26 días: el flanco débil de Kamala Harris

Quizá algún día se descubra todo lo que ocurrió antes de la bajada de Biden de la carrera electoral, puede que entonces sepamos el papel jugado por los principales actores del aparato. Es un enigma. Y es seguro que, desde entonces, el partido demócrata viene desarrollando un gran trabajo electoral. Harris tenía bajos, muy bajos índices de valoración cuando fue designada sin oposición. Pero los suyos están siendo capaces de convertirla en una candidata suficientemente atractiva.

El éxito se debe en parte en el estrecho foco mediático que le concedió Biden durante su mandato, eso le ha permitido llegar con una imagen no muy quemada y bastante poco fijada. Los atributos de su imagen no estaban fijados. Y eso ha permitido a su equipo trabajar prácticamente desde cero, como si fuese una recién llegada.

Resulta llamativo que los republicanos hayan desperdiciado la oportunidad de atacar a Harris en su flanco más débil. Ella no es nueva y hay bastantes puntos de la gestión de Biden que generan rechazo entre la población (economía, inmigración, política exterior…). Los números demuestran que se dan las condiciones para asociar a Kamala a lo peor de todo lo hecho en los últimos cuatro años y, como consecuencia, a erosionarla el atributo de novedad que los demócratas están instalando.

En unas elecciones tan disputadas como estas, siempre se acaban pagando las ocasiones desaprovechadas. El hecho de que casi 6 de cada 10 norteamericanos la consideren culpable de los errores de Biden ofrece una palanca perfecta para desmovilizar a los votantes del Partido Demócrata y otra para disuadir a los independientes que estén valorándola como opción. Quizá sea demasiado tarde para que los de Trump den esa batalla, o a lo mejor no, podría haber un contragolpe.