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El impacto económico de una guerra callejera: queman la Bolsa de Bangkok y dejan tocado el PIB
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Ángel Villarino

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El impacto económico de una guerra callejera: queman la Bolsa de Bangkok y dejan tocado el PIB

Los rebeldes han quemado el edificio de la Bolsa en su huida, gesto simbólico que resume lo acontecido en Tailandia. ¿Qué ocurre con la economía de

Los rebeldes han quemado el edificio de la Bolsa en su huida, gesto simbólico que resume lo acontecido en Tailandia. ¿Qué ocurre con la economía de un país cuando miles de rebeldes ocupan y paralizan el centro financiero y comercial de su capital durante dos meses? ¿Cómo se comportan los inversores ante explosiones de granadas, cócteles molotov y una guerrilla urbana que levanta barricadas con neumáticos ardiendo en las principales avenidas? ¿Cuál es la reacción de la Bolsa cuando miles de soldados se atrincheran en la vía pública y francotiradores abren fuego contra civiles matando cerca de 40 personas e hiriendo a casi 300? ¿Y si encima ahuyenta al turismo, que es uno de los pilares de la economía y el empleo?

A todos estos factores se está sometiendo estos días la economía tailandesa que, sin embargo, permanece relativamente estable. Según las previsiones del ministerio de Finanzas y la asociación de empresarios, la inestabilidad social y los enfrentamientos a tiros entre los rebeldes y el Ejército, tendrán un impacto del 0,3% sobre las previsiones del PIB realizadas a principios de año, que situaban el crecimiento del “tigre asiático” entre el 4,5 y el 5%. Otros estudios menos optimistas señalaban que el desempeño de la economía tailandesa podría reducirse hasta el 3% si no se solucionan los problemas políticos a medio plazo. Con todo, las cifras resultan sorprendentes para un país cuya capital está ardiendo y donde el futuro político y social resulta más que incierto.

Y es que si finalmente la economía tailandesa crece por encima del 4%, habrá superado la media registrada desde que se recuperó de la crisis financiera que puso de rodillas el Sudeste Asiático entre 1997 y 1998.

Según las cifras que maneja el Gobierno, la inestabilidad política y sus violentas sacudidas están afectando casi en exclusiva al sector turístico y a los comercios situados en el área de las protestas. En otros capítulos de la economía, sin embargo, el impacto es más reducido.  “Los turistas se asustan mucho antes que los inversores, que hacen una evaluación más fría. Tailandia tiene mucho textil, mucha industria de maquinaria y electrónica, materias primas, un sector agrícola fuerte, pesca, joyas. En todos esos sectores la situación por el momento es tranquila. Las protestas están muy localizadas en zonas de la capital y por ahora el resto no está en riesgo”, asegura un exportador de Miami que lleva varios años afincado en Bangkok. En una entrevista con la BBC, Richard Han, director ejecutivo de Hana Microelectronics (industria de componentes electrónicos) insiste en que, mientras los aeropuertos sigan abiertos, la compañía seguirá como siempre.

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Un estudio publicado anteayer por el Kasikorn Research Centre (KRC) establece tres escenarios de crecimiento para el segundo trimestre del año, que en el plano político está marcado a fuego por las protestas de los “camisas rojas”. El primero, si los disturbios se sofocan rápidamente, dejaría a Tailandia con un 5,7% de crecimiento interanual. El segundo, si la inestabilidad persiste, rebaja las expectativas hasta el 3,9. Finalmente, si las cosas empeoran drásticamente, no se superaría el 2,6%. El KRC contextualiza el impacto aportando los datos de crecimiento interanual del primer trimestre, que rozó el 9%.

El turismo es, por supuesto, el sector más afectado. Sin embargo, las pérdidas registradas por hoteles, aerolíneas, servicios de transporte, restaurantes y bares tienen un efecto mayor sobre el empleo que sobre la producción. Y es que en torno al15% de la mano de obra tailandesa depende del turismo, pero la aportación de dicha industria al PIB no llega al 7%. Las protestas, además, llegan en temporada baja  y en las principales localidades balnearias del país no hay rastro de las tensiones que estallaron en la capital a finales de la semana pasada. Los hoteles de lujo situados en las zonas ocupadas por los “camisas rojas”, la mayoría de los cuales han cerrado sus puertas hasta que pase el chaparrón, esperan remontar el vuelo cuando la revuelta campesina desaloje la capital.

Cuatro millones de turistas menos en 2010

A pesar de las impactantes imágenes que han recorrido el planeta en la última semana, muchos viajeros no se han dejado intimidar. El pasado viernes, el vuelo directo Pekín-Bangkok de Air China volaba prácticamente lleno. Según el KRC, el aeropuerto internacional de Suvarnabhumi ha pasado de los 30.000 pasajeros habituales a poco más de 20.000. La cifra, teme el Ministerio de Finanzas, podría empeorar en las próximas semanas, ya que 19 países recomiendan a sus ciudadanos que no viajen a Tailandia a no ser que sea estrictamente necesario.

“El Gobierno espera que los turistas extranjeros entiendan que los problemas no se han extendido a las playas del sur y que no es un conflicto que afecta a todo el país”, dijo esta semana el ministro de Turismo, Chumpol Silpa-archa, anotando que la revuelta de los “camisas rojas” reducirá de 14 a 10 millones el número de turistas extranjeros en 2010.

Las inversiones tampoco se han visto excesivamente afectadas. En los días sucesivos a los disturbios del 10 de abril, que dejaron 25 muertos y cuando algunos medios extranjeros empezaron a hablar, exagerando el conflicto, de la posibilidad de una “guerra civil”, las bolsas tailandesas cayeron más de un 10%. Pero volvieron a rebotar en pocas semanas. Con esta segunda oleada de muertos las pérdidas han sido menores. Ayer martes, el primer día sin víctimas mortales y cuando se empezó a hablar de un acuerdo de paz, incluso se experimentó un repunte del 0,9%. Firmas de inversión como Fidelity aseguran que, por ahora, sus decisiones dependen principalmente de los fundamentos empresariales de las compañías que operan en Tailandia. “Pero si sentimos que hay una escalada de sucesos que amenaza el ambiente empresarial, obviamente ajustaremos”, advertía esta semana Gregor Carle, director de inversiones de dicha firma.

La peor parte se la lleva, por supuesto, Bangkok, donde las reservas hoteleras han caído al 20%, según el Gobierno. Y donde, de acuerdo a cálculos oficiales, los comercios están perdiendo unos 25 millones de euros al día.

Los rebeldes han quemado el edificio de la Bolsa en su huida, gesto simbólico que resume lo acontecido en Tailandia. ¿Qué ocurre con la economía de un país cuando miles de rebeldes ocupan y paralizan el centro financiero y comercial de su capital durante dos meses? ¿Cómo se comportan los inversores ante explosiones de granadas, cócteles molotov y una guerrilla urbana que levanta barricadas con neumáticos ardiendo en las principales avenidas? ¿Cuál es la reacción de la Bolsa cuando miles de soldados se atrincheran en la vía pública y francotiradores abren fuego contra civiles matando cerca de 40 personas e hiriendo a casi 300? ¿Y si encima ahuyenta al turismo, que es uno de los pilares de la economía y el empleo?

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