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Un reino reservado para enanos
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Ángel Villarino

Historias de Asia

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Un reino reservado para enanos

En medio a las montañas de Yunnan, en el suroeste de China, se construye un extravagante reino en el que tan sólo pueden vivir aquellos que

En medio a las montañas de Yunnan, en el suroeste de China, se construye un extravagante reino en el que tan sólo pueden vivir aquellos que miden menos de un metro y treinta centímetros. Alrededor de un castillo de plástico, entre diminutas casas con forma de seta, se agrupan ya más de cien enanos llegados de casi todas las regiones del país. La idea no es aislarlos, sino todo lo contrario: desde que sale el sol hasta que cae la tarde, el lugar está abierto al turismo.

Detrás del enorme cartel que delimita la entrada al reino se extiende esta iniciativa privada que ha sido bien acogida por las autoridades chinas, por los medios de comunicación, por las asociaciones de minusválidos y, lo que es más importante, por todos sus protagonistas. Explotar su minusvalía y convertirla en un negocio es algo que sólo parece escandalizar a algunos extranjeros. Los promotores se imaginan un futuro venturoso: una auténtica ciudad de enanos, con miles de habitantes y todo tipo de servicios y posibilidades de ocio.

Puede parecer un asunto marginal. Y, sin embargo, afecta a un colectivo superior a toda la población de Uruguay, Croacia o Costa Rica. En el gigante asiático viven cerca de siete millones de enanos, la mayoría abandonados a su suerte. En un modelo social muy utilitarista y que durante siglos se ha centrado en la supervivencia, los enanos son aún percibidos como una desgracia y una carga para las familias, sobre todo en las zonas rurales, donde se les considera incapacitados para cualquier trabajo y con frecuencia abandonados a una vida miserable y solitaria.

Ser pequeño en un mundo a medida de los grandes

"Es muy duro ser tan pequeño en este mundo hecho a medida de la gente normal. Yo misma pensé mucho en el suicidio porque me sentía muy diferente, por eso la idea no me parece nada mal. En el Reino de los Enanos están todos juntos, tienen una ocupación y ganan un salario”, me explicó durante una entrevista en Pekín Wu Xiao Li, cantante popular y presidenta de la única asociación de enanos del país. Quizá es a través de este prisma, y de los abismos culturales que median entre Oriente y Occidente, como hay que juzgar este desconcertante parque de atracciones.

El punto fuerte de la visita es el espectáculo ofrecido por los habitantes del reino, que se afanan en bailes, cantos y números circenses para divertir a sus huéspedes. Los actores principales son entrenados por profesionales y parecen disfrutar (no paran de reír y gastarse bromas) durante la representación, a pesar de que las coreografías explotan el lado cómico y grotesco de sus físicos diminutos y sus torpes movimientos. En definitiva, nada que no hayamos visto en España con actuaciones como las de los famosos bomberos-toreros.

“Me divierto mucho aquí. En mi pueblo no tenía amigos y todos me miraban como a un monstruo. Aquí estoy bien y no echo de menos a mi familia. Estoy rodeado de gente como yo y además gano dinero. Me sobra para enviar a mi casa. Por primera vez no soy una carga”, me explicaba Wang Ying, una joven de 24 años que trabaja como bailarina dentro del parque.

“No tiene nada de malo. Cuando vienen turistas pueden ver que los enanos viven felizmente aquí. Es una manera de darles trabajo y ayudarles a que vivan en una comunidad donde no se sientan diferentes y se apoyen entre ellos”, añadía la administradora del recinto, Wu Wei. Lo cierto es que todos los enanos a los que entrevisté aseguraron haber viajado a Yunnan por decisión propia y la mayoría destacaron que, por primera vez en sus vidas, se sienten parte de algo y están rodeados de semejantes.

Vivienda y sueldos más que dignos

“Los enanos son cómicos y hacen reír. A lo largo de la historia se han ganado la vida con eso porque son alegres y divertidos por naturaleza. En China hay una gran tradición de espectáculos con enanos. Muchos se dedican a ello. No veo porque es malo que venga gente a verlos”, insistía uno de los propietarios.

Hay que decir que, aunque pasan el día disfrazados correteando en la aldea de casas diminutas para llamar la atención de los turistas, cuando acaba su jornada se trasladan a dormitorios donde disfrutan de televisión y agua corriente, comodidades inaccesibles para cientos de millones de chinos. Además de tener todos los gastos pagados, sus sueldos oscilan entre mil y dos mil yuanes (145-290 dólares), más de la media salarial de Yunnan, una de las regiones más pobres de China.

“No creo que nadie se esté riendo de nosotros. Hacemos un espectáculo y a la gente le divierte venir a verlo. Me siento como un artista, rodeado de amigos y tengo novia. En mi pueblo me sentía como un objeto inútil”, resumía Huang Tian Bao, un joven que ostenta el título de "manager" de la cantina y que ha encontrado pareja entre las bailarinas del show.

Si les interesa el tema pueden ver pinchando aquí un vídeo que rodé durante mi visita al “Reino de los Enanos” para VJMovement.

En medio a las montañas de Yunnan, en el suroeste de China, se construye un extravagante reino en el que tan sólo pueden vivir aquellos que miden menos de un metro y treinta centímetros. Alrededor de un castillo de plástico, entre diminutas casas con forma de seta, se agrupan ya más de cien enanos llegados de casi todas las regiones del país. La idea no es aislarlos, sino todo lo contrario: desde que sale el sol hasta que cae la tarde, el lugar está abierto al turismo.