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No solo es España: por qué Europa gira a la derecha
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Ramón González Férriz

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No solo es España: por qué Europa gira a la derecha

En casi toda Europa se está produciendo un auge de la derecha. Basta con ver los resultados electorales de los últimos seis meses

Foto: El presidente del PP, Alberto Nuñez Feijóo. (EFE/Chema Moya)
El presidente del PP, Alberto Nuñez Feijóo. (EFE/Chema Moya)
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Tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de hace dos semanas, y ante lo que apuntan los sondeos de cara a las generales de julio, muchos buscan una explicación para el declive de la izquierda. Casi todo el mundo lo hace en clave nacional: podría deberse a los pactos del PSOE con fuerzas independentistas, a los choques constantes entre los dos partidos del Gobierno de coalición, a las consecuencias indeseadas de la ley del solo sí es sí, al impacto de las subidas de impuestos y cotizaciones a autónomos y pequeñas empresas o, simplemente, al carácter del presidente. Pero es muy posible que haya causas que trascienden la coyuntura española. En casi toda Europa se está produciendo un auge de la derecha. Basta con ver los resultados electorales de los últimos seis meses.

Suecia, Finlandia, Grecia…

Después de ocho años de gobierno liderado por los socialdemócratas, en octubre de 2022, el Parlamento de Suecia invistió un Gobierno formado por tres partidos de derechas tradicionales que cuenta con el apoyo externo de los Demócratas Suecos, una formación autoritaria. También en octubre, Giorgia Meloni fue elegida primera ministra de Italia con el respaldo de su partido, los Hermanos de Italia (derecha dura), y el de Forza Italia (derecha berlusconiana) y la Liga de Matteo Salvini (derecha nacionalista). En las elecciones de abril en Finlandia, el partido más votado fue el de centro derecha, la derecha nacionalista quedó en segundo lugar y el partido socialdemócrata de la aún primera ministra, Sanna Marin, en tercero; los dos primeros, que suman algo más del 40% de los votos, siguen negociando la formación de un Gobierno. En Grecia, el mes pasado, Nueva Derecha, el partido de centro derecha tradicional, ganó las elecciones duplicando el porcentaje de voto de la izquierda representada por Syriza. Los sondeos indican victorias de la derecha en Austria y, por supuesto, en España. La pregunta es: ¿por qué existe esa tendencia casi unánime?

Foto: Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado en Suecia. (EFE/Fredrik Sandberg) Opinión
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La respuesta no es nada fácil. Incluso en las grandes tendencias internacionales, hay elementos coyunturales o de azar. Sin embargo, se pueden aventurar algunas explicaciones parciales y tentativas, muchas de las cuales están relacionadas entre sí. Son estas:

- En buena parte de Europa, la socialdemocracia ha girado a la izquierda en cuestiones culturales: ha asumido la agenda feminista y los derechos LGTB, y está intentando aprovechar la progresiva secularización de las sociedades para implantarla en las escuelas y el funcionamiento del Estado. La tolerancia hacia cuestiones como el matrimonio gay aumenta y la religión está en declive, pero tal vez a muchos votantes estos cambios les parezcan demasiado rápidos, o preferirían que se produjeran sin el impuso de los gobiernos, de una manera más orgánica. Algo que permitiría una derecha moderada.

Foto: Marion Maréchal. (Reuters/Benoit Tessier) Opinión
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- El giro de la socialdemocracia hacia la izquierda también se ha producido en el ámbito económico. En parte, porque esta sentía que se había dejado llevar demasiado por la ortodoxia de los mercados y la rigidez fiscal. Pero también por circunstancias sobrevenidas, como la pandemia y la guerra en Ucrania. Ambos acontecimientos han supuesto una mayor intervención del Estado en la economía, más gasto público, más déficits o más impuestos. La derecha —empezando por la Comisión Europea, liderada por la democristiana alemana Ursula von der Leyen— ha defendido medidas similares, porque nadie ha sido capaz de pensar una alternativa mejor. Sin embargo, en un momento en el que la clase media está perdiendo poder adquisitivo, es posible que esta no esté dispuesta a redistribuir más renta y piense que si vienen tiempos difíciles, que cada uno asuma su riesgo. La derecha europea es muy redistributiva, pero esta idea siempre está en la imaginación moral de sus votantes.

