Mondo Cane
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Los turbios negocios de Flynn, el hombre que puede arrastrar a Trump en su caída
La atención mediática está puesta en la relación entre el exasesor de seguridad nacional y Rusia, pero en los últimos dos años su empresa de inteligencia privada ha tenido otros clientes discutibles
Solo tenemos la versión del recién llegado, que apareció más tarde, cuando la conversación estaba acabando. Pero lo que oyó le puso los pelos de punta: los hombres estaban discutiendo cómo enviar al clérigo exiliado Fethullah Gülen de vuelta a Turquía, por las buenas o por las malas. Entre ellos estaban el ministro de Justicia turco, Mevlütl Çavusoglu, y Berat Albayrak, el yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan. La otra figura de importancia era el que parecía el promotor de la idea, el asistente de seguridad nacional de la Administración Trump, el general Michael Flynn, que venía secundado por su hijo.
Fethullah Gülen es el archienemigo de Erdogan: líder de un movimiento religioso similar en algunos sentidos al Opus Dei, y que, como este, poseía un enorme conglomerado de empresas e instituciones educativas, dedicadas a la formación de futuras elites y a la búsqueda de influencia política. Durante muchos años, el Hizmet ("Servicio") de Gülen fue un estrecho aliado del Gobierno de Erdogan, hasta que ambos personajes se enfrentaron y el mandatario turco empezó a purgar y a perseguir sus actividades y a sus miembros. La historia es demasiado larga para contarla en detalle, pero baste decir que Erdogan acusa a los gülenistas —considerados oficialmente una organización terrorista en Turquía— de estar detrás del intento fallido de golpe de estado en 2016.
Gülen, que lo niega todo, vive exiliado en Pensilvania desde 1999, y desde 2008 tiene garantizada la residencia permanente en EEUU. Hasta la fecha, las peticiones del Gobierno turco para lograr su extradición han caído en saco roto. Hasta que llegó Donald Trump. O más bien, hasta que llegó Flynn.
Según el recién llegado, lo que se estaba describiendo en aquella habitación "era una operación encubierta al amparo de la noche para llevarse al tío de contrabando", al parecer montándole en un jet privado y llevándole directamente hasta la isla-prisión de Imrali, en el mar de Mármara frente a la costa de Estambul. Y de ese tipo de acciones, él sabía un rato: se trata nada menos que de James Woolsey, exdirector de la CIA con Bill Clinton y durante unos meses miembro de la campaña de Trump. Woolsey ha relatado el encuentro con pelos y señales a la CNN y probablemente da gracias al cielo por haber salido de aquel avispero a tiempo.
El encuentro se celebró en septiembre de 2016, y aparentemente fue inconclusivo. Según el 'Wall Street Journal', una segunda reunión tuvo lugar en el "club 21" de Washington en diciembre —con Trump ya confirmado como futuro presidente pero sin haber tomado posesión del Despacho Oval—, en la que representantes turcos le ofrecieron a Flynn 15 millones de dólares por organizar el secuestro y la extradición de Gülen. Tanto los abogados de Flynn como la Embajada turca en EEUU han desmentido firmemente las acusaciones, pero eso no ha impedido que el fiscal especial Robert Mueller las esté investigando seriamente.
Pero la relación entre la empresa del exmilitar (Flynn Intel Group, que fundó tras ser forzado a abandonar el ejército) y Turquía parece acreditada: la firma recibió 530.000 dólares de una empresa holandesa llamada Inovo BV, que sirve como filial europea de Inovo Türkiye, un grupo empresarial propiedad de Ekim Alptekin, un hombre de negocios cercano a Erdogan. Muchos observadores, de hecho, creen que el dinero probablemente proviene del Gobierno turco. Estos negocios pueden constituir un caso más sólido y serio que los encuentros que Flynn mantuvo con el embajador ruso Serguéi Kislyak y sobre los que no informó, ni siquiera bajo juramento, lo que en último término provocaría su salida de la Administración Trump.
Tras ese pago, Flynn lideró una campaña de descrédito contra Gülen, que incluyó un artículo firmado por él mismo en la publicación 'The Hill', en la que decía cosas como esta: "Para los profesionales en la comunidad de inteligencia, la estampa del terror está por todos los comentarios del mulá Gülen (...). Washington ha sido embaucado por esta fuente enmascarada de terror e inestabilidad que ha anidado cómodamente en nuestro patio trasero". Flynn apoyaba la petición de extradición turca: "Las fuerzas del islam radical derivan su ideología de los clérigos radicales como Gülen, quien está llevando a cabo un engaño. No debemos proporcionarle un santuario".
