Tribuna Internacional
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Una región multilateral
Muchos países euromediterráneos se han visto gravemente afectados por el covid-19 y sufrirán profundas consecuencias económicas. Más que nunca, es importante construir una agenda común
En 1995, un grupo de dirigentes visionarios de la Unión Europea y de otras comunidades del Mediterráneo propusieron una iniciativa audaz y vanguardista: el proceso de Barcelona. Esta iniciativa tenía como objetivo aprovechar los vínculos culturales, económicos y sociales entre las dos orillas del Mediterráneo y tender puentes para crear prosperidad en la región. Este año, celebramos el 25º aniversario de esta iniciativa histórica. Mientras el mundo se enfrenta a los desafíos de la pandemia del covid-19 y a las perspectivas de una prolongada recesión económica mundial, es evidente que nuestra prosperidad dependerá de manera crucial de nuestra capacidad de integración y de colaboración interregional.
En 1995, había muchos elementos que obstaculizaban la cooperación euromediterránea: sistemas políticos diferentes, enormes diferencias del PIB per cápita entre los países vecinos de la región y una complejidad geopolítica fuertemente arraigada. Sin embargo, también existía la determinación para encontrar un terreno común y fomentar la paz, la estabilidad y la prosperidad conjuntas. En los últimos 25 años, las sociedades mediterráneas han atravesado profundas transformaciones, particularmente en lo que concierne al papel de la mujer en la sociedad y la economía. La OCDE ha acompañado este proceso de transformación, haciendo de la igualdad de género un objetivo central de nuestro trabajo y promoviendo —junto a nuestros socios mediterráneos— el empoderamiento político y económico de la mujer. Hoy día, la intensificación de la interacción cultural y las nuevas redes sociales están transformando nuestras sociedades. Gracias a esta interacción, los ciudadanos del Mediterráneo, en particular los jóvenes, comparten una serie de valores, así como la aspiración a vivir en paz y seguridad, y el deseo de vivir en entornos limpios y prósperos.
El proceso de Barcelona ha contribuido a esta transformación durante los últimos 25 años. Ahora es el momento de mirar hacia los próximos 25.
La OCDE tiene una fuerte conexión con la región euromediterránea, la cual representa una síntesis de nuestro carácter global. Nos enorgullece contar con varios países miembros de ambas costas del Mediterráneo; con ambiciosos programas de país con socios como Marruecos y Egipto, y dos programas regionales, que son los más antiguos de nuestra Organización, el Programa Regional de Europa Sudoriental y la Iniciativa de Gobernanza y Competitividad para el Desarrollo de la Región MENA-OCDE. Además, nuestro nuevo centro en Estambul apoyará los esfuerzos de la OCDE para contribuir a la integración y la prosperidad de la región. También estamos trabajando mano a mano con la Unión por el Mediterráneo, con el fin de promover la integración económica de la región y el empoderamiento de las mujeres.
El 25º aniversario del proceso de Barcelona coincide con un periodo de incertidumbre global sin precedentes. Muchos países euromediterráneos se han visto gravemente afectados por la pandemia del covid-19, y todos ellos sufrirán profundas consecuencias económicas, como indicamos en las últimas Perspectivas Económicas de la OCDE. Ahora, más que nunca, es importante construir una agenda común, basada en los siguientes principios.
Tenemos que trabajar mejor y hacerlo unidos. La región está hoy mucho más preparada para aplicar una ambiciosa agenda común
En primer lugar, la agenda debe estar enfocada en la gente. La región euromediterránea sigue caracterizándose por altos niveles de disparidad económica, tanto entre los países como dentro de ellos. Por consecuencia, las estrategias de desarrollo económico deben ser incluyentes y deben centrarse en potenciar los motores de crecimiento con mayor potencial de mejorar las condiciones sociales. Muchas de nuestras sociedades no son capaces de proporcionar a los jóvenes los instrumentos y las oportunidades necesarios para prosperar, y a pesar de los progresos en materia de igualdad de género, demasiadas mujeres siguen sufriendo exclusión y discriminación. Esto no puede continuar. El crecimiento incluyente es un objetivo fundamental de nuestra Iniciativa de Gobernanza y Competitividad para el Desarrollo de la Región MENA-OCDE.
En segundo lugar, debe ser sustentable. Las joyas del Mediterráneo, sus ecosistemas, sus paisajes y sus bienes naturales están en peligro a causa de los efectos devastadores del cambio climático, como la escasez de agua, la salinización de las tierras agrícolas y los modelos urbanos no sustentables. Si no detenemos estos impactos de largo alcance, o mejor aún, si no los invertimos, serán devastadores para la región y supondrán una enorme pérdida para el mundo.
A diferencia de 1995, hoy contamos con las redes, instituciones, el conocimiento mutuo y la capacidad de llevar nuestra cooperación a nuevos niveles
En tercer y último lugar, necesitamos construir modelos económicos eficientes, basados en normas comunes que sean dinámicas y sustentables. Los países mediterráneos deben reforzar sus capacidades de innovación y adaptación, adoptar la economía digital y consolidar un modelo productivo adecuadamente integrado en los mercados mundiales. La OCDE ha prestado apoyo a los países de la región para luchar contra la corrupción, establecer las condiciones correctas para que las pymes prosperen, y proporcionar empleos y riqueza a las comunidades.
Durante los últimos 25 años, hemos presenciado niveles intolerables de sufrimiento humano, poblaciones desplazadas y tantas esperanzas y sueños rotos. La prosperidad económica y el acceso a oportunidades son condiciones previas para la paz. Tenemos que trabajar mejor y hacerlo unidos. La región está hoy mucho más preparada para aplicar una ambiciosa agenda común. A diferencia de 1995, hoy contamos con las redes, las instituciones, el conocimiento mutuo y la capacidad de llevar nuestra cooperación a nuevos niveles. Este año de aniversario debe ser un año de compromiso y decisión, mientras nos esforzamos por lograr una región euromediterránea segura y próspera.
*Ángel Gurría, secretario general de la OCDE.
En 1995, un grupo de dirigentes visionarios de la Unión Europea y de otras comunidades del Mediterráneo propusieron una iniciativa audaz y vanguardista: el proceso de Barcelona. Esta iniciativa tenía como objetivo aprovechar los vínculos culturales, económicos y sociales entre las dos orillas del Mediterráneo y tender puentes para crear prosperidad en la región. Este año, celebramos el 25º aniversario de esta iniciativa histórica. Mientras el mundo se enfrenta a los desafíos de la pandemia del covid-19 y a las perspectivas de una prolongada recesión económica mundial, es evidente que nuestra prosperidad dependerá de manera crucial de nuestra capacidad de integración y de colaboración interregional.