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'Operación salvar al gran perro': el plan de Boris para no perder el pellejo
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Celia Maza (La Isla)

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'Operación salvar al gran perro': el plan de Boris para no perder el pellejo

El 'premier' elabora una estrategia para intentar sobrevivir al escándalo del 'partygate', pero su futuro es más incierto que nunca

Foto: Boris Johnson corriendo por St. Jame's Park en Londres en medio de la crisis del 'partygate'. (Reuters/Hannah McKay)
Boris Johnson corriendo por St. Jame's Park en Londres en medio de la crisis del 'partygate'. (Reuters/Hannah McKay)

Tecnicismos y política. Los mandatarios siempre acuden a ellos cuando se ven con el agua al cuello de verdad. Y la justificación de Boris Johnson sobre su asistencia a una fiesta en Downing Street en pleno confinamiento “creyendo que era una reunión de trabajo” demuestra hasta qué punto se está ahogando. No se escuchaba algo así desde que Clinton explicara que lo que ocurrió entre él y Monica Lewinsky no constituía “relaciones sexuales”.

¿Qué imagen transmite el primer ministro sobre el ambiente laboral de su residencia oficial? Pese a las restricciones sociales, se demuestra ahora que ha existido una cultura del 'todo vale'. Escondida en la esquina de la oficina de prensa, dentro del Número 10, hay una nevera para el vino. La máquina, comprada por el propio personal por alrededor de 200 libras, puede mantener hasta 34 botellas a 5 °C. Se instaló a principios de diciembre de 2020 y se convirtió en estandarte de lo que los trabajadores conocían como “el vino de los viernes”, un ritual que no se canceló durante los periodos en los que los británicos se quedaron sin vida social por el covid-19.

Foto: Las portadas de la prensa británica tras las disculpas de Johnson. (EFE/Andy Rain)

Tras la jornada laboral de final de semana, estas sesiones se podían alargar hasta las tres de la madrugada, dejando escenas grotescas. Fuentes bien informadas aseguran ahora a los medios que la gente “dormía la resaca en los sofás y, por la mañana, había bebidas vacías en las mesas que los limpiadores tenían que recoger”. La rumorología asegura que a Sue Gray —al frente ahora de la investigación interna del escándalo del 'partygate'— le preocupa que el personal de Downing Street no le esté contando toda la verdad. Está interrogando a trabajadores, asesores y al mismísimo Boris para esclarecer los diferentes eventos que se llevaron a cabo durante la pandemia.

El informe que salga de la investigación será oficial y Gray tiene reputación de ser dura e insobornable. Pero, al fin y al cabo, es una empleada del Gobierno —es la segunda secretaria permanente de la Oficina del Gabinete—, no un árbitro independiente. Las conclusiones de la pesquisa podrían conocerse a finales de esta semana o principios de la siguiente. Figuras de alto nivel en Downing Street se consuelan con el hecho de que, de momento, no ha encontrado ninguna evidencia de acto criminal. Si así fuera, tendría que suspender su labor y notificarlo a Scotland Yard.

Foto: Boris Johnson, junto a su esposa, Carrie. (Reuters/Toby Melville)

En cualquier caso, existe preocupación sobre cualquier juicio que haga sobre la defensa central a la que se agarra ahora Boris, asegurando que él no estaba al tanto de lo que estaba sucediendo a su alrededor (pese a ser el primer ministro y el inquilino de la vivienda) y que, por tanto, nunca mintió a la Cámara de los Comunes al decir que no se habían roto las reglas. Desde el Número 10, se niegan ahora las informaciones que aseguran que hubo avisos previos, alertando de que la famosa convocatoria del 20 de mayo de 2020 para disfrutar con alcohol “del buen tiempo” podría violar las restricciones.

Dominic Cummings, el que fuera todopoderoso asesor del 'premier' convertido ahora en su peor enemigo, asegura que Boris era perfectamente conocedor de las celebraciones y que ha mentido descaradamente al Parlamento, una razón de peso para forzar su salida. En una entrevista este miércoles con la BBC con la que intentaba mostrar su apoyo público al líder 'tory', el propio viceprimer ministro Dominic Raab ha acabado reconociendo que si se demuestra que un primer ministro ha mentido a la Cámara de los Comunes “normalmente” es motivo de dimisión.

Muchos diputados están esperando las conclusiones de esta investigación para decidir si mandan o no carta al 'Comité 1922' —que agrupa a los diputados conservadores sin cartera— pidiendo una moción de censura contra Johnson. Si se llega a las 54 misivas, se activa este mecanismo. Hasta el momento, se desconoce cuántas ha recibido el presidente de ese comité, Graham Brady. La prensa especula que podrían ser hasta 35, aunque solo han sido seis 'tories' los que han pedido públicamente la dimisión del líder.

El plan de Boris

Johnson está ahora sin popularidad en la calle, sin autoridad en gran parte de sus propias filas y sin apoyo de la prensa más afín. No es un escenario que, 'a priori', garantice a corto plazo la supervivencia de ningún mandatario. Pero él se aferra al poder con los dientes y ha elaborado un plan para intentar garantizar su supervivencia. Y ahí es donde aparece la 'operación salvar al gran perro', que básicamente consiste en culpar a sus asesores de todos sus males y hacer una gran limpia dentro de Downing Street. Nadie se explica cómo es posible que, Martin Reynolds, su secretario personal y responsable de la famosa invitación para el evento de mayo de 2020, siga manteniendo su puesto.

Por otra parte, vendría la denominada 'operación carne roja', con la que Boris anunciará una batería de medidas populistas con la esperanza de desviar la atención. Entre ellas: prohibir el consumo de alcohol en Downing Street, congelar durante dos años la tasa que se cobra a los ciudadanos para financiar la BBC, poner al Ejército al frente de la lucha contra la inmigración irregular en el canal de la Mancha, agilizar los atascos en la sanidad pública y levantar las actuales restricciones contra el covid-19 el próximo 26 de enero.

No está muy claro que vayan a surtir efecto. Entre los pasillos de Westminster se dice que la situación “pinta realmente mal” aunque el 'premier' tiene aún un 40% de posibilidades de sobrevivir. En los momentos más críticos de Theresa May, su popularidad neta cayó a números negativos y llegó al -49. La de Boris está ahora en -52. Muchos diputados sin cartera —sobre todo los del Muro Rojo del norte de Inglaterra— ven ya al líder como una figura tóxica. Sin embargo, aunque el ánimo entre los ministros es bastante “desesperado”, no existe aún una estrategia conjunta para deshacerse de él como ocurriera en las discusiones periódicas durante los peores días del mandato de May.

Los tiempos políticos, en definitiva, son muy diferentes. Antes, básicamente todo era Brexit. Ahora, el escenario es más complejo: pandemia, inflación, subida de impuestos, subida de los precios de la luz… Hay quienes piden tres meses de margen para ver si Boris puede enmendar sus errores. Otros consideran que ya cumplió su misión (el Brexit) y ahora está acabado, por lo que, si no le van a presentar como candidato a las próximas elecciones, cuanto antes se le quite, mejor. El futuro del 'gran perro' nunca antes había sido tan incierto.

Tecnicismos y política. Los mandatarios siempre acuden a ellos cuando se ven con el agua al cuello de verdad. Y la justificación de Boris Johnson sobre su asistencia a una fiesta en Downing Street en pleno confinamiento “creyendo que era una reunión de trabajo” demuestra hasta qué punto se está ahogando. No se escuchaba algo así desde que Clinton explicara que lo que ocurrió entre él y Monica Lewinsky no constituía “relaciones sexuales”.

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