Mondo Cane
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Estos son los objetivos que Corea del Norte se ha fijado para un ataque nuclear
Un estudio investiga la doctrina nuclear norcoreana a partir de sus propias fuentes. La buena noticia es que el programa balístico de Pyongyang parece haber entrado en punto muerto
Llevábamos ya algún tiempo sin asistir al lanzamiento de un misil norcoreano. Desde mediados de septiembre, el régimen de Pyongyang había mantenido un perfil relativamente bajo, limitando su belicosidad a la retórica, pero sin respaldarla con acciones. Ayer por la noche, sin embargo, Corea del Norte volvió a las andadas, probando un supuesto misil balístico intercontinental (ICBM) Hwasong-15 a 4.000 metros de altitud, que se desintegró antes de caer sobre aguas de Japón. La televisión estatal norcoreana asegura que el proyectil es “el ICBM más poderoso, que logra el objetivo de completar el desarrollo del sistema de armamento de misiles marcado por la República Democrática Popular de Corea”.
El misil voló durante 50 minutos a una trayectoria elevada, alcanzando una altitud 10 veces superior a la órbita de la Estación Espacial Internacional, hasta descender a unos 1.000 kilómetros de las costas japonesas. El físico David Wright, experto en misiles del grupo de investigación independiente Unión de Científicos Preocupados, ha calculado que, de haber sido lanzado en una trayectoria normal, el misil tendría un rango de casi 13.000 kilómetros, suficiente para alcanzar Washington, el resto de la costa occidental de EEUU, Europa o Australia.
Así las cosas, no es de extrañar que se esté volviendo a prestar atención a la posibilidad de un ataque norcoreano, remota pero no inconcebible, especialmente si la Administración Trump cierra definitivamente todas las vías diplomáticas para resolver la crisis. Por ejemplo, un estudio del European Council on Foreign Relations, publicado este mismo mes, analiza cuál es la doctrina nuclear de Corea del Norte, y cuáles son los objetivos que el país atacaría en caso de guerra. Entre ellos, los principales núcleos urbanos de Japón y Corea del Sur, pero también Manhattan, el Pentágono y las mayores ciudades de EEUU.
El estudio señala que, a diferencia de otros países, Corea del Norte carece de un documento oficial que establezca dicha doctrina. Lo más parecido es una ley de 2013, que formaliza el pretendido estatus del país como potencia nuclear y proporciona, según los investigadores, “un marco que permite comprender las circunstancias en las que Corea del Norte contempla utilizar armamento nuclear”. La primera conclusión significativa es que el país no distingue entre ser víctima de un ataque convencional o de uno nuclear, y establece que en cualquiera de los dos casos recurriría a su arsenal atómico.
La razón es lógica: ante la certeza casi total de que el régimen saldría derrotado en una guerra contra sus enemigos, el principal elemento disuasorio con el que cuenta es el conocimiento de que, en cualquier caso, dicha guerra sería terriblemente devastadora para estos. Algo que deben tener en mente los planificadores militares del Pentágono que estos días, a petición de Trump, estudian una operación 'limitada' contra Corea del Norte. “La doctrina nuclear de Corea del Norte está determinada en gran medida por sus limitaciones tecnológicas. Sin la certeza de que su arsenal pueda sobrevivir a un primer ataque de sus enemigos, la disuasión de Pyongyang descansa en la amenaza de ser este quien lance el primer ataque”, dice el estudio.
La ley de 2013 también establece que Corea del Norte descarta el uso de armas atómicas contra estados no nucleares, “a menos que se unan a un Estado hostil con armas nucleares en una invasión y ataque contra la República Democrática Popular de Corea”. Tal y como señala el estudio, “esto es una amenaza dirigida a Corea del Sur y Japón, y a los otros aliados estadounidenses que podrían unirse a una coalición internacional en caso de guerra”.
La mayoría de los medios suelen traducir el término 'preemptive strike' como 'ataque preventivo'. Sin embargo, en inglés existe una enorme diferencia entre los vocablos 'preemptive' y 'preventive': mientras el último busca impedir que un enemigo haga algo en el futuro, el primero tiene como objetivo tratar de impedir una agresión inminente. La doctrina norcoreana —a diferencia de la estadounidense, que se ha reservado el derecho de atacar Corea del Norte para impedir que desarrolle capacidades que amenacen el territorio de EEUU— solo contempla la primera opción: el uso de armamento nuclear si percibe que están en marcha los preparativos de una ofensiva contra el país. Un concepto que podemos denominar 'respuesta preventiva'.
En ese sentido, el lanzamiento del último misil no es una noticia tan mala como podría parecer. La semana pasada, los servicios secretos surcoreanos informaron al Comité de Inteligencia de la Asamblea Nacional de su país de que Pyongyang parecía haber alcanzado un punto muerto en su programa balístico, al toparse con un obstáculo por ahora insalvable: la falta de tecnología que permita la reentrada en la atmósfera de los misiles a su regreso de la órbita terrestre, necesaria para que los misiles puedan recorrer distancias intercontinentales. Para ello, la cabeza nuclear debe estar protegida de temperaturas superiores a los 7.000 grados centígrados y velocidades de Mach 24, o unos 18.500 kilómetros por hora. El estallido del cohete sobre Japón parece confirmar que, de momento, el ejército norcoreano carece de esa capacidad.
Eso quiere decir que, a menos que un futuro lanzamiento confirme que puede llegar hasta el territorio continental estadounidense, los objetivos que se marca Pyongyang al otro lado del océano no son realistas por el momento. Eso no significa que Corea del Norte no pueda ya causar mucho daño en su entorno cercano, que sí está al alcance de sus medios actuales.
“La estrategia de 'respuesta preventiva' es particularmente peligrosa dadas las limitadas capacidades de inteligencia y reconocimiento del país, que las fuentes norcoreanas reconocen de forma indirecta. No hay que leer mucho entre líneas para concluir que unos ejercicios militares conjuntos a gran escala entre EEUU y Corea del Sur podrían llevar a un desastroso error de cálculo de Corea del Norte. Al carecer de inteligencia sólida, el Ejército Popular de Corea podría concluir fácilmente que unas operaciones militares de EEUU en la península serían el primer paso de un ataque inminente para lograr un cambio de régimen y un desarme nuclear, lo que resultaría en una respuesta nuclear 'preventiva' por parte de Pyongyang”, opinan los autores del estudio. De momento, ante el último lanzamiento, el presidente Trump se ha limitado a decir: “Es una situación que vamos a manejar”. No parece muy tranquilizador.
Llevábamos ya algún tiempo sin asistir al lanzamiento de un misil norcoreano. Desde mediados de septiembre, el régimen de Pyongyang había mantenido un perfil relativamente bajo, limitando su belicosidad a la retórica, pero sin respaldarla con acciones. Ayer por la noche, sin embargo, Corea del Norte volvió a las andadas, probando un supuesto misil balístico intercontinental (ICBM) Hwasong-15 a 4.000 metros de altitud, que se desintegró antes de caer sobre aguas de Japón. La televisión estatal norcoreana asegura que el proyectil es “el ICBM más poderoso, que logra el objetivo de completar el desarrollo del sistema de armamento de misiles marcado por la República Democrática Popular de Corea”.