Es noticia
Constantes geopolíticas de la región de Oriente Medio y Norte de África
  1. Mundo
  2. Reflexiones europeas
Juan González-Barba Pera

Reflexiones europeas

Por

Constantes geopolíticas de la región de Oriente Medio y Norte de África

Europa, ligada por geografía e historia a la región de Oriente Medio y Norte de África, debe siempre tener presentes sus elementos neurálgicos

Foto: El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. (Europa Press/APA Images/Presidencia de Turquía)
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. (Europa Press/APA Images/Presidencia de Turquía)

En un artículo anterior analicé cómo se relacionaron entre sí algunos acontecimientos que sucedieron en 1979, cuya suma e influencia recíproca ayudan a comprender la crisis en que nos encontramos. El año de 1979, pero también el cuatrienio 2022-2025, son coyunturas especiales porque permiten visualizar manifestaciones puntuales de grandes constantes de la geopolítica y de la historia, desde luego en Eurasia y África del Norte, a las que se añadió Norteamérica en el siglo XX, como regiones motrices de la historia humana desde la revolución neolítica. A continuación se enumeran, con breves comentarios, las principales localizadas en la región de Oriente Medio y África del Norte en sentido amplio, y en otro artículo se expondrá el eje horizontal que estructura Eurasia.

Las grandes civilizaciones inspiradas -con independencia del grado de secularización alcanzado- en las tres religiones del mismo tronco abrahámico (judaísmo, cristianismo e islam) están profundamente imbricadas. A lo largo de la historia, esta trabazón se ha traducido tanto en una intensa polinización como en una alta conflictividad. Estados Unidos, cuya incorporación a la civilización cristiana ha sido relativamente tardía, está por esta razón mucho más concernido por lo que suceda en el Norte de África y Oriente Medio que China, a pesar de que ésta incluye en su territorio algunas minorías de fe islámica, siendo la más conocida la uigur.

La participación de Estados Unidos en el devenir de la región, iniciada con la Primera Guerra Berberisca (1801-1805) contra la piratería berberisca, no ha hecho sino incrementarse desde entonces, especialmente tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando sustituiría a franceses y británicos como el principal actor occidental. Las manifestaciones actuales más conocidas son su alianza con Israel y con Arabia Saudí, su hostilidad hacia Irán desde la crisis de los rehenes, su protagonismo mediador y garante del acuerdo de paz entre Israel y Egipto, su lucha contra el yihadismo, especialmente tras el 11-S, y las invasiones de Afganistán e Irak, saldadas con un balance negativo. El alcance del pivote a Asia quedará siempre condicionado por la situación en Oriente Medio y Europa, como muestran las guerras de Ucrania y de Gaza. En estas regiones se espera mucho más de Estados Unidos que de China, incluso si su voluntad es soltar lastre en Europa y Oriente Próximo para concentrarse en el resto de Asia.

En la región de África del Norte y Oriente Medio en sentido amplio han descollado los países o imperios que han controlado la cuenca baja del Nilo y el altiplano iraní, en los que se observa una notable continuidad entre predecesores y sucesores por diferentes que hayan sido sus regímenes y religiones prevalentes. La importancia de la República de Egipto actual también estriba en su conciencia de ser heredera del Egipto faraónico, helenístico, romano-bizantino, árabe, fatimí, ayubí, mameluco y otomano. La guerra de Suez en 1956 marcó formalmente el fin de la hegemonía británica. El acuerdo de paz entre Egipto e Israel de 1979 fue la condición sine qua non para que se instalara la perspectiva de una paz generalizada con Israel. La primavera árabe no habría tenido la repercusión que tuvo si no hubiera prendido la revolución en Egipto. Sin el concurso egipcio habría sido imposible alcanzar un alto el fuego en la guerra de Gaza en 2025. No se debe perder de vista el contencioso entre Egipto y Etiopía a cuenta de la Gran Presa del Renacimiento, que, si no es bien gestionado, podría convertirse en un conflicto muy desestabilizante para toda la cuenca del Nilo y el Cuerno de África, ya sacudidos por los conflictos sudanés y somalí.

Foto: espana-europa-centralidad-mediterraneo-america-1hms Opinión
TE PUEDE INTERESAR
España y Europa: entre la centralidad y la periferia
Juan González-Barba

La República Islámica de Irán marcó con su implantación revolucionaria en 1979 la historia de la región como pocos acontecimientos. La pretensión de fundar en buena medida su legitimidad en la eliminación de Israel ha conseguido frustrar cualquier tentativa de paz entre israelíes y palestinos, y de hecho el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA) fue percibido como el primer paso para incorporar a Irán a un gran acuerdo regional de paz y estabilidad. El advenimiento del islam no se entiende sin tener en cuenta la rivalidad entre bizantinos y sasánidas persas. Asimismo, el califato abasida está profundamente impregnado de influencias culturales, políticas y sociológicas persas.