Ese pago, de hecho, acabó por meter en problemas a Flynn, quien convenientemente "olvidó" declarar que estaba actuando en beneficio de otro país, tal y como exige la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA), algo que solo hizo cuando este detalle fue revelado por la prensa estadounidense. Pero podría enfrentarse a cargos de fraude y blanqueo de dinero. Y no es el único negocio oscuro del Flynn Intel Group: el exmilitar también participó en un acuerdo energético por valor de 100.000 millones de dólares, para que la empresa rusa Rosatom construyese centrales nucleares en Arabia Saudí, Israel y Egipto. Flynn viajó a estos tres países, pero no informó a las autoridades. De haberlo hecho, jamás habría obtenido la credencial de seguridad necesaria para convertirse en asesor de seguridad nacional de la nueva Administración. Pero cuando se descubrió que había mentido, Trump no tuvo más remedio que cesarle. Apenas duró 24 días en el cargo.
Esa, de hecho, no es la acusación más grave a la que se enfrenta. Si se demuestra que efectivamente planeó el secuestro de Gülen a cambio de una prestación económica de un gobierno extranjero, y que su hijo estaba al tanto, ambos podrían ser condenados a largas penas de prisión. "Cualquiera que se implique en un intento de traer dinero al país con el propósito de secuestrar a alguien está violando el estatuto, y es un crimen penado con 20 años", opina Michael Zeldin, analista legal de la cadena CNN. "Y teóricamente, si llevaran a cabo este secuestro internacional y el Gobierno turco mata a ese tío, eso podría implicar una cadena perpetua para los Flynn. Uno realmente no quiere verse envuelto en un plan como ese, sin importar lo arruinado que se esté", indica Zeldin.
La implicación de su hijo, de hecho, parece ser el punto débil de Flynn, y podría ser el motivo por el que parece haber aceptado cooperar con el fiscal Mueller: el viernes, Flynn se mostró dispuesto a testificar que fueron figuras importantes de la campaña de Trump quienes le ordenaron establecer contacto directo con Rusia. Mueller parece haberle ofrecido a Flynn centrarse en la acusación de falso testimonio —penada con 5 años de prisión— y dejar de lado los otros negocios del Flynn Intel Group, lo que dejaría fuera a su vástago, que de otro modo, en su cargo de jefe de personal de la empresa de su padre, estaría expuesto a una persecución legal.
Hasta ahora, todos los imputados en el llamado "Rusiagate" eran piezas relativamente secundarias, individuos que habían formado parte de la campaña de Trump pero solo durante unos meses. Flynn es el primero que ha servido directamente en su Gobierno, y como tal es un trofeo mayor en la investigación. Y el hecho de que Mueller le haya ofrecido un trato quiere decir que el fiscal va a por alguien aún mayor. Tal vez Jared Kushner, el yerno de Trump. O tal vez el propio presidente.
Lo extraño es que Trump parece haber sentido una debilidad especial por Flynn, y ha llegado muy lejos para intentar protegerle, hasta el extremo aparente de pedirle al director del FBI, James Comey, que "lo dejara correr", y de despedir posteriormente a Comey cuando este se negó a hacerlo. Algo que muchos juristas estadounidenses creen que puede constituir un delito de obstrucción a la justicia. "Irónicamente, la cooperación de Flynn contra Trump podría proporcionar la base de los cargos contra Trump por sus esfuerzos por proteger a Flynn", escribe Barbara McQuade en la publicación 'The Daily Beast'. El calvario legal de Trump no ha hecho más que empezar.
Solo tenemos la versión del recién llegado, que apareció más tarde, cuando la conversación estaba acabando. Pero lo que oyó le puso los pelos de punta: los hombres estaban discutiendo cómo enviar al clérigo exiliado Fethullah Gülen de vuelta a Turquía, por las buenas o por las malas. Entre ellos estaban el ministro de Justicia turco, Mevlütl Çavusoglu, y Berat Albayrak, el yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan. La otra figura de importancia era el que parecía el promotor de la idea, el asistente de seguridad nacional de la Administración Trump, el general Michael Flynn, que venía secundado por su hijo.