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¿Son ahora los proeuropeos más hostiles hacia EEUU?
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Nacho Alarcón

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¿Son ahora los proeuropeos más hostiles hacia EEUU?

Los europeos no confían ya en Estados Unidos como antes. Pero muchos proeuropeos van más allá: las diferencias entre la UE y EEUU en algunos debates clave les llevan a una cierta hostilidad

Foto: Un simpatizante con la bandera europea frente a la puerta de Brandenburgo en Berlín. (EFE)
Un simpatizante con la bandera europea frente a la puerta de Brandenburgo en Berlín. (EFE)

Hace algunas semanas los mediadores de un foro de debate llamado 'Ask Europe' de Reddit, en el que gente de todo el mundo hace preguntas a los usuarios europeos (como, por ejemplo, cómo se cocina la patata en su país, cuál es la serie más vista, si hay mucha polarización) se veían obligados a colgar un mensaje y dejarlo fijo en la página de entrada al foro: advertían, preocupados, de una “creciente hostilidad hacia los americanos”.

Ese mensaje llamó mi atención porque desde hacía algún tiempo en grupos de amigos y conocidos venía notando una actitud más negativa hacia Estados Unidos. En ocasiones rozaba la hostilidad. Hacia lo que consideran la altanería de Washington, hacia los gigantes digitales que la Casa Blanca protege de manera sistemática, incluso hacia algunos elementos culturales que han sido dominantes durante décadas en el Viejo Continente.

Es cierto que se limita a un sector proeuropeo, en ocasiones federalista, una élite de las ciudades muy conectada a la actualidad y que desde hace años vienen acumulando agravios por parte de la administración americana que para la mayoría de ciudadanos pasan desapercibidos. Con Donald Trump, antiguo presidente de Estados Unidos, llegó el gran desencanto. EEUU dejó de ser atractivo. Se cayó la careta, se descubrió la otra norteamérica. Pero Joe Biden, su sucesor, no ha puesto fin a esa época. El desencanto se ha enquistado y en algunos sectores ha evolucionado en una visión permanente más negativa de Washington. La salida de Afganistán fue un ejemplo de estallido de quejas, conversaciones caldeadas y cabreo con los americanos.

placeholder Joe Biden, presidente norteamericano, junto a los presidentes de la Comisión Europea y Consejo Europeo. (Reuters)
Joe Biden, presidente norteamericano, junto a los presidentes de la Comisión Europea y Consejo Europeo. (Reuters)

Durante las últimas semanas he hablado con distintos amigos y conocidos sobre el tema. Muchos evitan hablar de hostilidad hacia Estados Unidos, pero sí admiten el nacimiento de un cierto “orgullo europeo” al mismo tiempo que se han desencantado con EEUU. Ya existía ese orgullo a nivel cultural: Europa siempre miró al otro lado del Atlántico por encima del hombro.

Pero ahora es un orgullo social y económico, que gira alrededor de la idea del Estado de bienestar, de una economía social de mercado y de una sociedad más cohesionada que la americana. Y es curioso, porque los moderadores del foro de Reddit señalaban que uno de los ataques más comunes hacia usuarios americanos incluían, de manera gratuita y sin que ese fuera el asunto de su pregunta, referencias a que los europeos cuentan con sanidad pública universal y gratuita. Curiosamente, en el mensaje que enviaban los moderadores del foro de Reddit se destacaba que, por alguna razón, los ataques a los usuarios americanos solían incluir alguna fórmula del tipo “al menos nosotros tenemos sanidad pública”.

Esta actitud también se extiende a un orgullo político: los sistemas europeos, con profundos problemas, son más estables de lo que está demostrando ser Estados Unidos. Mientras que crece la sensación de que otro Trump (o él mismo) no es solamente posible sino probable, en muchos países europeos los radicales se encuentran más aislados. En una gran encuesta realizada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y publicada en enero de 2021 se mostraba como el 61% de los ciudadanos consultados consideraban que el sistema político de Estados Unidos estaba muy roto o completamente roto. En ese mismo informe se dejaban ver alguno de los rasgos principales de lo que es la nueva desconfianza europea hacia Estados Unidos.

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No se trata de creer que Estados Unidos es malvado: en realidad la opinión generalizada es que Norteamérica está en decadencia, que será superada en los próximos diez años por China y que cada vez es un socio más inestable e inseguro, e incluso si hay cierta tendencia a considerar que será capaz de resolver sus problemas internos, un 67% de los encuestados aseguraban que no se puede confiar en Estados Unidos de manera continua y que Europa debe invertir en su propia seguridad. Eso no significa que estos mismos encuestados crean que Europa está en ascenso. Ese "orgullo europeo" ha crecido en una tierra poco fértil: ha aparecido sobre la base de que el Viejo Continente está en decadencia.

