Es noticia
El Sáhara y el 'amigo americano'
  1. Mundo
  2. Tribuna Internacional
Corresponsales EC 10

Tribuna Internacional

Por

El Sáhara y el 'amigo americano'

EEUU y Marruecos tienen una larga historia de complicidades, que se remonta a la época de la lucha de ambos territorios por ser estados independientes

Foto: Manifestación en apoyo al pueblo saharaui
Manifestación en apoyo al pueblo saharaui

Por la intrincada medina de la antigua Tánger, por calles estrechas y bajo arcos dignos de escenarios para espías, se aparece de pronto una bella construcción que resulta ser el único Monumento Histórico Nacional de Estados Unidos fuera de su territorio. Muestra y símbolo de la antigua y estrecha relación entre ambos países, que se remonta a la guerra de la independencia. En 1777 el sultán de Marruecos Mohamed III ya colaboró con los servicios secretos de inteligencia en la lucha de las colonias americanas por su independencia. Poco puede extrañar pues el apoyo de Trump a las tesis marroquíes sobre el Sáhara- nada nuevo pero si más expresivo -, como elemento de una relación siempre muy cercana basada en la mutua seguridad.

España, que ha jugado al funambulismo en el contencioso saharaui, también colaboró no obstante en aquellos episodios que han permitido fraguar una relación especialísima entre Washington y Rabat. El gobernador español de la Luisiana Luis de Unzaga y sus cuñados malagueños Antonio y Matías de Gálvez estaban en la trama que facilitó los apoyos marroquíes a los independentistas norteamericanos, a través de Canarias y Luisiana. De aquellos apoyos, estos nuevos frutos. Bien engrasada por la hábil diplomacia de Hasán II, la relación con el amigo americano siempre se ha mantenido. Marruecos es un puente seguro en el traslado de efectivos estadounidenses a Oriente Medio (quizá más que España, desde el desabrido gesto de Zapatero a las tropas de EEUU), es un ojo vigilante en el Estrecho y hoy día especialmente en la ruta del terrorismo islamista que obliga a tener aliados que sean buenos conocedores de la cuestión.

Foto: Un reciente encuentro entre el ministro de Interior español y su contraparte marroquí. (EFE)

El bombazo informativo de Trump realmente no lo es tanto a la luz de las declaraciones oficiales desde hace años, incluidos Obama, Bush o antes el propio Reagan. No es anecdótico que el representante de Naciones Unidas para la cuestión del Sahara fuera durante años el antiguo jefe de gabinete y posterior secretario de estado de Ronald Reagan, James Earl Baker quien siempre dilató una solución que no beneficiase a Rabat.

Marruecos se ha ido ganando a pulso este espaldarazo. Desde aquellos apoyos del siglo XVIII- en la lucha de ambos territorios por ser independientes -, hasta la colaboración en la Primera guerra Mundial, el resultado de la Conferencia de Algeciras… y sobre todo en su estrecha coordinación con los servicios militares y de seguridad estadounidenses en las últimas décadas.

El regalo de navidad de Trump a Marruecos viene compensando con el establecimiento necesario de las relaciones entre Rabat y el estado de Israel, dada la larga tradición judía del país norteafricano desde la diáspora de los sefardíes provocada por los Reyes Católicos. También en Tánger, el bello cementerio judío que mira a la bahía es un recuerdo constante de su huella en estas tierras, que ya había empezado a mermar en número e influencia. No muy lejos del cementerio está la legación Americana, hoy convertida en Museo y biblioteca, con un espacio amplio y bello dedicado al escritor nómada asentado en Tánger Paul Bowles, cuyas maletas bien viajadas están apiladas en la vieja sede diplomática como un monumento a la relación entre los dos países.

Para engrasar este nuevo capítulo del buen entendimiento marroquí-americano, el dos de octubre el secretario de defensa Mark Esper hizo escala en Marruecos en su gira por el norte del África y firmó un acuerdo de cooperación en el campo estratégico militar, incluida la adquisición de armas y otros equipamientos de defensa, así como el entrenamiento de tropas y la colaboración entre los servicios de inteligencia. El anuncio de Trump es el corolario de ese amplio acuerdo, que debe llevar a España a mirar con lupa cual es su posición en este triángulo en el que queramos o no nuestro país sigue involucrado.