La dinastía safávida reintrodujo la rama chií del islam como factor relevante en el mundo musulmán. La Persia aqueménida fue el arquetipo de imperio terrestre para ulteriores imperios, con su énfasis en la red de comunicaciones, la tolerancia religiosa y la preferencia por un control indirecto a través de los tributos. La crisis medioambiental y demográfica sin precedentes a la que se enfrenta la República Islámica de Irán la obligará a tomar decisiones drásticas -por ejemplo, rebajar el nivel de su hostilidad hacia Israel-, a fin de poder dedicar más recursos para paliarla, en la actualidad mermados por las sanciones y, los que hay, canalizados desproporcionadamente hacia el ejército, incluidos los pasdaranes, y el programa de armamento. Un replanteamiento de la República Islámica de Irán de su misión y propósito tendría un impacto directo en toda la región y más allá.

Foto: aburrimiento-union-europea-politica-consenso-1hms Opinión
TE PUEDE INTERESAR
¡Viva el aburrimiento!
Juan González-Barba

Por razones puramente históricas, las potencias de la región que controlen las dos ciudades santas, La Meca y Jerusalén, ejercerán enorme influencia en el vasto espacio que conforman las civilizaciones de inspiración judía, cristiana y musulmana. Incluso si se trata de países de reciente creación, como es el caso de Arabia Saudí, fundada en 1932, e Israel, fundado en 1948. Ambos, por el peso de la herencia que han asumido, basarán siempre buena parte de su legitimidad en la religión, en una búsqueda constante del equilibrio con la realidad circundante: así, se aprecia en Arabia Saudí una tendencia hacia la moderación de los extremos wahabíes, especialmente tras el repunte que se produjo de resultas de la toma de la Gran Mezquita en 1979, y, en Israel, una mayor religiosidad desde el secularismo militante de los fundadores, especialmente después de la Segunda Intifada, aprovechando un marco identitario que siempre estuvo caracterizado por la condición de judío.

La relativa precariedad geopolítica de Arabia Saudí e Israel -desde el final de la época de los cuatro califas ortodoxos y del reino de la dinastía davídica, La Meca y Jerusalén siempre fueron controladas por un imperio que no situó en ambas ciudades su centro de poder- la compensan con un sistema de alianzas en la que Estados Unidos es la clave de bóveda, y con una fuente de riqueza y poder proveniente en un caso de los recursos de hidrocarburos y en otro de la excelencia tecnológica y la industria militar. El frustrado acuerdo de Abraham entre Israel y Arabia Saudí bajo el patrocinio norteamericano, uno de los detonantes del ataque terrorista de Hamás en octubre de 2023, tenía el potencial de haberse convertido en el eje definidor de la región, con relegamiento de Irán. Tres de sus organizaciones protegidas, Hamás, Hezbolá y los hutíes, enconados rivales de sus respectivos vecinos, tenían el máximo interés en sabotearlo, como consiguieron hacer, al menos de momento.

Afganistán e Irak son dos espacios centrales en el juego de poder de Oriente Medio e incluso euroasiático. Mackinder situaba en Afganistán el centro neurálgico del poder en Eurasia. Ha sido, desde luego, centro y no periferia del mundo musulmán, como revelan las grandes personalidades que dio la región histórica del Gran Khorasán, así Avicena, el Farabi, Omar Khayyam o Ferdaui, por citar unos pocos, y las dinastías de que ha sido cuna, como la samánida, gaznávida, selyúcida y timúrida. El gran juego decimonónico entre los imperios ruso y británico orbitaba en torno al control de su territorio. Se convirtió en uno de los refugios del yihadismo internacional. La URSS a partir de 1979 y posteriormente Estados Unidos a partir de 2001 fracasaron en su intento de forzar una orientación del país favorable a sus intereses. La salida precipitada de las tropas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021 fue el preámbulo de los conflictos definidores de la época que abre el cuatrienio 2022-2025. Incluso podría decirse que fue el detonante, al percibir actores hostiles a Occidente un signo de debilidad de su portaestandarte.

Foto: identidad-europea-diversidad-democracia-1hms Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El modo de vida europeo
Juan González-Barba

La región de Mesopotamia ha sido cuna de civilizaciones, controlada sucesivamente por cinco imperios que tuvieron en ella su epicentro, a saber, el sumerio, el acadio, el babilónico, el asirio y el neobabilónico o caldeo. Desde la conquista por el imperio aqueménida en el siglo VI a.C. pasó a ser gobernada por imperios cuyo centro de poder había estado originalmente fuera de la región, aunque con el tiempo se aclimataron y establecieron en Mesopotamia sus respectivas capitales, como ocurrió con los partos y los sasánidas, que la fijaron en Ctesifonte, y con los abasidas del califato musulmán, que lo hicieron en Bagdad.

