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Crimea, objeto de disputa y deseo

Siempre Crimea… Con una historia complicada y una existencia azarosa. No será posible la paz si quienes consideran que tienen derecho a poseerla cuestionan la legitimidad del otro

Foto: Explosión en el puente de Crimea el pasado 8 de octubre. (EFE/Stringer)
Explosión en el puente de Crimea el pasado 8 de octubre. (EFE/Stringer)

Con una estratégica situación geopolítica, Crimea está considerada un símbolo de poder, identidad y propiedad. A lo largo de la historia, la península ha conocido una vida azarosa —Casa Imperial de los Romanov, Unión Soviética, Ukrajina, Federación Rusa— desde que los rusos se la arrebataron a los tártaros y turcos en 1783 hasta la recuperación por Rusia, preámbulo de la guerra que se está librando.

Moscú considera que el control ucraniano de Crimea fue el resultado de un error, cuando el presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, Nikita Kruschevhombre regordete y gran consumidor del refranero”—, transfirió en 1954 el distrito regional de Rusia a Ucrania, entonces una república soviética, para conmemorar el 300 aniversario de su adhesión a Rusia.

En aquella transferencia entre repúblicas, entonces hermanas, sin pedir opinión a sus habitantes, el mayor interés era ruso, sin acceso terrestre a la península y necesitado de electricidad, agua, carreteras y vías férreas desde Ucrania.

Foto: El encuentro sobre Crimea, organizado por Ucrania (EFE)

Otra razón podría haber sido la intención de la URSS de construir una represa en el río Dniéper, lo que quitaba a Ucrania el control de un amplio territorio. Sin dejar de lado la leyenda según la cual Crimea fue intercambiada por el Kuban, una región fértil que históricamente había sido ucraniana.

En 2013, el Euromaidánepicentro de una revolución que llevó a la destitución del presidente prorruso— se desarrolló en Kiev con masivas manifestaciones proeuropeas y antigubernamentales.

En medio de la agitación política, Putin vio la oportunidad de recuperar Crimea después de una invasión ilegal, seguida de un referéndum ilícito. Esta anexión, en 2014, significó la mayor apropiación de tierras en Europa desde la Segunda Guerra Mundial —27.000 km²— y envalentonó a Rusia, que invirtió en la península construyendo nuevas carreteras, puentes y líneas eléctricas.

Foto: Varios carteles en referencia a la invasión rusa son exhibidos en Kiev. (EFE/EPA/Roman Pilipey)

Al dejar la anexión sin respuesta visible, la desidia occidental sirvió al Kremlin como punto de apoyo para la invasión de Ucrania, en febrero 2022. Y desde entonces es un centro de suministro militar clave para las fuerzas rusas. Sin desdeñar que el objetivo de Putin siempre fue apoderarse de pertenencias ucranianas: yacimientos mineros, tierra fértil y acceso al mar Negro.

Regalando a los rusos un paraíso templado, convertido ahora en “apéndice humeante de un campo de batalla”, Putin se rescató a sí mismo.

No se ha hecho suficiente hincapié en que Rusia depende de ese acceso. Los puertos del norte se congelan en invierno y todas las ciudades importantes están en el este, por lo que los transportes al Pacífico son excesivamente ineficientes.

Foto: Imagen satelital del tramo dañado del puente de Kerch. (Reuters/Maxar Technologies)

Bajo la soberanía de la Federación de Rusia, la República de Crimea —no reconocida por Ucrania— comprende toda la península entre el mar Negro y el de Azov, con excepción de Sebastopol, fundada en 1783 por los rusos y adherida con el estatus de ciudad federal; su puerto proporciona a Moscú acceso al Mediterráneo y sirve de cuartel general a la Flota del Mar Negro de Rusia. Palabras mayores.

El verano pasado, las fuerzas especiales ucranianas —desafiando las suposiciones de relativa seguridad de la península frente a los ataques, dada su distancia de las líneas del frente— habrían buscado interrumpir las líneas de suministro de Rusia.

Sorprendieron con seis explosiones en la base aérea de Saki —sede de un regimiento de aviación naval ruso, utilizado por Rusia para lanzar ataques con misiles contra el territorio controlado por Ucrania— y las imágenes de satélite mostraron la destrucción de al menos ocho aviones militares, con varios cráteres visibles.

Haciendo caso omiso de una reliquia soviética —la doctrina de soberanía limitada—, la osadía de Kiev ha ido in crescendo con el ataque al puente de Kerch, el más largo de Europa (19 km), la única conexión directa —por carretera y ferrocarril— que une Krasnodar (Rusia) con Crimea y que simboliza la anexión de la joya del mar Negro a la federación rusa.

