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15 días. Los bulos de Trump están funcionando
En esta campaña electoral, sus mensajes menos basados en hechos reales se concentran sobre todo en la inmigración
Si algo tiene, el candidato republicano es una enorme capacidad de dominar la conversación nacional. Habrá quien considere que ese logro recurrente no tiene demasiado método porque se sostiene en el terreno de las barbaridades. Pero si nos salimos de lo moral, si nos centramos en lo estrictamente político, no tardaremos en llegar a la conclusión de que, ocho años más tarde, los demócratas siguen sin haber encontrado el antídoto.
En esta campaña electoral, sus mensajes menos basados en hechos reales se concentran sobre todo en la inmigración que, como señalamos en su momento, es el principal resorte de voto de esta competición. Viene repitiéndolos de manera constante, renovándolos. El más comentado ha sido el de los inmigrantes haitianos que comen mascotas. ¿Cuántos norteamericanos creen que esto puede ser probable o definitivamente cierto? Prácticamente la mitad.
Resulta increíble que casi la mitad de los votantes republicanos puedan darle verosimilitud a un mensaje como este. Hablamos de la mitad más radical. Por lo tanto, la más propensa a expresarse en los círculos sociales y en las redes digitales. Con ese volumen de creyentes dispuestos a difundir algo así, solo puede calificarse ese mensaje como un éxito objetivo que, con toda seguridad, llegará hasta el mismo día de las urnas.
Una vez que consigue un nivel de respaldo así, otros bulos menos groseros puede alcanzar una resonancia todavía mayor. Tomemos, por ejemplo, la idea de que los inmigrantes ilegales son los culpables de la escasez de vivienda.
Una explicación sencilla — y falsa — para un problema complejo frente al que tu rival es políticamente culpable e inoperante y que, además, resulta creíble para casi 9 de cada 10 votantes de tu partido.
¿Otra? Hace unos días hubo un huracán que concentró toda la atención de la opinión pública. Mientras el gobierno y los demócratas orientaron toda la comunicación a extender el principio de prudencia, Trump emitió otro mensaje que volvió a monopolizar la conversación sobre la actualidad: las ayudas públicas tras el desastre no irán a los afectados, sino a los inmigrantes ilegales.
¿Resultado? Ocho de cada 10 electores republicanos asintieron y, muchos de ellos, difundieron el bulo.
Si algo tiene, el candidato republicano es una enorme capacidad de dominar la conversación nacional. Habrá quien considere que ese logro recurrente no tiene demasiado método porque se sostiene en el terreno de las barbaridades. Pero si nos salimos de lo moral, si nos centramos en lo estrictamente político, no tardaremos en llegar a la conclusión de que, ocho años más tarde, los demócratas siguen sin haber encontrado el antídoto.