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Si está pensando en dimitir y tiene 50 años, hoy es su día: 31 de enero, feliz Quitters Day
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Celia Maza (La Isla)

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Si está pensando en dimitir y tiene 50 años, hoy es su día: 31 de enero, feliz Quitters Day

El 31 de enero es el Quitters Day, Aunque en Reino Unido se ha rebautizado ya como la 'Gran Renuncia', porque los británicos están abandonando sus puestos a un ritmo no visto desde 2009

Foto: Una tienda cerrada en Londres este 27 de enero (Reuters/Toby Melville)
Una tienda cerrada en Londres este 27 de enero (Reuters/Toby Melville)

Querido lector: Si ha cumplido usted los 50 años y necesita un cambio laboral, no crea que está atravesando la “crisis de la mediana edad”. Lo que usted tiene es una “claridad de la mediana edad”. Y si va a presentar su carta de dimisión, hágalo este lunes. No es que le vaya asegurar buena suerte. Lamentablemente, no le puedo garantizar eso. Pero históricamente, el 31 de enero es el día en que la mayoría de las personas renuncia a sus trabajos. Se trata del “Quitters Day”. Aunque en Reino Unido se le ha rebautizado ya como “La Gran Renuncia” porque los británicos están abandonando sus puestos a un ritmo no visto desde 2009. El fenómeno ya se vivió en verano en los Estados Unidos.

La pandemia tiene un gran protagonismo. Se podría mirar desde la parte más romántica: el covid nos ha venido a recordar que la vida es demasiado corta. Pero la realidad es que el confinamiento ha llevado a muchos al límite porque trabajar desde casa se convirtió en un calvario: jornadas eternas y disponibilidad 24 horas en WhatsApp (esa herramienta que prometía inmediatez, pero nos ha terminado convirtiendo en esclavos). Los que antes corrían maratones se quejan ahora de que no podían siquiera sacar a pasear al perro.

Foto: Trabajadores de Kellogg's en huelga. (Reuters)

A finales del año pasado, según una encuesta realizada por la empresa Juno, tres cuartas partes de los trabajadores de Reino Unido estaban considerando dejar sus puestos o cambiar sus carreras debido al “agotamiento”, la falta de “equilibrio entre el trabajo y la vida personal” y “un ambiente laboral tóxico”.

Uno de los grupos demográficos más deseosos de cambio es precisamente el de los mayores de 50 años. En septiembre, Tony Wilson, director del Instituto de Estudios Laborales, estimó que había alrededor de un millón de trabajadores menos que antes de la pandemia y que aproximadamente el 50% de ellos tenían más de 50 años.

Según la psicóloga clínica Michaela Thomas, esto no es una coincidencia. “La gente habla de la crisis de la mediana edad, pero creo que es más útil pensar en ella como la claridad de la mediana edad”, aseguraba recientemente a The Telegraph. “Llegas a un punto en el que reflexionas sobre lo que importa, sobre lo que es significativo, y hay menos presión para estar a la altura de las expectativas de otras personas”, añade.

Foto: Foto: iStock Opinión
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Se trata de una edad en la que, normalmente, ya no hay hijos pequeños y se ha pagado la hipoteca por lo que uno tiene oportunidad de correr más riesgos. Con la edad de jubilación disparada y una esperanza de vida cada vez más alta, son cada vez más los que se niegan a pasar más décadas en puestos que o bien ya no les llenan o bien les estresan a niveles no saludables. Por lo tanto, se atreven a dar el salto.

Aunque los expertos también matizan que el agotamiento no siempre tiene que ver con el ambiente de la oficina. En muchas ocasiones, se debe a la presión que uno se autoimpone, lo que se denomina “la maldición del ganador”. En definitiva, cuando uno está acostumbrado a ser un triunfador, se pone cada vez el listón más alto, valorándose únicamente según el último logro conseguido. Y el fracaso lleva a la perdición.

