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El nuevo tigre textil y los peores salarios del mundo
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Ángel Villarino

Historias de Asia

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El nuevo tigre textil y los peores salarios del mundo

  La muerte de al menos 307 personas en el derrumbe de una fábrica de ropa de ocho plantas en Bangladesh (donde se tejen

 

La muerte de al menos 307 personas en el derrumbe de una fábrica de ropa de ocho plantas en Bangladesh (donde se tejen prendas para algunas de las principales multinacionales del sector, incluido el grupo Inditex) ha vuelto a poner de actualidad las condiciones laborales de un país que se ha convertido en una potencia textil de la noche a la mañana. Los detalles de la tragedia son, para variar, estremecedores. Los supervivientes aseguran que el edificio llevaba tiempo agrietándose pero que el propietario, que ahora se encuentra en paradero desconocido, les amenazó con dejar de pagar si abandonaban a la cadena de montaje. 24 horas después del accidente ya están teniendo lugar violentas protestas pidiendo justicias. La historia, otra de tantas en el proceso de globalización, se puede contar desde la óptica (micro) de la explotación laboral, o desde el prisma (macro) del trabajoso y sacrificado camino hacia la industrialización: un proceso que se viene repitiendo desde la Revolución Industrial en la Inglaterra victoriana.

En Bangladesh viven amontonadas 160 millones de personas en un territorio azotado constantemente por desastres naturales, con escasas zonas fértiles y cuatro veces más pequeño que España. Es un país con más de cuatro millones de personas trabajando en la industria textil, arriesgando la vida en turnos de al menos 10 horas por sueldos de 28 euros al mes. El sector, orientado a la exportación, ha crecido vertiginosamente, espoleado por la ausencia de aranceles (por ejemplo, importar ropa de China a España está gravado con el 12%, y de Pakistán con el 9,6%, costes que no se asumen al comprar a Bangladesh), pero sobre todo por el precio de la mano de obra, que resulta imbatible. Una camiseta de algodón se produce por un 20% menos que en Camboya (el siguiente en la lista) y por un 50% menos que en China. En Dacca, una capital de barrios semi-chabolistas, montañas de basura y edificios decrépitos que en 2025 se convertirá en la cuarta urbe más poblada del mundo, se desloman hombres, mujeres, niños y ancianos, con la única meta de sobrevivir.

Para millones de obreros, mandar a sus hijos al colegio es sencillamente un suicidio familiar. Un estudio del Instituto de Nutrición reflejaba a finales del año pasado que con los 28 euros de salario mínimo textil apenas se pueden pagar las 3.400 calorías de alimentos básicos que necesita un trabajador para no desfallecer. Si una familia con tres niños quiere sortear la desnutrición a base de arroz, aceite y algo de verdura y pollo, requiere al menos 100 euros al mes, sin contar las necesidades de los ancianos o los enfermos incapacitados para el trabajo físico. En un entorno donde el 85% de la población vive con menos de un euro y medio al día, las condiciones de seguridad no son una prioridad. Según los propios datos del gobierno, apenas hay 20 personas para inspeccionar las 50.000 fábricas registradas. Funcionarios que, además, perciben sueldos igualmente miserables en uno de los países más corruptos del mundo.

Las fábricas son las peores que he visto. Lo son porque el país es el peor. Quiero decir que no son malas fábricas en un gran país, sino malas fábricas en uno de los más pobres del planeta. Son sucias, desorganizadas y peligrosas porque la infraestructura del país es miserable y eso hace que todo esté cogido por los pelos, tanto en las fábricas como en el resto de actividades”, un ejecutivo del sector textil que lleva en Asia desde 2006 y que pasó varios años en Bangladesh.

El crecimiento del país no se traduce en mejores condiciones laborales

“Juzgar lo que pasa en Bangladesh con la óptica occidental es un error absoluto. Existe trabajo infantil, pero no sólo en el textil, sino en todo lo demás, la fabricación de ladrillos, muebles, vasijas de aluminio, recogida de basuras, en todos sitios hay o puede haber niños trabajando. ¡Y ancianos! Hasta el año 2007 no había DNI y empezaron a poner semáforos también por esas fechas. Llevan malviviendo de la ayuda internacional desde siempre. Es un país que hace aguas por todos lados y nunca mejor dicho porque sufre inundaciones periódicas. En este contexto, pretender que los niños no trabajen, pretender regularizar eso y que funcione es por ahora ciencia ficción. Las grandes marcas, en realidad, intentan evitan a toda costa que trabajen niños en las fábricas que contratan porque tienen todos los ojos puestos sobre ellas”, añade la fuente, que prefiere permanecer bajo anonimato. Como sucede en el resto del mundo, la maraña de subcontratas a empresas locales dificulta los controles y hace que las multinacionales diluyan su responsabilidad.

El aterrador día a día de los obreros de Bangladesh va acompañado de mejoras globales. El PIB crece por encima del 6% anual y el textil se ha convertido en el principal motor. Etiquetas como Walmart, H&M, JC Penney, Zara, Tesco, Gap, Marks and Spencer, etcétera, contribuyen a alimentar una demanda que acapara ya el 13% del PIB nacional y el 78% de las exportaciones (de las cuales más de la mitad van a la Unión Europea), dando trabajo a unos 14 millones entre trabajos directos e indirectos. Aunque las elites, los empresarios y la corrupta administración se quedan la mejor parte, la riqueza parece estar goteando hacia el resto de la sociedad. Así, la pobreza extrema ha caído del 49% al 30% en la última década, un periodo en el que la esperanza de vida se ha incrementado más de tres años, así como también la escolarización.  El propio salario mínimo en las fábricas que citábamos antes (28 euros) se duplicó en 2010 (desde el anterior aumento, en 2006, rondaba los 15 euros). El embajador estadounidense, Dan Mozena, cree que “en una década o dos, Bangladesh podría entrar a formar parte del club de la renta media, donde la gente está bien nutrida, tiene una casa decente y acceso a la educación para sus hijos”. 

 

Industria textil Salarios de los españoles