La invasión mongola destruyó Bagdad en 1258 y arrasó con el sistema de canalizaciones que había permitido, a partir de la revolución neolítica, el auge de la agricultura, fuente del poder político mesopotámico. Desde entonces, la región perdió relevancia, que sólo recuperó con el descubrimiento del petróleo a principios del siglo XX. El Irak independiente ha sido uno de los focos de las luchas por el poder en Oriente Medio, con repercusiones sentidas más allá de sus límites, como demuestra la militancia baathista en favor del nacionalismo árabe y la causa palestina, la guerra Irán-Irak (1980-1988), consecuencia inmediata de la revolución iraní de 1979, la guerra del Golfo (1990-1991), la invasión y ocupación norteamericanas de Irak (2003-2011) y el surgimiento del Daesh, que proclamó el califato islámico en partes de Irak y Siria en 2014, hasta su derrota en 2017 por una alianza internacional.

A caballo entre esta región y Europa se encuentra la República de Turquía. La península de Anatolia y los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos han marcado otro centro de poder histórico desde que el emperador Constantino fundase Constantinopla en el siglo IV. El Imperio Romano de Oriente, Bizancio y el Imperio Otomano han precedido a Turquía en el control de dicho espacio. En función de dónde se hallara el resto de sus territorios, la potencia que controlara Anatolia y los estrechos basculaba hacia occidente u oriente. Así, Anatolia, aunque geográficamente asiática, estuvo políticamente vinculada a Occidente con la Roma antigua y Bizancio, lo fue a Oriente Medio durante los otomanos, y de nuevo ha vuelto a estar ligada a Occidente a través de la República turca.

Tampoco Turquía fue ajena a los efectos de los grandes acontecimientos de 1979. De hecho, la revolución islámica iraní acrecentó entre la cúpula militar turca el temor a que el islamismo turco pudiera deshacer el legado kemalista. Erbakan, líder del MSP, representaba entonces el islam político turco, y había sido incorporado por el primer ministro Demirel al Gobierno de coalición del llamado "Frente Nacional" de 1975-1977. En 1980, el jefe de Estado Mayor del Ejército turco Kenan Evren protagonizó un golpe de Estado que instauró un régimen militar hasta 1983. La impronta que dejó el fundador de la República, Kemal Atatürk, ha podido ser matizada, pero no sustancialmente modificada por Erdogan, heredero político de Erbakan, desde su acceso al poder en 2003. El país es miembro del Consejo de Europa, miembro de la OTAN y candidato a la UE, aunque el proceso de adhesión quedara congelado en 2016 por la deriva iliberal de su Gobierno. Al propio tiempo, ha aumentado su presencia internacional en regiones alejadas del radio de acción de todos los que precedieron a la República turca en el control de Anatolia y los estrechos.

Foto: ue-crisis-geopolitica-1979-1hms Opinión
TE PUEDE INTERESAR
1979
Juan González-Barba

Precisamente por su condición de bisagra entre Europa, el Mediterráneo, Oriente Medio, el mar Negro, el Cáucaso y Asia Central, Turquía, como sus predecesores, ha tenido y tiene enorme valor geopolítico. En el cuatrienio 2022-2025, que inaugura una nueva época histórica, Turquía ha desempeñado un destacado papel en todos los acontecimientos que han marcado estos años: guerra de Ucrania, guerra de Gaza, guerra entre Armenia y Azerbaiyán, y está llamada a desempeñar un papel muy relevante en la estrategia de defensa de Europa, por su condición de miembro de la OTAN, aunque no lo sea de la UE, estatuto que comparte con el Reino Unido, Noruega e Islandia entre los países europeos.

Turquía es el nexo natural para considerar, tras este somero análisis de las constantes históricas de la región de Oriente Medio y África del Norte en sentido amplio, el eje horizontal que estructura Eurasia, a saber, la relación entre China, Rusia, Europa y, desde el siglo XX, también Estados Unidos, en su doble conexión atlántica y a través del estrecho de Bering, lo que haré en otro artículo.

En un artículo anterior analicé cómo se relacionaron entre sí algunos acontecimientos que sucedieron en 1979, cuya suma e influencia recíproca ayudan a comprender la crisis en que nos encontramos. El año de 1979, pero también el cuatrienio 2022-2025, son coyunturas especiales porque permiten visualizar manifestaciones puntuales de grandes constantes de la geopolítica y de la historia, desde luego en Eurasia y África del Norte, a las que se añadió Norteamérica en el siglo XX, como regiones motrices de la historia humana desde la revolución neolítica. A continuación se enumeran, con breves comentarios, las principales localizadas en la región de Oriente Medio y África del Norte en sentido amplio, y en otro artículo se expondrá el eje horizontal que estructura Eurasia.

Noticias de Oriente Medio Noticias de África Egipto Irán Israel Arabia Saudí Afganistán Irak
El redactor recomienda