- La transición energética es, en igual medida, un proceso cultural y económico. Implica la reivindicación de unas determinadas formas de vida —identificadas con la izquierda— y el repudio de otras identificadas en la derecha, y tiene consecuencias evidentes en la economía privada, sobre todo para los trabajadores. La derecha sabe perfectamente que se trata de un proceso inevitable, pero quiere que sea más lento y gradual y, por encima de todo, sabe que regodearse en él puede molestar a una parte importante de la población.

Foto: Abascal, en un acto electoral de Vox en Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

- Poco a poco, la inmigración vuelve a colocarse en el centro de la agenda política europea. Están de acuerdo en aplicar políticas más restrictivas, desde Pedro Sánchez hasta Giorgia Meloni: los socialdemócratas del norte son ahora más partidarios de las restricciones que muchos partidos conservadores tradicionales. En este tema, la posición de la izquierda casi siempre es perdedora. En parte, porque no se atreve a hablar de los beneficios económicos de la inmigración. Y en parte, y más importante, porque ahora resulta difícil vender los beneficios de las sociedades abiertas. La derecha, al menos la moderada, no tiene por qué desear una sociedad más cerrada, pero sabe que sus votantes las prefieren.

- La sociedad europea está envejeciendo mucho y no es demasiado arriesgado pensar que las sociedades mayores son más conservadoras que las jóvenes. Que suban las pensiones, que la gente de mediana edad pague menos impuestos… y que los jóvenes se espabilen, que para eso son jóvenes. No se espera del Gobierno que incentive la innovación, premie la audacia o financie cambios, sino que proteja a quien ya se encuentra razonablemente bien. La derecha ha convertido esta idea no solo en su lema de campaña, sino en el centro de su razón de ser.

Foto: revolucion-populista-derechas-europa-plan-cambiar-ue

- Tradicionalmente, la inflación tiene efectos catastróficos en los partidos que están en el Gobierno. Con razón o sin ella, los votantes tienden a culparlos de la subida de precios. Esta, además, golpea sobre todo a las clases trabajadoras y quizá sea particularmente perniciosa para la izquierda. Ronald Reagan y Margaret Thatcher llegaron al poder a principios de los años ochenta por muchas razones, pero una de ellas fue la persistente inflación en Estados Unidos y Reino Unido durante la década anterior.

Es probable que haya más razones de las que he enumerado aquí. Y que existan otras que aún no hemos visto. En el caso de España, las explicaciones coyunturales son también muy relevantes. No es raro que las sociedades giren hacia la derecha cuando perciben peligros que consideran existenciales. La derecha tradicional siempre está ahí cuando eso sucede. Pero cuidado —en Suecia, Finlandia, Italia o, eventualmente, en Austria y España— con creer que entregar a los autoritarismos de derechas la clave de la protección puede salir gratis. Tiene un precio incluso para quienes aspiran a ser protegidos.

Tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de hace dos semanas, y ante lo que apuntan los sondeos de cara a las generales de julio, muchos buscan una explicación para el declive de la izquierda. Casi todo el mundo lo hace en clave nacional: podría deberse a los pactos del PSOE con fuerzas independentistas, a los choques constantes entre los dos partidos del Gobierno de coalición, a las consecuencias indeseadas de la ley del solo sí es sí, al impacto de las subidas de impuestos y cotizaciones a autónomos y pequeñas empresas o, simplemente, al carácter del presidente. Pero es muy posible que haya causas que trascienden la coyuntura española. En casi toda Europa se está produciendo un auge de la derecha. Basta con ver los resultados electorales de los últimos seis meses.

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