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Hay que seguir enviando armas a Ucrania para frenar a Putin en el campo de batalla
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Gustav C. Gressel

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Hay que seguir enviando armas a Ucrania para frenar a Putin en el campo de batalla

Los sistemas de armamento occidental modernos tardarán meses en ser efectivos sobre el terreno. Probablemente, tendríamos esos meses si empezamos a mover las cosas ahora

Foto: Tanques rusos, cerca de Mariúpol. (Reuters/Alexander Ermochenko)
Tanques rusos, cerca de Mariúpol. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Han pasado casi cinco semanas de la agresión rusa contra Ucrania y los frentes se han estancado. A excepción de la sitiada ciudad de Mariúpol, las fuerzas invasoras no han hecho progresos. En los primeros días, los planes operativos del Kremlin estaban basados en deseos más que en hechos y se estrellaron contra una feroz resistencia inesperada. Ahora, la confianza de los soldados rusos en sus superiores se ha desvanecido y el caos operativo mostrado en la primera fase de la guerra es difícil de superar. Esta situación ha convencido a algunos de que Ucrania podría tener la victoria a su alcance, y otros creen que Putin podría buscar una solución negociada pronto.

Pero es demasiado pronto para celebrar. De hecho, las fuerzas invasoras están en una pausa operativa, pero también las tuvieron en la guerra en el Donbás y Siria, respectivamente. Las pausas no significan que la guerra haya acabado. Es más, se aproxima el 1 de abril. Es una fecha importante, en la que más de 100.000 reclutas entran en las Fuerzas Armadas rusas. Además, el día antes, los reclutas de abril pasado dejarán el servicio —o firmarán un contrato con las Fuerzas Armadas rusas para permanecer como 'kontraktniki', un contrato de soldado para ser desplegados después en el extranjero—. La histérica propaganda en la televisión rusa y Putin asegurando que el "servicio heroico" de los soldados rusos en una "operación militar especial", que está yendo "acorde con el plan", no es más que un intento de movilizar a estos jóvenes a enrolarse y una orden implícita a sus superiores para forzarlos a ser voluntarios.

Foto: Josep Borrel, el jefe de la diplomacia europea, en una foto de archivo. (Reuters/Ajeng Dinar Ulfiana)

Así que habrá una segunda oleada ofensiva una vez que Moscú tenga margen para lanzar más tropas en el teatro de operaciones. Las negociaciones, por un lado, y la amenazas nucleares, por el otro, son señuelos para mantener a Europa esperanzada y nerviosa al mismo tiempo. Moscú quiere que Occidente la prioridad de entregar armas, ya sea por la esperanza de un acuerdo negociado por el miedo de la retaliación nuclear. Ninguna sucederá. De hecho, Occidente necesita redoblar la entrega de armas: solo si Ucrania puede aguantar un segundo sablazo de la espada rusa, Putin podría aceptar el hecho de que no puede lograr sus objetivos en Ucrania militarmente. Para hacer eso, Ucrania necesita reabastecer y reequipar a sus Fuerzas Armadas. Estas semanas de guerra han sido agotadoras para ambos.

A la hora de discutir el suministro bélico, el debate occidental está todavía dominado por las imágenes en redes sociales que llegan del frente: el conflicto urbano, la infantería ligera ucraniana luchando contra los tanques y blindados rusos. Y pese a que los envíos de misiles Javelin de Estados Unidos y misiles NLAW de Reino Unido han sido cruciales para destruir mucho poder de fuego ruso, la verdad es que más allá de las ciudades y del tiro de cámara de los periodistas, las Fuerzas Armadas ucranianas están llevando a cabo habilidosamente una defensa móvil utilizando sus propias formaciones acorazadas. Los contraataques ucranianos son esenciales para sacar a las fuerzas rusas de sus bastiones y estabilizar las líneas de defensa. A pesar de la habilidad y valor de las fuerzas ucranianas, este empeño ha tenido un precio. Para el 21 de marzo, el proyecto Oryx contabilizaba al menos 388 vehículos armados ucranianos perdidos en la batalla.

Foto: El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Julien Warnand)

La defensa aérea es otro aspecto crítico de la contienda. Hasta el momento, Ucrania ha podido conserva la mayoría de sus sistemas antimisiles de superficie (SAM) y aviones, que todavía suponen una amenaza para las incursiones aéreas rusas y sus misiles de crucero. Pero la munición se está agotando.

El presidente Joe Biden anunció recientemente que conversaría con los aliados enviar sus reservas de SAM a Ucrania. Aunque el asunto de entregar los MiG-29 polacos está estancado, podría ser revisado en el futuro. Pero esto no es suficiente, desgraciadamente. Tenemos una ventana de oportunidad desde principios hasta mediados de abril para reabastecer y reequipar las reservas mecanizadas ucranianas. La forma más rápida y fácil de hacerlo es proveer de variantes modernizadas de los tanques T-72 y otros vehículos armados, sistemas de artillería y su correspondiente munición que tengan los socios de la OTAN en sus arsenales.

Foto: Los reservistas ucranianos asisten a un ejercicio militar en un campo de entrenamiento cerca de Kiev, Ucrania. (EFE/EPA/Sergey Dolzhenko)

Mirando más allá de abril, deberían considerarse los envíos de otros equipos. El Estado ucraniano y sus Fuerzas Armadas han resistido más de lo que la mayoría de analistas occidentales predijeron, y seguirán haciéndolo durante más tiempo. Aunque los más sofisticados sistemas de armamento occidental —como tanques de combate y sistemas de defensa antiaérea de medio rango— tardarán meses en ser efectivos sobre el terreno, dados los preparativos y entrenamiento necesarios, probablemente tendríamos esos meses para hacerlo si empezamos a mover las cosas ahora.

Detener el imperialismo y expansionismo rusos en Ucrania es algo que va en nuestro propio beneficio. Una Rusia que emerja victoriosa de esta guerra sería un vecino muy incómodo, difícil de contentar y mantener controlado. Por otra parte, Putin ha puesto tanto énfasis en hacer de la gloria y el poder militar el punto clave de esta nueva identidad rusa, que nada sacudiría más las fundaciones del régimen que una derrota en el campo de batalla.

Los ucranianos luchan por su futuro. Y por el nuestro. Merecen todo el apoyo que podamos darles.

*Gustav Gressel es analista sénior del programa 'Wider Europe' en el European Council on Foreign Relations (ECFR).

Han pasado casi cinco semanas de la agresión rusa contra Ucrania y los frentes se han estancado. A excepción de la sitiada ciudad de Mariúpol, las fuerzas invasoras no han hecho progresos. En los primeros días, los planes operativos del Kremlin estaban basados en deseos más que en hechos y se estrellaron contra una feroz resistencia inesperada. Ahora, la confianza de los soldados rusos en sus superiores se ha desvanecido y el caos operativo mostrado en la primera fase de la guerra es difícil de superar. Esta situación ha convencido a algunos de que Ucrania podría tener la victoria a su alcance, y otros creen que Putin podría buscar una solución negociada pronto.

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