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'Brexit', arenque rojo y Suez 2.0
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José Zorrilla

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'Brexit', arenque rojo y Suez 2.0

La presunta salida británica de la UE es una manera de distraer la atención del verdadero problema: la propia Unión Europea, del euro a la muerte del espacio Schengen

Foto: La sede del banco HSBC ha anunciado que permanecerá en Londres incluso en caso de 'brexit'. (EFE)
La sede del banco HSBC ha anunciado que permanecerá en Londres incluso en caso de 'brexit'. (EFE)

Los ingleses tienen una expresión que usan mucho en su vida política: arenque rojo ('red herring'). Posible traducción al español: maniobra de diversión. Pues eso es el 'Brexit'. Una asombrosa manera de no hablar del problema de verdad: la UE.

¿Creen que perder un país que nunca hemos tenido, un país que se incorporó al proyecto europeo 20 años después de haberlo iniciado y que jamás ha dejado de poner palos en las ruedas del proyecto europeo es una catástrofe?

No se preocupen los empresarios, el pragmatismo inglés les llevará a seguir comprando bienes y servicios del Continente. No estamos en los tiempos de las preferencias imperiales. Nuestros problemas son otros y de enorme gravedad, y tienen todos la misma causa. Lo decía hace poco Etienne Davignon, vicepresidente que fue de la Comisión Europea: "En mis tiempos [años ochenta/noventa del siglo XX] había un proyecto de integración europea. Ahora no lo hay". Pues eso.

Empecemos por el euro. Veto alemán a un Fondo de Garantía de Depósitos común. ¿Y cómo vamos a tener una moneda de todos sin ese elemento indispensable? No hablemos de política fiscal unificada, IVA, Impuesto de Sociedades o IRPF. Eso entra ya dentro del terreno de la utopía. Sin embargo, lo que no es utopía es que se nos puede prestar todo el dinero que necesitemos o malgastemos sin riesgo cambiario. No podemos devaluar para devolver menos. En euros te di, en euros me devuelves la deuda. Y segundo, los países menos productivos actuamos como agentes devaluadores que mantienen bajo el tipo de cambio del euro, lo que favorece a la exportadora Alemania. Puede argumentarse que eso sube los precios de las materias primas que Alemania necesita. Pero no es relevante, dada la caída de su cotización, petróleo incluido, en los mercados. No es de extrañar que Alemania, el hombre enfermo tras la reunificación, se haya convertido en el niño prodigio del continente.

En definitiva, el euro se está definiendo como un arma de destrucción continental masiva que está haciendo más ricos a los ya ricos y más pobres a los ya pobres. Y antes o después habrá de reformarse o desaparecerá.

Sorprendentemente, los bancos centrales alemán y francés han publicado un comunicado conjunto este pasado 9 de febrero solicitando una mayor integración de nuestras economías estatales. Pero el acento se pone sobre temas técnicos (sobre todo, el recorte de presupuestos estatales) y se obvia lo mollar. No se exige libertad de establecimiento de personas, por ejemplo, sino soo de capitales y de servicios. Tampoco se exigen escenarios institucionales comunes ni se denuncia la falta de voluntad de implementarlos. Y, sobre todo, del euro, ni una palabra. Bien. Digámoslo nosotros. Una moneda común no es compatible con un modelo de cooperación interestatal, y esa disfunción no la puede salvar Draghi a base de inundar de liquidez el mercado. Si no hay un 'swap' de soberanías -los países centrales transfieren fondos a los periféricos, y estos aceptan control político-, el euro se derrumbará antes o después. Estamos en ello.

El otro tema clave es Schengen. Consecuencia, como siempre, de querer hacer tortillas sin romper huevos, se escogió un modelo mixto europeo/estatal y ya se están viendo las consecuencias. Ahora que crujen las cuadernas del barco con un éxodo pocas veces visto, hubiera sido el momento de hacer lo obligado. Federalizar las fronteras exteriores de la UE. En lugar de eso, se ha recurrido a amenazar a Grecia, uno de los países más pobres del club, con la expulsión de Schengen. Por si fuera poco, le hemos dado a Turquía tres billones de dólares y se le ha prometido pleno acceso a la UE, e incluso supresión de visado. Teniendo en cuenta que Francia ha dicho y repetido que Turquía no entrará en Europa sin un referendo previo, y dado que la población de Turquía son 75 millones de personas, tanta contumacia estatalista me tiene perplejo. ¡Con lo barato y fácil que hubiera sido crear una 'border patrol' siguiendo el modelo americano!

