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Cuando los militares jubilados españoles coinciden en Bruselas con los 'indepes'
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Ignacio Cembrero

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Cuando los militares jubilados españoles coinciden en Bruselas con los 'indepes'

En Europa, es excepcional que los militares, jubilados o en activo, arremetan contra sus gobiernos, por muy de izquierdas que sean, pero la extrema derecha sí trata de infiltrarse en los ejércitos

Foto:  Un tanquista contempla el embarque de carros de combate en Zaragoza. (EFE)
Un tanquista contempla el embarque de carros de combate en Zaragoza. (EFE)
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El general Christian Piquemal tenía 75 años y estaba jubilado cuando, el 6 de febrero de 2016, participó en una manifestación, prohibida por la Prefectura, contra la inmigración en Calais (noroeste de Francia), una ciudad en la que se agolpaban los migrantes que aspiran a dar el salto al Reino Unido.

“Caminamos con alegría hacia un multiculturalismo impuesto que generará comunidades religiosas fanáticas alentadas por la mayoría de nuestras élites y nuestros dirigentes”, denunció ante la muchedumbre este general que estuvo al frente de la Legión Extranjera (1994-1999) y también desempeñó cargos políticos.

Juzgado por su participación en la manifestación prohibida, que acabó con enfrentamientos con la policía, Piquemal fue absuelto en mayo de 2016 por el tribunal de Boulogne-sur-Mer. Tres meses después, el presidente François Hollande firmó, sin embargo, un decreto expulsándole del marco del Ejército por deslealtad y faltar a su obligación de reserva. No podrá ya reivindicar su condición de militar.

La sanción simbólica que se le impuso no fue por las críticas que formuló sino por hacerlas recordando su condición de general

Este es uno de los pocos casos en que en Europa Occidental un militar de alta graduación, y jubilado, manifestó públicamente su desaprobación de la actuación de las autoridades de su país. La sanción simbólica que se le impuso, que ratificó el Consejo de Estado, no fue por las críticas que formuló sino por hacerlas recordando su condición de general y por desobedecer además a la Prefectura.

“No me van a follar de esta manera”, declaró ufano, el 12 de julio de 2017, otro general francés, Pierre de Villiers, jefe de Estado Mayor de la Defensa, en una reunión a puerta cerrada de la Comisión de la Defensa de la Asamblea Nacional. Mostraba así su desacuerdo con los recortes presupuestarios que afectaban a los ejércitos. Tres días después, el presidente Emmanuel Macron le invitó a dimitir y el general presentó su renuncia. Nadie le secundó.

Foto: Militares del Ejército de Tierra, en una imagen de archivo. (EFE)

El reto, en Europa, no son los oficiales, en activo o jubilados, en desacuerdo con las políticas de sus gobiernos, por muy de izquierdas que sean o tolerantes con la inmigración. En junio de 1981, los socialistas formaron en Francia un Gobierno de coalición con los comunistas y nadie se inmutó en las Fuerzas Armadas. En 2015, llegó al poder en Grecia la coalición izquierdista Syriza, en cuyas filas hay también neocomunistas, y el Ejército que dio en Europa Occidental el último golpe exitoso, el de los coroneles (1967-1975), tampoco se alteró.

El peligro que acecha a los ejércitos es más bien, hoy en día, los intentos de penetración de la extrema derecha en sus filas. “Con el propósito de reforzar sus capacidades físicas y su aptitud al combate, los grupos de extrema derecha tratan de reclutar a miembros de las fuerzas militares y de seguridad”, rezaba un informe confidencial de Europol, la agencia policial europea, desvelado el año pasado por varios medios de comunicación alemanes.

Foto: Varios soldados reciben a la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer. (Reuters)

El más reciente ejemplo de esta infiltración se produjo el pasado verano en Alemania. Por primera vez desde la creación de la Bundeswehr (Ejército federal) hace 65 años, el jefe de Estado Mayor, general Eberhard Zorn, disolvió parte de sus fuerzas especiales (KSK) tras detectar en sus filas a elementos de extrema derecha. No se trataba de un “fenómeno reciente ni coyuntural”, se lamentó Zorn ante el Bundestag (Cámara Baja).

En este contexto europeo, España es, una vez más, una excepción. Los jubilados más ultras de unas Fuerzas Armadas modernas, que participan con más de 3.000 hombres en 16 misiones internacionales, se reagruparon para enviar a Felipe VI cartas y un manifiesto. Los excomandantes de la XIX promoción del Ejército del Aire sostienen nada menos que el Gobierno de Pedro Sánchez se aparta de la Constitución y advierten del riesgo de “aniquilamiento de la democracia”. En Francia, habrían sido sancionados simbólicamente por esta iniciativa, por prevalecerse de su condición de militar al manifestar sus opiniones.

Estos mismos excomandantes hicieron llegar la misma carta, a mediados de noviembre, al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli

Estos mismos excomandantes hicieron llegar la misma carta, a mediados de noviembre, al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, tratando así de dar proyección internacional a su empresa. Su actuación es aún más insólita. Sassoli no hizo público el texto, pero este sí circuló entre algunos eurodiputados.

La misiva llegó al despacho de Sassoli justo cuando, el mes pasado y con mucho retraso, la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo empezó a tramitar el suplicatorio de los tres eurodiputados independentistas Carles Puigdemont, Antoni Comín y Clara Ponsatí. En su defensa, para no perder la inmunidad y correr el riesgo de ser extraditados y juzgados en España, los tres alegan justamente que España no es del todo un Estado de derecho, que la democracia ha sufrido recortes.

Los argumentos de los nacionalistas catalanes y de los excomandantes del Ejército del Aire son bastante similares. La carta de estos últimos a Sassoli llevó, por tanto, algo de agua al molino de los tres 'indepes'.

El general Christian Piquemal tenía 75 años y estaba jubilado cuando, el 6 de febrero de 2016, participó en una manifestación, prohibida por la Prefectura, contra la inmigración en Calais (noroeste de Francia), una ciudad en la que se agolpaban los migrantes que aspiran a dar el salto al Reino Unido.

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