Asimismo, los más responsables tienden a estar peor valorados por los superiores. Se espera de ellos que todo lo hagan bien y a tiempo. Es a lo que han acostumbrado a sus jefes. Cuando la excepcionalidad es la rutina, el mínimo fallo se magnifica “porque no es lo normal”. Mientras que el logro puntual del compañero que ofrece mínimos, se considera motivo de celebración.

Semana laboral de cuatro días

Por lo tanto, si cambiar de trabajo en muchos casos no evita el agotamiento, ¿qué es lo que puede conseguirlo? ¿Cómo se puede llegar a un equilibrio? La solución podría pasar por tener una semana laboral de cuatro días.

No es coincidencia que, con los empleadores de todo Reino Unido desesperados por conservar y contratar personal ante la escasez de mano de obra (en muchos casos provocada por el Brexit), 30 empresas hayan decidido participar en el estudio que están elaborando las universidades de Cambridge y Oxford. Durante seis meses, los trabajadores acudirán a sus puestos cuatro días a la semana (sin reducción de salario) y tendrán tres de descanso.

Foto: El primer ministro Boris Johnson. (Reuters)

Fue el empresario estadounidense Henry Ford quien en la década de 1920 decidió cambiar el modelo en sus fábricas de una semana de seis días y 48 horas a un modelo de 40 horas y cinco días. Consideró que así se permitiría a los trabajadores descansar adecuadamente, por lo que se reducirían los accidentes y lesiones y se les daría más tiempo para gastar su dinero durante la Gran Depresión.

Algo similar sucedió una década después en la fábrica de Nottingham del británico John Boot. Para aumentar la eficiencia, cambió a un modelo de cinco días sin reducción de salario. Los trabajadores aparecieron renovados y la línea de producción funcionó como un sueño.

A ambos lados del Atlántico se instauró, por tanto, una nueva semana laboral: la de lunes a viernes de 9 a 5. Pero después de un siglo de que la fórmula haya funcionado relativamente sin problemas, muchos consideran que es el momento de un cambio.

¿Sueño nórdico?

El verano pasado, ya se realizaron experimentos de este tipo en Islandia generando grandes titulares sobre “éxito abrumador”. Y para algunos realmente lo fue: el 86% ciento de los empleados islandeses ahora trabajan semanas más cortas o tienen derecho a pedirlo, pero como suele ocurrir con las utopías nórdicas, el diablo está en los detalles.

En primer lugar, solo participó el 1% de la población activa. En segundo, se trataba más de administrar las horas, en lugar de específicamente de una semana de cuatro días y resultó en una reducción de solo 35 minutos a la semana en el sector privado y 65 en el sector público. Y en tercer lugar, el gobierno islandés ahora tiene que contratar más trabajadores de la salud a un costo anual de alrededor de 29 millones de euros para mantener los hospitales funcionando las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

En definitiva, de momento, no hay una fórmula mágica pero lo que es un hecho es que mientras que antes las personas solían tener trabajos de por vida y estaban en las mismas empresas durante 40 años, incluso si las odiaban, hoy por hoy, tanto los de 30 como los de 50 años (estos últimos más si cabe) no tienen reparos en dar un cambio si consideran que están sin tiempo o energía. Por lo tanto, querido lector, si es usted uno de los que hoy entregará su carta de dimisión, ¡feliz 'Quitters Day'!

Querido lector: Si ha cumplido usted los 50 años y necesita un cambio laboral, no crea que está atravesando la “crisis de la mediana edad”. Lo que usted tiene es una “claridad de la mediana edad”. Y si va a presentar su carta de dimisión, hágalo este lunes. No es que le vaya asegurar buena suerte. Lamentablemente, no le puedo garantizar eso. Pero históricamente, el 31 de enero es el día en que la mayoría de las personas renuncia a sus trabajos. Se trata del “Quitters Day”. Aunque en Reino Unido se le ha rebautizado ya como “La Gran Renuncia” porque los británicos están abandonando sus puestos a un ritmo no visto desde 2009. El fenómeno ya se vivió en verano en los Estados Unidos.

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