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Esto sí es una noticia: en 2020, la UE ha hecho las cosas bien
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Ramón González Férriz

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Esto sí es una noticia: en 2020, la UE ha hecho las cosas bien

Este año dramático, las instituciones europeas han aprobado un fondo de rescate, comprado vacunas para 27 países y gestionado bien el Brexit

Foto: Ursula von der Leyen y Charles Michel se saludan tras el Consejo Europeo de julio. (EFE)
Ursula von der Leyen y Charles Michel se saludan tras el Consejo Europeo de julio. (EFE)
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Solo en este año inverosímil es posible escribir una columna cuyo argumento principal sea que la Unión Europea ha hecho las cosas bien. Y, además, con una rapidez razonable. Nadie lo habría pensado, pero es justo reconocerlo. El resultado del Brexit es la última evidencia de ello.

Y eso que, antes de la pandemia, el arranque no parecía muy prometedor. Ursula von der Leyen asumió la presidencia de la Comisión Europea el 1 de diciembre de 2019, y antes de la primavera ya estaba claro que no iba a poder cumplir muchas de las promesas que hizo en su discurso para conseguir el apoyo del Parlamento Europeo. No parecía probable que la suya fuera a ser, como había afirmado, una “Comisión geoestratégica”: un Gobierno que actuara conscientemente para lograr influencia global en medio de la rivalidad comercial, tecnológica y propagandística entre Estados Unidos y China.

El ambicioso Pacto Verde que había trazado para transformar la economía europea perdería potencia a medida que avanzara la negociación con los distintos países miembros. Estos iban a mostrarse reacios a invertir la cantidad de dinero necesaria —entre 250.000 y 300.000 millones de euros, se dijo entonces— y a someter sus economías a un impacto que podía tener al mismo tiempo los peores rasgos de la destrucción creativa y de la planificación excesiva. E incumplió inmediatamente una de sus primeras promesas, la de que su colegio de comisarios —su Gobierno— sería paritario. Como ya se sabía, eso no dependía de ella, sino de las propuestas de los países. Como todo lo demás. Su predecesor, Jean-Claude Juncker, no había sido modélico en muchos sentidos, pero su idea de Europa era comprensible y conocida. No parecía que Von der Leyen fuera a estar a su altura.

Tal vez la UE no lideró la respuesta a la pandemia, pero fue una mediadora entre los países miembros

Pero entonces ocurrió la catástrofe del coronavirus. Tal vez la UE no liderara la respuesta, pero en todo caso fue una mediadora eficaz entre los distintos países, en un momento en que se temió que estos reprodujeran sus papeles tradicionales dentro del continente. Es decir, que los del sur gestionaran mal la crisis y exigieran dinero sin ofrecer reformas a cambio y que los del norte se negaran a financiar esa ineptitud para no enfadar a sus responsables y austeros ciudadanos. Al principio de las negociaciones, hubo algo de eso: los llamados 'cuatro frugales' se opusieron a la creación de un enorme fondo financiado con deuda: “¿Acaso, de repente, es responsable gastarse 500.000 millones de euros de dinero prestado y mandar la factura al futuro?”, escribieron en un artículo conjunto en el 'Financial Times' los primeros ministros de Suecia, Dinamarca, Países Bajos y Austria.

La creación del fondo de rescate

Pero eso es más o menos lo que se decidió hacer: la UE emitiría deuda conjunta, algo que se interpretó como un momento 'federalizante', y reuniría un total de 750.000 millones de euros. Ese fondo se repartiría entre los países miembros bien como inversión a fondo perdido o como créditos. El dinero se utilizaría para acelerar una versión actualizada del Pacto Verde y la digitalización de la economía. Los países del sur deberían hacer un pequeño esfuerzo reformista, pero no habría 'hombres de negro' (en todo caso, serían “hombres de gris”, acuñó en este periódico Carlos Sánchez).

Además, aunque de manera torpe y probablemente insuficiente, la UE consiguió condicionar las ayudas a Polonia y Hungría al cumplimiento de las reglas del Estado de derecho. Es dudoso que ese fondo solvente todos los importantes problemas económicos a los que tendrán que hacer frente países como España. Sin embargo, tal vez haya sido la mejor demostración de que la UE puede aprender de los errores del pasado y, en esta ocasión, moverse con agilidad; la agilidad de un monstruo burocrático, pero en todo caso reaccionar en pocos meses, y no en unos cuantos años, como en la crisis del euro de principios de la década.

La Unión Europea se ha hecho con 2.000 millones de dosis de distintos laboratorios y acortó los plazos para la aprobación de la de Pfizer

Luego fueron las vacunas. Provisionalmente, la UE se ha hecho con 2.000 millones de dosis de distintos laboratorios y, a instancias de varios Estados miembros, presionó a la Agencia Europea del Medicamento para que acortara las etapas para aprobar la vacuna de Pfizer/BioNTech, cosa que hizo esta semana. La que viene empezarán las vacunaciones en toda la UE: los países lo harán con sus propios tiempos, dependiendo de sus protocolos de seguridad y la llegada de los cargamentos, pero antes de que acabe el año, entre el 27 y el 29 de diciembre, se producirán los 'días de vacunación de la UE'. Es posible que la compra de miles de millones de vacunas y su distribución a 27 países sea un logro logístico y burocrático más que político, pero es un logro. Y llega solo semanas después de que Estados Unidos y Reino Unido, dos viejas burocracias soberanas, empezaran a vacunar.

Unidos ante el Brexit

Pero ha habido aún más. En estas últimas semanas de negociación para alcanzar un acuerdo pos-Brexit entre Reino Unido y la UE, esta ha seguido manteniéndose asombrosamente unida, y los Estados miembros han rechazado los reiterados intentos del Gobierno de Boris Johnson de llegar a acuerdos bilaterales. Se ha dicho incluso que Merkel y Macron se negaron a cogerle el teléfono para tratar aspectos del acuerdo y le remitieron a Ursula von der Leyen como única autoridad competente para ese propósito. Al final, incluso los medios británicos están reconociendo que la UE ha impuesto su mayor peso económico y político en las negociaciones.

Al mismo tiempo, la UE está negociando con China un tratado de inversión que facilitaría el acceso de las empresas europeas al mercado chino. Hay disparidad de opiniones sobre las bondades del tratado: es probable que China esté haciendo concesiones, pero también, dicen algunos, que la UE se equivoque al no intentar coordinarse con Estados Unidos para tener más fuerza de negociación. En todo caso, el equipo del presidente electo estadounidense, Joe Biden, ya ha manifestado su inquietud por el hecho de que la UE esté llevando a cabo estas conversaciones sin consultarle. Sea una decisión buena o mala, ¿y si fuera la muestra de que, por fin, la UE tiene algo remotamente parecido a la 'autonomía estratégica' que tanto dice que desea?

No hay que dejarse llevar por el entusiasmo. La UE sigue sin saber qué hacer con su defensa, con Turquía, con la inmigración, con la energía rusa o con Siria. Pero este año, en el que tanto nos hemos jugado y en el que hemos sufrido una inmensa tragedia, ha respondido con una eficacia notable y, sobre todo, ha sabido aprender de sus errores. No nos dejemos llevar, pero eso sí es una noticia que celebrar.

Solo en este año inverosímil es posible escribir una columna cuyo argumento principal sea que la Unión Europea ha hecho las cosas bien. Y, además, con una rapidez razonable. Nadie lo habría pensado, pero es justo reconocerlo. El resultado del Brexit es la última evidencia de ello.

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