Más de lo mismo. El pasado 5 de febrero se encuentran en Roma Renzi y Mark Rutte, presidente por turno del Consejo europeo. ¿De qué hablan? Del plan Schauble/Lammers de 1995. Empezar por federar de verdad con Parlamento común Alemania, Francia y Luxemburgo, e ir añadiendo luego países según vayan aproximándose a los estándares centrales. Renzi ha sido categórico. Ni hablar. Eso sería dividir Europa. Falso. La salida de Renzi es una manera retórica de rechazar el comienzo de una Europa federal, como ya se rechazó 20 años antes.

Y así vamos tirando, y en este sinvivir Europa se nos muere. Tenemos una demografía lamentable, a la que no corregiría ni siquiera la inmigración que rechazamos. Y por si fuera poco, hay muertes voluntarias. Francia, cuya agricultura ha sido siempre la envidia del mundo, tiene un índice de suicidio de agricultores que triplica el de los cuellos blancos. Digamos para contextualizar el problema que la UE gasta al año 60 bn de euros en ayudas agrícolas de los que Francia se lleva casi un 20%. Para aclarar el tema todavía más, recordaremos que los agricultores franceses no se suicidan por amor como Werther. Se suicidan por estrés económico: tienen miedo a perder la granja, a no poder pagar sus deudas, etc. ¿Cómo nos va a extrañar que, en un entorno así, ascienda Le Pen en un país donde el populismo y la extrema derecha han sido siempre cosa normal? Yo todavía recuerdo el relato de Sartre 'L'enfance d'un chef'. El fin del paradigma gaullista, traído por la globalización, hubiera debido combatirse con más Europa, único modo de eliminar las externalidades de 28 entornos disparejos. Incapaces de hacerlo, es normal que nos pase lo que a las unidades en combate. Si no avanzas, te retiras en orden. Si lo haces en desbandada, te liquidan.

El tema de la defensa también refleja la crisis de mi querida Europa. Como no tenemos defensa común, nos apoyamos en la OTAN. Pues bien: una reciente encuesta del Pew Research Center (6 de agosto de 2015) para Foreign Policy, revela que solo el 48% de los españoles y de los británicos estaría dispuesto a ayudar a los bálticos si les atacase Rusia. Salvaría la situación Polonia, donde el porcentaje llegaría al...¡49%!

Mi opinión es que, viejos ciudadanos del mundo, y con largos siglos de experiencia a las espaldas, los europeos no nos creemos la doctrina oficial de que Rusia sea un enemigo existencial, como lo fue la URSS, ni de que los bálticos estén en peligro de nada.

Por si fuera poco, Polonia, los bálticos, y antiguos países socialistas en general (sobre todo Hungría, aunque no es la única) no parecen muy entusiasmados con la idea de una democracia liberal, en lo que se parecen al este alemán (epicentro, Leipzig), lo que ratifica las reservas que los estrategas norteamericanos hicieron valer cuando, ante su asombro, Europa se extendió por los antiguos dominios soviéticos sin mayor reflexión.

El que en medio de tanta desgracia se pudiese ir Reino Unido es cosa menor. Además, y para el que no conozca bien Reino Unido, las Islas no se irían del todo ni con agua caliente.

Guinda final. En 1956, la URSS y los EEUU echaron a Francia y Reino Unido del Canal de Suez, lugar tradicional de influencia europea. Ayer leí que el próximo 1 de marzo habrá alto el fuego en Siria mediado por Rusia y EEUU: Suez 2.0.

Los ingleses tienen una expresión que usan mucho en su vida política: arenque rojo ('red herring'). Posible traducción al español: maniobra de diversión. Pues eso es el 'Brexit'. Una asombrosa manera de no hablar del problema de verdad: la UE.

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