los 46.500 m² del búnker recién estrenado en la capital británica por los Estados Unidos) para los que desembolsará aproximadamente 750 millones de libras.

Foto: Enrique Villarino.
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Los planes —a la espera de la aprobación final de planificación— no han sentado demasiado bien en el barrio de Tower Hamlets, uno con la mayor población musulmana del Reino Unido. Tener como vecino a un régimen al que acusan de genocidio ante los musulmanes uigures no está especialmente bien visto y las autoridades locales están considerando poner ahora a las calles y edificios cercanos los nombres de 'Tiananmen Square', 'Uyghur Court', 'Hong Kong Road' o 'Tibet Hill' para reafirmar el “apoyo a la libertad y la diversidad de nuestro distrito”.

Después de que un informe oficial haya advertido de las manifestaciones masivas que se avecinan e incluso posibles amenazas terroristas ante la futura delegación, China ha apelado a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, exigiendo a Downing Street que “cumpla con sus obligaciones bajo el derecho internacional” para que proteja la embajada cuando sea oportuno.

Pero vayamos al 'quid' de la cuestión. ¿Qué está buscando exactamente Pekín en Londres? Su nueva fortaleza, a pocos metros del emblemático Tower Bridge, no es precisamente un símbolo de la buena sintonía que existe entre ambos países. Lejos de ser un aliado fiel, el Reino Unido —miembro de la alianza en inteligencia contra China Five Eyes— se ha convertido más bien en un objeto de profundas sospechas para el gigante asiático. Sobre todo, después de firmar el Aukus, el nuevo acuerdo de Defensa en Asia Pacífico junto con Estados Unidos y Australia para dotar a Canberra de submarinos de propulsión nuclear y compartir información sobre ciberseguridad.

La era dorada que David Cameron quiso iniciar invitando a Xi Jinping a una cerveza en el pub local cerca de Chequers es ya un vago recuerdo del pasado. Lo que realmente quiere averiguar ahora Pekín es si el Reino Unido se está convirtiendo en el motor de varias coaliciones que buscan construir muros alrededor de China o si, separado de la Unión Europea, es de hecho el eslabón débil de Occidente.

Y para su misión, tal y como explicaba recientemente Roger Boyes, editor diplomático de The Times, va a convertir ahora su nueva embajada en un gran nido de espías. “Es como si las intrusiones cibernéticas persistentes de las últimas décadas hubieran recibido una forma pública concreta y diseñada con buen gusto [del arquitecto David Chipperfield, nada menos]”, señalaba el experto.

Uno de las cuestiones que más preocupa a China es que, para cuando se espera hayan terminado las obras (pueden llevar un par de años), decenas de miles de hongkoneses habrán hecho uso de sus pasaportes nacionales británicos (en el extranjero) para establecerse en el Reino Unido. Y el temor es que estos ciudadanos, exprimidos por la represión política de la antigua colonia se conviertan en la plataforma para una oposición en el exilio.

Foto: Un hombre sostiene un ejemplar de 'Apple Daily' en Hong Kong. (Reuters)

En Westminster, Pekín cuenta con un influyente 'lobby' denominado All Party Parliamentary China Group (APPCG), pero también es consciente de otros importantes grupos de diputados —el China Research Group, formado por conservadores, y el Inter-Parliamentary Alliance on China, con representantes de todas las formaciones— que quieren marcar distancias y en 2020 ya forzaron a Boris Johnson a dar volantazo con Huawei, prohibiendo cualquier acceso de la compañía a la red 5G del Reino Unido, con el objetivo de eliminarla completamente de toda su infraestructura existente para 2027.

En cualquier caso, es complejo definir la estrategia de Downing Street hacía Pekín. El 'premier' sigue con su enfoque híbrido de rivalidad y cooperación. Un "no me fio de ti, pero al mismo tiempo te necesito". A nivel comercial, Reino Unido necesita desesperadamente a China, sobre todo después de su salida de la UE. Y considera además que las crisis globales como el cambio climático no se pueden resolver sin el gigante asiático. El problema, por tanto, no es que China esté comprando propiedades en el Reino Unido. Se trata de la forma en la que está utilizando sus misiones diplomáticas en los Estados de los Five Eyes (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) para operar una guerra en la sombra.

Foto: Aviones militares de EEUU durante un ejercicio con Japón y Corea del Sur. (EFE)

Estados Unidos cerró el consulado de China en Houston el verano pasado porque, según el Departamento de Estado, “era un centro de espionaje y robo de propiedad intelectual”. A los diplomáticos se les dio 72 horas para irse y pasaron la mayor parte del tiempo quemando documentos y destrozando discos duros. Dos agentes chinos, con cobertura diplomática, condujeron alrededor de un centro de entrenamiento de los Navy Seals en Norfolk, Virginia, hasta que los detuvo unos camiones de bomberos. Ellos también fueron expulsados. La suposición era que estaban probando la seguridad antes de la llegada de un operativo chino más experimentado.

Por su parte, en Canadá está la Operación Fox Hunt: los agentes chinos que afirman rastrear a los empresarios corruptos han estado presionando a las comunidades étnicas chinas de este país, acosándolas para que trabajen para los servicios de inteligencia.

Y en Adelaida, en el sur de Australia, se ha abierto un enorme nuevo consulado. Está rodeado por muros de tres metros de altura repletos de focos, sensores de movimiento y sofisticadas cámaras de vigilancia. La suposición de los políticos australianos es que su verdadero propósito es espiar el astillero naval cercano donde se están construyendo barcos y submarinos para contrarrestar la militarización del Mar de China Meridional por parte de China. Los políticos australianos están pidiendo que se cierre. Quizás en un futuro, en el Reino Unido ocurra lo mismo con la gigantesca embajada. Aunque, para entonces, el nido de espías será ya demasiado grande.

Liu Xiaoming, el que fuera embajador chino en el Reino Unido hasta el año pasado, siempre dijo que las embajadas eran “la cara de un país”. De ahí que al régimen de Xi Jinping ya no le sea suficiente el gran edificio que tiene en el céntrico y exclusivo barrio de Marylebone. La nueva era pide un paso más. Hay que reflejar la influencia actual del gigante asiático en el mundo. Por lo tanto, China quiere tener ahora su propia fortaleza frente a la mismísima Torre de Londres.

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