¿Por qué se está produciendo esa distancia entre los proeuropeos y Estados Unidos? Lleva tiempo surgiendo una “agenda europea” que no se explica sin ese desencanto con Washington. Hay dos asuntos que destacan por encima de los demás en esa agenda propia. Por un lado está la cuestión de la seguridad y la autonomía estratégica: que Europa se haga cargo de su propia defensa. La salida de Afganistán demostró para los más proeuropeos hasta qué punto hay que avanzar en esta dirección. Los americanos ya no harán las guerras de los demás, se explicaba desde Bruselas. Pero EEUU le pone continuamente la zancadilla a esa idea, y buena parte de la Unión prefiere que su seguridad esté garantizada por Washington que por Alemania o Francia.

La crisis con Ucrania muestra también otro punto clave de esta actitud de los proeuropeos hacia Estados Unidos: por mucho que quieran en Bruselas o en París, a la hora de la verdad, cuando surgen los problemas, todo el mundo mira a EEUU. Y eso genera frustración y cabreo. Es un “quiero y no puedo” que alimenta el resentimiento hacia Washington.

Foto: La sede de Google en Manhattan, Nueva York. (Getty)

El otro punto de la agenda es la cuestión de los gigantes digitales. Bruselas ha hecho una de sus banderas el intentar limitar el poder de estas multinacionales. Se lanza el mensaje de que Europa no es el salvaje oeste, que aquí tendrán que cumplir con estrictas reglas. Como una muestra de las diferencias entre americanos y europeos, en la Unión se centra la regulación en la idea de la protección del usuario y de sus datos, y en Estados Unidos el foco está en otro sitio. Entre los expertos, explica Raquel Jorge Ricart, analista del Real Instituto Elcano, no hay hostilidad, pero sí desconfianza, recelo. La UE “no es hostil, pero mira con cierta cautela”, señala la analista, y centra su trabajo en aspectos de derechos digitales y de los usuarios, a diferencia de Estados Unidos.

Pero la hostilidad hacia EEUU no es nueva. Europa tiene una larga tradición de antiamericanismo de izquierdas basado sobre la idea de oponerse al denominado imperialismo. Curiosamente, vemos en los últimos tiempos cómo en algunos de estos sectores izquierdistas, a la hora de oponerse a Estados Unidos, empiezan a abrazar un discurso que encuentra puntos en común con lo defendido por proeuropeos de otras ideologías. En vez de defender a Moscú en su escalada de la tensión en Ucrania, una posición difícilmente sostenible hoy, centran su discurso en pedir que sea Europa, y no Estados Unidos, el que decida el futuro del continente, haciendo un llamamiento a la autonomía estratégica. “La Unión Europea debe mantener y reforzar su autonomía estratégica”, aseguraba hace algunas semanas Pablo Fernández, coportavoz de Unidas Podemos.

placeholder Una bandera europea sobre la Torre Eiffel para celebrar el inicio de la presidencia francesa del Consejo de la UE. (Reuters)
Una bandera europea sobre la Torre Eiffel para celebrar el inicio de la presidencia francesa del Consejo de la UE. (Reuters)

¿Hostilidad o es que no queremos saber nada?

¿Hay hostilidad por parte de los proeuropeos hacia Estados Unidos? Quizás la respuesta es que no sea una actitud hostil, pero sí mucho más distante, en la que la desconfianza manda. Ya ni se creen el sueño americano ni creen que puedan contar con Washington para muchos debates. Al mismo tiempo saben que siguen necesitando a los americanos, que Europa tiene muchísimos déficits y que creer que la Unión puede hacerse cargo de su futuro sin Washington es construir castillos en el aire.

Y eso alimenta el resentimiento, como opina Ramón González Férriz, al que le consulto sobre esta tesis. Y si hay una sensación que se parece a la hostilidad sin llegar tan lejos esa es la del resentimiento. En ella está buena parte de lo que es la relación de Europa con Estados Unidos. El profundo cabreo que genera la sensación de “tutela” americana en muchos momentos, como por ejemplo la crisis con Rusia. El desencanto por las caretas caídas a partir de la llegada de Trump. El dolor de comprobar que, con el magnate fuera de la Casa Blanca, las cosas no mejoran.

Hace algunas semanas los mediadores de un foro de debate llamado 'Ask Europe' de Reddit, en el que gente de todo el mundo hace preguntas a los usuarios europeos (como, por ejemplo, cómo se cocina la patata en su país, cuál es la serie más vista, si hay mucha polarización) se veían obligados a colgar un mensaje y dejarlo fijo en la página de entrada al foro: advertían, preocupados, de una “creciente hostilidad hacia los americanos”.

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