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Corea del Norte exporta su proletariado
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Ángel Villarino

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Corea del Norte exporta su proletariado

Ante la ruina económica y las crecientes dificultades para conseguir divisas con las que abastecerse en el mercado internacional, el régimen de Corea del Norte está

Ante la ruina económica y las crecientes dificultades para conseguir divisas con las que abastecerse en el mercado internacional, el régimen de Corea del Norte está “exportando” a sus propios ciudadanos, a quienes ofrece como mano de obra ultra-barata a otros países, especialmente a China.

La prensa surcoreana asegura que existe un acuerdo entre Pekín y Pyongyang en base al cual entre 40.000 y 120.000 hombres y mujeres están siendo enviados a lo largo de este año como obreros de la construcción, metalurgia, técnicos, mecánicos, etcétera.

El portavoz de una asociación humanitaria que opera en la frontera me dijo en julio que el régimen de Kim Jong Un confisca más de un 80% de los salarios, obteniendo ganancias de entre 1.200 y 1.700 euros anuales por cada trabajador enviado.

Al final, a los obreros les quedan algo así como 40 euros al mes para su ahorro privado. Se trata, en cualquier caso, de cinco veces más de lo que se gana de media en el “país ermitaño”, donde en los últimos tiempos vuelven a escasear incluso los alimentos más básicos.

Felices por ser explotados

“La situación en algunas zonas de Corea del Norte es tan horrible que algunos están contentos de ser explotados en las fábricas chinas, aunque les quiten un 80% de la miseria que les pagan. En China comen arroz tres veces al día y ahorran algo. Eso ya es mucho”.

Lu Chao, decano del Centro de Estudios Coreanos de Liaoning (China), me aseguró que las cifras que está aireando Corea del Sur pueden estar un poco abultadas, pero admitió que la importación de mano de obra norcoreana es un fenómeno extendido y que va en aumento.

“No se trata de inmigrantes ilegales como antaño, sino de gente con visados especiales. La mayoría encuentran ocupación en fábricas manufactureras, por ejemplo de ropa, o industrias pesadas donde el trabajo es muy, muy duro”. De hecho, los trabajadores norcoreanos se hacen cargo de trabajos que pocos chinos estarían dispuestos a realizar como asalariados.

“El Gobierno norcoreano consigue dinero a cambio de uno de los únicos recursos que le quedan: sus trabajadores. Y, al mismo tiempo, las empresas chinas se benefician de una mano de obra barata, disciplinada, obediente y fácil de organizar. Son trabajos que los jóvenes chinos ya no quieren hacer”, recuerda el profesor Lu.

Otras fuentes aseguran que China no lo hace por motivos económicos, sino para ofrecer una vía de financiación a su aliado histórico, que está consolidando su transición política en medio a una creciente emergencia humanitaria.

La prensa surcoreana asegura que el régimen hace una rigurosa selección de la gente que manda a trabajar a China. “Eligen a gente muy leal, que esté casada y que tengan familia en el Partido de los Trabajadores, de manera que pueden estar seguros de que no huirán. Además, todos son controlados severamente durante su

estancia en China”.

“La reputación revolucionaria”

Los castigos colectivos siguen siendo una práctica común en Corea del Norte, donde las posibilidades y privilegios de cada ciudadano dependen de la “reputación revolucionaria” de toda su familia. Las represalias contra padres, hermanos o incluso hijos, está a la orden del día cuando se trata de castigar a quienes huyeron del país.

No es la primera vez que el comunismo norcoreano pone en alquiler a su sacrificado proletariado. En el pasado, Pyongyang envió compatriotas a trabajar a Siberia (Rusia) en labores de minería y tala de árboles. También en Angola, Libia y Arabia Saudí se partieron el espinazo de sol a sol. Se intentó incluso en Europa del Este, pero las protestas de grupos humanitarios frenaron la iniciativa.

Además de estos esclavos alquilados, hay miles de norcoreanos trabajando desde hace años para empresas chinas (algunas de las cuales subcontratan a multinacionales occidentales) en un régimen similar al descrito, aunque no en territorio chino, sino en “zonas económicas especiales” situadas a lo largo de la frontera.

Ante la ruina económica y las crecientes dificultades para conseguir divisas con las que abastecerse en el mercado internacional, el régimen de Corea del Norte está “exportando” a sus propios ciudadanos, a quienes ofrece como mano de obra ultra-barata a otros países, especialmente a China.