Tribuna Internacional
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La Unión Europea tiene una única misión para Borrell, pero no le va a dejar cumplirla
Los problemas serios de Josep Borrell empezarán el 1 de noviembre, cuando asuma oficialmente el cargo de jefe de la diplomacia europea
Los Estados miembros de la Unión Europea tienen la potestad de decidir sobre su política exterior. Al mismo tiempo, Ursula von der Leyen, que asumirá la presidencia de la Comisión Europea el 1 de noviembre, ha afirmado que su Comisión ya no será solo “política”, como en su momento afirmó Juncker de la suya, sino “geopolítica”. “Quiero que la Unión Europea sea el guardián del multilateralismo”, dijo al presentar a su equipo y la nueva estructura de la Comisión. ¿En qué lugar deja eso a su alto representante para la política exterior, Josep Borrell?
Borrell comparece ante la Comisión de Exteriores del Parlamento Europeo el próximo lunes 7. Previsiblemente, será ratificado en el cargo. Ni los socialistas, el grupo al que pertenece, ni el PP van a presionarle demasiado. Otros podrían pincharle con asuntos como su dimisión como presidente del Instituto Universitario Europeo en 2012 por incompatibilidad con su pertenencia al consejo de Abengoa. O puede que le pregunten cómo podrá mediar en una de las crisis diplomáticas europeas más importantes, las relaciones entre Serbia y Kosovo, cuando España no reconoce al segundo como país independiente.
No será un mero trámite: el Parlamento ha tumbado a dos candidatos para otros puestos de comisario y este miércoles se decidió que la comisaria propuesta por Francia deberá someterse a un cuestionario por escrito y quizá a una nueva audiencia antes de ser ratificada. Pero Borrell, sobre todo si no comparece predispuesto a irritar a los europarlamentarios - necesita el apoyo de dos tercios de los coordinadores de los grupos para despejar su nombramiento - debería pasar.
Sus problemas serios, con todo, empezarán el 1 de noviembre, cuando asuma oficialmente el cargo (y deje de ser el ministro de Asuntos Exteriores español). “La idea de Von der Leyen de pasar de una ‘comisión política’ a una ‘geopolítica’ se basa en la creación de dosieres estratégicos como ‘La Europa digital’ o el ‘Green New Deal’, y en que estos sean tranversales para que hasta las políticas más ‘internas’ tengan en cuenta el impacto de las dinámicas geopolíticas”, dice Camino Mortera, investigadora del Center for European Reform, un “think tank” con sedes en Bruselas, Londres y Berlín. Es decir, supone el reconocimiento de que la Unión Europea tendrá que gobernarse teniendo en cuenta que debe responder a una nueva situación. Una en la que Estados Unidos es un aliado dudoso y China, como dijo la propia Comisión, es un “rival sistémico”.
Una UE con muchas voces
El mayor reto de Borrell será de coordinación. Puesto que los países pueden tomar sus decisiones, y además Borrell no es uno de los tres “súper vicepresidentes de la Comisión”, tendrá difícil reforzar su posición institucional y hacerse oír en las capitales para intentar que establezcan una política exterior coherente por sí misma y con las políticas internas de la UE, entre ellas, una renovada política industrial. Economía y exteriores irán -o deberían ir- más de la mano que nunca.
A esto se suman los dos principales problemas que hereda: las relaciones con Estados Unidos y China. Por lo que respecta a Estados Unidos, se enfrentará a dos asuntos complejos. El primero, el acuerdo nuclear con Irán, del que Estados Unidos se ha retirado pero que la UE quiere preservar para impedir una escalada que acabe en un enfrentamiento bélico. Y el segundo, la seguridad europea, puesto que la relación transatlántica pasa por su peor momento desde la Segunda Guerra Mundial, y más allá de los tuits y los cambios de humor de Trump, parece evidente que en Washington se ha instalado la creencia de que Europa debe hacer más por su defensa.
Además, como recordaba hace unos días Jean Pisani-Ferry en Bruegel, otro 'think tank', “el uso de la centralidad del sistema financiero estadounidense y de la divisa estadounidense para imponer unilateralmente las preferencias de Estados Unidos es un golpe a la soberanía de Europa”. Hasta ahora, decía, la respuesta ha sido parcial: “Es necesaria una estrategia más amplia para un contexto en el que los socios y los competidores están dispuestos a que las relaciones económicas sirvan a objetivos geoestratégicos más amplios”.
Por otro lado, debido en parte a la libertad que tienen los Estados miembros, “a la UE le ha costado muchísimo tomar una posición clara sobre China”, dice Mortero. Una dificultad que China ha tratado de explotar intentando mantener relaciones bilaterales con cada uno de los Estados. Una parte importante del trabajo de Borrell será presentar a la UE como un frente unido ante las tácticas de “divide y vencerás” chinas, como recogía un estudio reciente del CERS. Sobre todo en temas como la guerra comercial, en el que la UE debe recordarse que no es una víctima del choque entre Estados Unidos y China, sino un actor más en el conflicto, o el desarrollo de las redes 5G, sobre el que ha ido postergando las decisiones y con respecto al cual deberá posicionarse.
De la economía a la geoestrategia
Borrell, pues, tendrá que asumir una coordinación de intereses potencialmente dispares y el encaje de la política exterior con otras que hasta ahora se consideraban puramente económicas “como comercio, competencia o incluso agricultura”, recuerda Mortero, y que ahora son geoestratégicas. Todo ello con la combinación de su carácter enérgico y activo y un cargo que, en realidad, es en gran medida representativo.
¿En qué se traducirá todo esto? Primero, en enormes dificultades. A las que, naturalmente, habrá que sumar el Brexit, sea con acuerdo o sin él, que tendrá un impacto importante en todos los frentes mencionados: economía, seguridad, política comercial y geopolítica. Segundo, en que la Unión Europea deberá confirmar si quiere, pese a sus muchas particularidades, convertirse en un poder global normal, es decir, una potencia con una sola voz y una agenda política coherente. Comparado con eso, la comparecencia del lunes de Borrell será un paseo.
Los Estados miembros de la Unión Europea tienen la potestad de decidir sobre su política exterior. Al mismo tiempo, Ursula von der Leyen, que asumirá la presidencia de la Comisión Europea el 1 de noviembre, ha afirmado que su Comisión ya no será solo “política”, como en su momento afirmó Juncker de la suya, sino “geopolítica”. “Quiero que la Unión Europea sea el guardián del multilateralismo”, dijo al presentar a su equipo y la nueva estructura de la Comisión. ¿En qué lugar deja eso a su alto representante para la política exterior, Josep Borrell?