La historia no acaba aquí
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Si no hay devoluciones, no hay visados
Francia propone limitar o impedir la entrada en la UE a los dirigentes de países emisores de emigración irregular que no acepten la repatriación de sus ciudadanos
Cuando a finales de la década pasada el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero trató de parar la oleada de cayucos que sumergía Canarias, ofreció, además de ayuda pecuniaria en teoría dedicada a la cooperación policial, otros estímulos a las autoridades de Senegal: visados Schengen de larga duración con entradas múltiples y tramitados con prontitud.
“Para las élites de nuestros países, los visados Schengen son lo más importante después del comer”. La frase, pronunciada por el director de un diario argelino, se repite con frecuencia en el Magreb y en África Occidental. Para ir de vacaciones o por motivos de salud, las élites norteafricanas viajan con frecuencia a Europa, sobre todo a Francia, pero también a España. Basta con ver los miles de marroquíes que han adquirido propiedades en la costa de Andalucía y han contratado seguros de salud privados, y los argelinos que poseen residencias en Alicante.
A España han llegado, desde principios de año y hasta el 15 de noviembre, 33.946 inmigrantes irregulares, la gran mayoría por mar. La mitad de ellos (16.760) han desembarcado en Canarias, donde la inmigración irregular se ha disparado un 1.020% con relación al mismo periodo del año pasado.
Pese a los viajes del presidente Pedro Sánchez a Mauritania y Argelia —tiene previstos otros a Marruecos y Túnez—, antes en Nuakchot, Argel, Túnez y, el viernes, Rabat por su ministro Fernando Grande-Marlaska, España solo ha repatriado desde marzo hasta el 17 de noviembre a 30 inmigrantes irregulares. Ocho fueron enviados el domingo en un vuelo regular a Marruecos —incumpliendo el reglamento de la Asociación Internacional de Transporte Civil (IATA), que solo permite dos— y otros 22 fueron expulsados en un chárter a Mauritania el 10 de noviembre. Senegal no ha readmitido a ninguno y por eso la ministra Arancha González Laya visitará Dakar el fin de semana.
Desde que se desencadenó la pandemia, los países de donde zarpan los inmigrantes rechazan readmitirlos alegando razones sanitarias. Antes aceptaban devoluciones, pero con cuentagotas, excepto las que se producían en caliente en las vallas de Ceuta y Melilla. Marruecos, por ejemplo, solo admitía cinco repatriaciones diarias a través de cada una de las fronteras terrestres de las dos ciudades autónomas. El cupo es tan reducido que no permite devolver a todos los que entraron ilegalmente en España.
Las repatriaciones son un elemento clave de las políticas migratorias, no tanto porque se devuelve a 'sin papeles' a su lugar de origen sino porque mandan una señal disuasiva muy clara a los cientos de miles, quizá millones, de aspirantes a emigrar en África: no solo emigrar es arriesgado sino que se puede fracasar. Para el inmigrante, el fracaso es una humillación.
Todos los países europeos receptores de inmigración padecen problemas similares a los de España a la hora de intentar expulsar
Todos los países europeos receptores de inmigración padecen problemas similares a los de España a la hora de intentar expulsar. Francia acaba de hacer públicamente una propuesta contundente para forzar las repatriaciones, probablemente mucho más eficaz que el vacuo plan de choque para frenar la inmigración anunciado el viernes pasado por Carolina Darias, la ministra de Política Territorial.
Si no hay repatriaciones, no hay visados para las élites. Con estas 10 palabras se podría resumir la idea formulada el domingo por Clément Beaune, secretario de Estado francés para Asuntos Europeos. “Hay que decir a esos países [exportadores de emigración] que deben readmitir a las personas que han sido identificadas como sus ciudadanos”, declaró en el 'Grand Débat', un debate político radiofónico con gran audiencia.
“Disponemos de instrumentos para conseguirlo, por ejemplo, los visados (…) eligiendo a responsables políticos, responsables económicos”, añadió. “Es uno de los instrumentos que el presidente de la República y el ministro del Interior se plantean utilizar”. “(…) con nuestros socios europeos hay que ejercer presión”, concluyó. Emmanuel Macron anunció el 6 de noviembre que formularía nuevas propuestas sobre Schengen en la cumbre europea de diciembre, pero no entró en detalles.
Aunque ahora ha aflorado a la luz pública, el debate sobre supeditar la concesión de visados a las élites magrebíes y africanas, sobre todo a los miembros más destacados de su aparato de seguridad, a la aceptación de repatriaciones por parte de los países emisores de emigración hace meses que arrancó con discreción entre los 22 Estados de la UE pertenecientes a Schengen. La propuesta francesa cuenta con el respaldo de buena parte de los países del Este, pese a que apenas se enfrenten hoy en día a la inmigración irregular.
El propio código de visados de Schengen brinda (artículo 25 bis) la posibilidad de sancionar a los países que no cooperen “en materia de readmisión de migrantes en situación irregular”. Es la Comisión Europea la encargada de evaluar si la colaboración es insuficiente y de proponer al Consejo Europeo las medidas a adoptar. Ahora bien, basta con que un Estado miembro se oponga a la concesión de un visado Schengen —por ejemplo, Austria, a un maliense— para que le sea denegado. En el mejor de los casos, solo obtendría entonces un documento válido para entrar en Austria.
El nuevo código de Schengen entró en vigor el pasado febrero y la diplomacia española trató en todo momento de edulcorarlo
El nuevo código Schengen entró en vigor el febrero pasado y, a lo largo de su elaboración, la diplomacia española trató de edulcorarlo, especialmente su artículo 25 bis. Hasta hace poco, Interior y Asuntos Exteriores no eran nada partidarios de echar mano de herramientas como los visados para forzar repatriaciones. No está claro si la ola migratoria en Canarias les hará cambiar de opinión.
España, con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, necesita a inmigrantes, pero no de manera caótica como llegan a Canarias. La inmigración desordenada desestabiliza las sociedades europeas, y la española no es inmune a ello. Acaba provocando el auge de la extrema derecha. Vox irrumpió, por primera vez, con fuerza, en las elecciones autonómicas andaluzas de diciembre de 2018. Su voto fue, en buena medida, un rechazo a la inmigración, aunque muchos lugares de Andalucía, como por ejemplo Almería, estarían sumidos en la pobreza sin la mano de obra subsahariana y magrebí.
Cuando a finales de la década pasada el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero trató de parar la oleada de cayucos que sumergía Canarias, ofreció, además de ayuda pecuniaria en teoría dedicada a la cooperación policial, otros estímulos a las autoridades de Senegal: visados Schengen de larga duración con entradas múltiples y tramitados con prontitud.