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Chema Vera

Las fronteras de la desigualdad

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Los nombres de los niños masacrados en Gaza

Ni una niña, ni un niño asesinado más. La urgencia de aplicar el alto el fuego y la entrada urgente, masiva y segura de ayuda humanitaria

Foto: Niños tratando de conseguir comida en los centros de distribución de ayuda humanitaria en Gaza.(EFE/UNICEF/Mohammed Nateel)
Niños tratando de conseguir comida en los centros de distribución de ayuda humanitaria en Gaza.(EFE/UNICEF/Mohammed Nateel)

Zainab Abu Halib (5 meses), Ro’a Mashi (2 años), Jamal al-Najjar (5 años), asesinados por hambre. Hind Rajab (5 años), asesinada cuando el coche familiar y la ambulancia que iba a rescatarla fueron atacados.

Mohammed Hassan al-Harbeiti y Ahmed al-Harbeiti (13 y 11 años). Hermanos, aplastados por un tanque.

Layan al-Majdalawi (2 años), Mira Saeed Nouri Tanboura (6 años). Asesinados a tiros mientras se desplazaban.

Necesitaría muchas páginas para escribir los nombres de los al menos 19.424 niñoy niñas que han muerto en estos dos años de masacre. Más páginas para los 221 que han sido asesinados en Cisjordania por colonos y fuerzas armadas israelíes en este tiempo. Y otras más para los nombres de los 33 niños israelíes asesinados por Hamás el 7 de octubre de 2023.

Foto: trump-asegura-que-israel-y-hamas-han-alcanzado-la-primera-fase-del-acuerdo-para-la-paz-en-gaza

Hay actos en los que se leen, uno a uno, los nombres de los niños y niñas asesinados en Gaza. Duran muchas horas. Tienen un sentido profundo: ponerle rostro, vida, sueños, a los números. Porque los números, sin pararse a que la historia nos penetre, deshumanizan. Y bastante humanidad hemos perdido.

Además de los asesinados, hay al menos 45.000 niñas y niños con heridas severas de los cuales al menos 11.250 han quedado mutilados o impedidos para toda la vida. Más de 40.000 han perdido a su padre o su madre, 2.300 a ambos. Todos los niños de Gaza llevan dos años bajo el terror absoluto, forzados a desplazarse bajo las bombas. El hambre y la enfermedad arrasan con toda la infancia de la Franja.

Foto: gaza-trump-plan-paz-israel-fallar-pacto-acuerdo

Cedo el texto al portavoz de UNICEF James Elder, en una reciente comparecencia desde Gaza. No se puede decir con mayor crudeza.

Ciudad de Gaza sigue siendo el hogar de decenas de miles de niños y niñas. Niños descalzos empujan a sus abuelos en sillas de ruedas entre los escombros. Niños amputados luchan por avanzar entre el polvo. Madres llevan a niños cuya piel sangra por las erupciones cutáneas. Los niños tiemblan ante los implacables ataques aéreos. Y miran al cielo siguiendo el fuego de los helicópteros y drones.

La pregunta que me hacen en todas partes de Ciudad de Gaza, tanto las mujeres como los ancianos y los más pequeños, es: ‘¿A dónde puedo ir para estar a salvo?

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Y la respuesta sigue siendo la misma después de casi dos años: a ningún sitio.

No hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza.

Sin embargo, hoy (3 de octubre) se ha advertido a otros 200.000 civiles que abandonen Ciudad de Gaza, además de los más de 400.000 que se han visto obligados a desplazarse hacia el sur.

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En el sur, las llamadas ‘zonas seguras’ también son lugares de muerte. Al-Mawasi, ahora uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra, está grotescamente superpoblado y desprovisto de lo esencial para la supervivencia. El 85 % de las familias viven a menos de diez metros de alcantarillas abiertas, excrementos de animales, montones de basura, agua estancada o infestaciones de roedores. Hablé con docenas de personas en Ciudad de Gaza y todas me dijeron lo mismo: no tienen dinero para mudarse, ni espacio ni tiendas de campaña donde ir, y el sur también es peligroso.

De hecho, la propia noción de ‘zonas seguras’ en el sur es ridícula: las bombas caen del cielo con una previsibilidad escalofriante. Las escuelas designadas como refugios temporales quedan reducidas a escombros con regularidad. Las tiendas de campaña instaladas en terrenos baldíos no ofrecen protección alguna contra la metralla. A menudo quedan envueltas en llamas por los ataques aéreos.

