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Ramón González Férriz

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Por qué Facebook y la UE se llevan mal

El gigante tecnológico quiere que la UE le permita llevarse los datos de sus usuarios europeos a EEUU. El choque es fruto de dos visiones distintas de la tecnología y la innovación

Foto: Mark Zuckerberg, en una comparecencia en el Congreso de EEUU. (Reuters/Millis)
Mark Zuckerberg, en una comparecencia en el Congreso de EEUU. (Reuters/Millis)

Meta, la empresa anteriormente conocida como Facebook, que es propietaria del propio Facebook, Instagram y WhatsApp, está teniendo un mal mes de febrero. Hace unos días, varios ejecutivos de la compañía reconocieron que se encontraban ante una tormenta perfecta. El cambio en las reglas de privacidad de los iPhone había hecho que perdieran 10.000 millones de dólares de ingresos en publicidad personalizada. Por primera vez desde su salida a bolsa, ha descendido el número de usuarios que entran cada día en sus aplicaciones. Mark Zuckerberg reconoció que su intento de lanzar una moneda digital que transformara los pagos digitales globales había sido un fracaso.

Casi peor fue la aceptación de que se enfrenta a un competidor que supone una verdadera amenaza: la empresa china TikTok, que los jóvenes prefieren a Facebook e Instagram y avanza a un ritmo vertiginoso (en 2021 creció un 40,8% y se espera que este año llegue a los 755 millones de usuarios mensuales). De repente, el valor de Meta se redujo en 200.000 millones de dólares.

Foto: Mark Zuckerberg, CEO y fundador de Facebook. (Getty)

Por si fuera poco, a alguien de la compañía se le ocurrió escribir una frase que se interpretó como que, si la UE seguía poniendo trabas regulatorias a su actividad, la empresa se marcharía de Europa. No era la primera vez que decían algo parecido. Pero tampoco esta vez era creíble.

Transferencia de datos

El problema, en este caso, es que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tumbó en 2020 un pacto entre la UE y Estados Unidos que permitía a numerosas empresas transferir datos de la primera al segundo. Desde entonces, ambas partes han estado negociando un nuevo acuerdo, pero este no llega: la UE sigue preocupada por las laxas regulaciones estadounidenses y teme que las empresas americanas hagan un mal uso de los datos de ciudadanos europeos. Ante la posibilidad de que esa transferencia de datos se convierta en ilegal, Meta afirmó literalmente en su informe anual, publicado la semana pasada, que “probablemente sería incapaz de ofrecer en Europa buena parte de nuestros productos y servicios, incluidos Facebook e Instagram”.

Foto: Los usuarios pasaban más tiempo en FB cuando surgió el 'like'. (Reuters) Opinión

El desacuerdo entre la UE y Estados Unidos no solo tiene su origen en el deseo del segundo de proteger a sus empresas, también se debe a que las dos partes tienen filosofías genuinamente distintas acerca de la innovación y la tecnología. Como decía un informe reciente de Raquel Jorge Ricart y José Ignacio Torreblanca sobre las relaciones comerciales y tecnológicas entre la UE y Estados Unidos en el contexto del auge de China, publicado por el 'think-tank' EsadeEcPol, en Estados Unidos existe un “enfoque regulador poco estricto” y, afirman, “el importante estatus constitucional de la libertad de expresión, combinado con políticas favorables al mercado y la innovación, ha permitido a las empresas tecnológicas crecer con rapidez”. Mientras, en la UE domina una “actitud cautelosa” que ve la revolución digital desde una perspectiva “que trata de reducir las vulnerabilidades y las intromisiones, más que intentar conformar un orden tecnológico global afín a sus valores e intereses”, cosa que sí pretende Estados Unidos. Además, este último siempre tiene en mente la seguridad nacional —y las relaciones entre la innovación militar y la civil—, mientras que la UE es una “superpotencia reguladora” que, a falta de poder militar, o de cultura de competición con otras regiones globales, pretende influir en el mundo a través de sus regulaciones.

Desmentido oficial

Los responsables de Meta corrieron a desmentir la interpretación que se había hecho de sus palabras con un artículo en la página web de la empresa titulado, sin matices, “Meta no está amenazando con irse de Europa, ni mucho menos”. Este decía que, en su declaración anual, la compañía se había limitado a “identificar un riesgo empresarial fruto de la incertidumbre sobre las transferencias internacionales de datos” y que esas transferencias “son la base de la economía global y sostienen muchos de los servicios que resultan fundamentales en nuestra vida cotidiana”. Lo único que quiere Zuckerberg, en resumen, es que tú puedas seguir intercambiando fotos con tus amigos estadounidenses, que su empresa pueda colocarte anuncios personalizados sin demasiado cuidado al manejar tus datos y, si todo va bien, que la acción remonte un poco después de diez días catastróficos.

Foto: Facebook. (Reuters)

La situación podría haber sido fruto de una mala redacción del informe o de una interpretación interesada por parte de los medios, pero sin duda forma parte de una ofensiva empresarial y política destinada a presionar a la UE para que reduzca sus ambiciones regulatorias y adopte un enfoque respecto a la tecnología más parecido al estadounidense.

Sin embargo, la UE no debería ceder en esto. La actitud de Silicon Valley y los gobiernos estadounidenses de promover la actitud “muévete rápido y rompe cosas” ha permitido generar innovaciones asombrosas por valor de billones de dólares, mientras que Europa es casi irrelevante en ese campo. Pero ahora la excusa de la innovación no es válida. Cuando se interpretó que Facebook anunciaba la posibilidad de abandonar Europa, muchos pensamos instintivamente en desearle buen viaje. Pero eso no va a suceder. Por mal que le vaya a Meta, sigue siendo un gigante colosal, y por muchos usuarios que pierda, estará presente en la vida cotidiana de los europeos durante, por lo menos, mi generación y la siguiente.

Ahora, la cuestión es impedir que las nuevas mutaciones de la red —principalmente el metaverso—gocen, como hicieron Facebook, Twitter o Instagram, de una década de crecimiento casi desregulado, en la que desarrollaron prácticas aborrecibles que están resultando muy difíciles de revertir. La UE es muy capaz de excederse en su ambición de regularlo todo y de suplir sus carencias globales con un número infinito de reglas. A pesar de ese riesgo, en este caso tiene razón: Meta no se irá a ninguna parte y no debemos seguir permitiendo que use los datos como lo hace.

Meta, la empresa anteriormente conocida como Facebook, que es propietaria del propio Facebook, Instagram y WhatsApp, está teniendo un mal mes de febrero. Hace unos días, varios ejecutivos de la compañía reconocieron que se encontraban ante una tormenta perfecta. El cambio en las reglas de privacidad de los iPhone había hecho que perdieran 10.000 millones de dólares de ingresos en publicidad personalizada. Por primera vez desde su salida a bolsa, ha descendido el número de usuarios que entran cada día en sus aplicaciones. Mark Zuckerberg reconoció que su intento de lanzar una moneda digital que transformara los pagos digitales globales había sido un fracaso.

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