Foto: El presidente francés Emmanuel Macron. (Reuters)

Rebrota ahora por tanto la cuestión del Sahara y del Frente Polisario, que parecía semi enterrada bajo una buena capa de arena desértica. Más allá de la película documental de Álvaro Longoria con Javier Bardem, y ya tiene unos años, apenas si nos habíamos asomado de nuevo a la situación del Sahara o solo de forma muy puntual o anecdótica. Sabemos tan poco por lo general de nuestra acción exterior y sobre nuestros intereses estratégicos que cuesta ser conscientes de si los camiones que transitan entre Mauritania y Marruecos y que paraliza el Polisario son españoles o transportan pescado, víveres, minerales para nuestro mercado ¿Sabemos si se sigue hablando español/castellano en Villa Cisneros, o si hay algún interés del Cervantes, de Educación o Exteriores en ello? ¿Tenemos clara nuestra política de equilibrios entre Marruecos (nuestro gran socio) y la Argelia del gas (recién visitada por Sánchez)? ¿Hace algo nuestra política exterior por mediar en el conflicto territorial histórico que enfrenta a nuestros vecinos de Magreb? Probablemente nos quedemos a mitad de camino de nuevo, sin soluciones diplomáticas originales, en unos momentos en que nuestro ministerio de Exteriores no parece contar con sus mejores expertos.

Esperemos que estas y otras cuestiones no sean simples y llanamente “nuevas materias reservadas” (como declaraba el franquismo a las cuestiones de las que no se debía/podía informar), cuestiones sobre las que ni se sabe, ni se contesta. El reino de la ambigüedad diplomática, que ahora tiene al frente a una ministra poco fogueada en esta cuestión.

Foto: Soldados saharauis en Rabuni, "zona liberada". (EFE)

El manto de la historia es amplio, pero no da para cubrir las tensiones que siguen vivas después de la precipitada salida de la administración española de aquel territorio en el 75. La política del gobierno no puede ir acompasada de un descuido monumental por parte de los medios. No para tomar partido (como hizo el Vicepresidente podemita Iglesias arrogándose la batuta de nuestra política exterior), sino para considerarles asuntos prioritarios de la agenda informativa de España.

En el franquismo la declaración de materia reservada sobre una cuestión como estas servía, según las malas lenguas, para tapar se decía los negocios espúreos de Carrero Blanco en la colonia guineana. Otros hablaban de los fosfatos de Fos Bucraa en la mina ya cerrada junto a El Aaiún. Ahora se presumen fallos en la acción exterior española, en la política de migración y en las relaciones con nuestros vecinos que conducen a que surjan de repente alertas informativas que parecen no tener base histórica por la escasísima información dedicada por los medios a esta región. Pero sin duda de aquellos polvos del desierto, nos llegan ahora estos lodos.

Cuando Manu Leguineche publicó “La tribu” sobre el golpe de estado de Obiang en Guinea en la portada del libro figuraba claramente que era “una novela”, no un reportaje. Y en la primera página decía aquello de que “todas las referencias sobre personas que no son públicas o históricas son meramente imaginarias”. Eran otros tiempos más cautelosos, pero así seguimos. Nuestro rastro colonial parece un antiguo cuento de ficción, aunque el presente le obliga de vez en cuando a mostrar su verdadera cara. De lo contario, y como siempre en la ficción y la realidad americanas- de Casablanca a Bowles –nos seguirán comiendo el terreno, incluso en un país vecino.

Por la intrincada medina de la antigua Tánger, por calles estrechas y bajo arcos dignos de escenarios para espías, se aparece de pronto una bella construcción que resulta ser el único Monumento Histórico Nacional de Estados Unidos fuera de su territorio. Muestra y símbolo de la antigua y estrecha relación entre ambos países, que se remonta a la guerra de la independencia. En 1777 el sultán de Marruecos Mohamed III ya colaboró con los servicios secretos de inteligencia en la lucha de las colonias americanas por su independencia. Poco puede extrañar pues el apoyo de Trump a las tesis marroquíes sobre el Sáhara- nada nuevo pero si más expresivo -, como elemento de una relación siempre muy cercana basada en la mutua seguridad.

Sáhara Canarias ONU Ministerio de Asuntos Exteriores Primera Guerra Mundial