Tras una inversión que rondó los 4.000 millones de dólares, la construcción del puente —a cargo de Arkady Rotenberg, entrenador de judo, sparring y amigo de juventud de Putin— respondía a la estrategia de anexionar Crimea físicamente y servir para llevar equipo militar a los soldados rusos que luchan en el sur, así como para transportar y reabastecer a sus tropas allí.

Hace apenas unos meses, la propaganda rusa, mientras amenazaba con duras represalias si el puente era atacado, esparcía la idea de que el proyecto de prestigio de Vladímir Putin (inaugurado por él mismo en 2018) y enlace logístico vital para el Ejército ruso era impermeable a los ataques al estar protegido por capas impenetrables de defensas, que iban desde delfines militares hasta los últimos sistemas de armamento.

Foto: Vladimir Putin durante una visita a las obras del puente de Crimea sobre el estrecho de Kerch, el 14 de marzo de 2018. (Reuters)

Sin embargo, coincidiendo con el 70 cumpleaños de Putin, sobre las seis de la mañana pudo oírse una explosión mientras un tren cruzaba el puente. Las imágenes de vídeo, tomadas desde el tramo de carretera, mostraban —a lo largo del tren parado en el puente— varios camiones ferroviarios en llamas.

El mayor significado de este ataque a un activo militar clave no deja de ser su carga simbólica. Es un duro golpe para el prestigio militar ruso y sus cadenas de suministro para la defensa de Crimea. Nuevo error de cálculo del Kremlin.

La reacción no se hizo esperar. Horas después de la explosión, Putin nombró un nuevo comandante único, el general Sergei Surovikin —con mala fama tras su paso militar por Siria y Chechenia— para supervisar sus desfallecientes fuerzas, a la espera de la llegada de los movilizados.

Foto: Comparecencia de Putin a través de una pantalla en Enerhodar, Zaporiyia. (Reuters/Alexander Ermochenko)

El estreno del carnicero de Alepo, celebrado en las redes sociales prosoviéticas —“¡Qué bonita es Kiev bajo Surovikin!”—, consistió en un asalto aéreo contra la población civil y las infraestructuras críticas, marca de la casa. Ataques con misiles que afectaron al menos a 10 ciudades de Ucrania.

Como delata la declaración de la ley marcial en los cuatro territorios anexionados y la orden de evacuación “inmediata” de la población civil de Jersón (única capital de provincia tomada por los rusos en esta guerra), el zigzagueo que está practicando Putin —desconcertado por la bravía resistencia ucraniana— indicaría el desplazamiento del escenario bélico, coincidiendo con el anuncio de una nueva contraofensiva ucraniana.

¿A qué se debe esa retirada, mezclada con falsas banderas de las que se acusan mutuamente Rusia y Ucrania: el uso de bombas sucias y la voladura de una presa en la orilla oriental del Dniéper, así como de una central hidroeléctrica necesaria para el funcionamiento de la planta nuclear de Zaporiyia?

Foto: Un soldado ucraniano, frente a un monumento a la sandía en Novovorontsovka, Jersón. (Cedida)

Siempre con la música de fondo del recurso a las armas nucleares, Jersón permite conectar Crimea por tierra con Rusia, es fundamental para el suministro de armas a las tropas rusas y el abastecimiento a la península de agua y electricidad.

También lo es para Ucrania, si quiere recuperar la mayor parte del territorio perdido ante Rusia en la guerra y preparar una futura ofensiva sobre la península de Crimea.

Crimea es tan primordial para Rusia como la tierra al este del río Dniéper lo es para Ucrania, al ser una barrera natural casi infranqueable que resulta muy difícil de cruzar en la mayor parte de sus tramos.

Foto: Baterías HIMARS lanzando misiles. (EFE EPA ROBERT GHEMENT)

El río divide el territorio ucraniano en dos y los rusos tienen únicamente la cabeza de playa de Jersón. Si la pierden, les costaría mucho volver a reconquistarla; ahora es momento de defenderla si quieren continuar —tarde o temprano— su avance hacia Odesa.

Siempre Crimea… Con una historia complicada y una existencia azarosa. No será posible la paz si quienes consideran que tienen derecho a poseerla cuestionan la legitimidad del otro.

Cualquier error de cálculo relacionado con las intenciones de Rusia sobre el futuro de Crimea, perla de la corona del Imperio ruso, tendría consecuencias para Europa.

Cuando la explosión en el puente de Kerch, el Parlamento ucraniano tuiteó una foto, con un corazón y estas palabras: "Crimea, tanto tiempo sin vernos".

*Luis Sánchez-Merlo, abogado y economista.

Con una estratégica situación geopolítica, Crimea está considerada un símbolo de poder, identidad y propiedad. A lo largo de la historia, la península ha conocido una vida azarosa —Casa Imperial de los Romanov, Unión Soviética, Ukrajina, Federación Rusa— desde que los rusos se la arrebataron a los tártaros y turcos en 1783 hasta la recuperación por Rusia, preámbulo de la guerra que se está librando.

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