Hace dos días, en el hospital Nasser, conocí a niños y niñas que habían quedado paralizados, quemados o con miembros amputados tras impactos directos en tiendas de campaña, todo ello a las dos de la madrugada. Unos días antes, en el hospital Al Aqsa, conocí a otros muchos que habían recibido disparos de drones.

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Cuando el mundo se acostumbra y normaliza este nivel de violencia y privaciones, algo está profundamente roto. La fuerza del derecho internacional no reside en las palabras escritas en un papel, sino en la determinación de los países de defenderlo.

Mientras tanto, la situación de las madres y los recién nacidos nunca ha sido peor.

En Nasser, los pasillos del hospital están llenos de mujeres que acaban de dar a luz. En seis misiones a Gaza, nunca había visto algo así. Las madres primerizas y los recién nacidos vulnerables yacen en el suelo. Tres bebés prematuros comparten una única fuente de oxígeno: cada niño respira durante veinte minutos, antes de ceder el turno al siguiente. A una bebé prematura, Nada, que estuvo en cuidados intensivos durante 21 días, le dieron el alta y ahora espera fuera, tumbada en el suelo del pasillo con su madre. Nada pesa dos kilogramos, menos de la mitad de lo que debería pesar.

Foto: mision-salir-gaza-inteligencia-israeli

Las mujeres están sufriendo abortos espontáneos durante el agotador viaje del norte al sur. Los médicos temen que los virus invernales hayan llegado antes de tiempo. Los informes indican que 1000 bebés han muerto en los últimos dos años, y no tenemos ni idea de cuántos más han fallecido debido a enfermedades prevenibles.

Mientras tanto, los trabajadores de primera línea están haciendo lo imposible. UNICEF y nuestros aliados siguen suministrando alimentos terapéuticos a los bebés desnutridos de Ciudad de Gaza, al tiempo que reparan las tuberías de agua en toda la Franja, prestan apoyo para superar traumas, proporcionan equipos de salvamento para bebés en hospitales, ofrecen sesiones de salud mental y recogen residuos. Pero hasta que no se eliminen todas las restricciones a la entrada y entrega de ayuda humanitaria, la prestación de ayuda vital seguirá siendo insuficiente.

Todos tenemos responsabilidad en esta situación, pero solo hay una víctima. Ayer, hoy y, si no se toman medidas significativas, mañana. Los niños y niñas palestinos".

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James Elder.

Hay que parar esto. Como sea.

La mayoría de los líderes políticos y de opinión está de acuerdo en que debe cesar la matanza. El asunto central hoy es ¿qué hacer para que no muera un niño más bajo el fuego y las bombas?

El acuerdo que se ha alcanzado estos días es esperanzador y debe ponerse en práctica. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres ha dado la bienvenida a este acuerdo que debe permitir, en su primera fase, un alto el fuego, la liberación de los rehenes y la entrada masiva y segura de la indispensable ayuda humanitaria para salvar vidas que están al límite. El acuerdo debe dar pie a la paz.

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La realidad es que las consecuencias de esta matanza trascienden la terrible situación en Gaza. Nada justifica ni ampara una actuación militar que arrasa con la población civil, destruye infraestructuras vitales para la vida, bloquea la ayuda humanitaria, asesina a los profesionales que la distribuyen y mata de hambre a niños. Nada. El Derecho Internacional Humanitario ha saltado por los aires con cada niño bombardeado en la Franja. ¿Cómo lo vamos a defender en otras guerras? ¿Con qué legitimidad?

Hicieron falta 60 millones de muertos en la II Guerra Mundial, 40 millones de civiles, para que nos diéramos reglas que protegieran a la población civil en los conflictos. Destruir estas reglas es volver a la barbarie. La que hemos estado viendo cada día en la Franja. Lo ha sufrido la infancia de Gaza. Y, si no se ponen medidas para hacer valer el Derecho Internacional Humanitario, para que violarlo tenga consecuencias, otros sufrirán los efectos de guerras infernales para la población.

Ni un nombre de niña, de niño, asesinados, más. Ni en Gaza, ni en Sudán, ni en ningún lugar.

Zainab Abu Halib (5 meses), Ro’a Mashi (2 años), Jamal al-Najjar (5 años), asesinados por hambre. Hind Rajab (5 años), asesinada cuando el coche familiar y la ambulancia que iba a rescatarla fueron atacados.

Gaza Conflicto árabe-israelí
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