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Lo que el éxito de una canción 'country' dice de la nueva derecha
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Lo que el éxito de una canción 'country' dice de la nueva derecha

Esta nueva derecha es esencialmente pesimista: no solo cree que ya no existen los valores rudos y asertivos que fundaron nuestras naciones, sino que no hay mucho que se pueda hacer si no lo impone un Gobierno fuertemente autoritario

Foto: El gobernador de Florida, Ron DeSantis. (Reuters/Brian Snyder)
El gobernador de Florida, Ron DeSantis. (Reuters/Brian Snyder)
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"He vendido mi alma / trabajando todo el día / horas extra / por un sueldo de mierda". Estos versos no parecen propios de la canción del verano. Pero pertenecen a “Rich Men North of Richmond”, del cantante de country Oliver Anthony, que en el último mes ha tenido un éxito descomunal en Estados Unidos. Publicada el 8 de agosto en YouTube, donde en este tiempo ha sido reproducida 56 millones de veces, saltó directamente al número 1 del Billboard, un logro sin precedentes para un cantante desconocido que realizó la grabación al aire libre con un equipo de sonido casero. Lo más sorprendente, con todo, es que la canción se ha convertido en un himno político. En concreto, en la banda sonora de la nueva derecha estadounidense.

Anthony encarna la imagen prototípica del desengañado obrero americano. No terminó la educación secundaria y trabajó en varias fábricas. Se quedó en paro. Sufrió depresión y alcoholismo. Lleva una larga barba pelirroja y vive en una granja de los Apalaches. Pero Anthony no solo se queja. Acusa. Los hombres ricos que viven al norte de Richmond a los que hace referencia el título son, presumiblemente, los políticos de Washington que, dice, “quieren controlarlo todo”. Protesta por la inflación (“tus dólares no valen una mierda”) y por la falta de comida. Denuncia el exceso de impuestos y a los obesos que abusan de las ayudas de la Seguridad Social.

En la muy conservadora cadena de televisión Fox, han hablado de la canción con entusiasmo. Presentadores de pódcast y locutores de radio de derechas la han celebrado. Se mencionó en el debate entre los participantes en las primarias del Partido Republicano, y uno de ellos, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, la citó como prueba del mal estado de la economía del país y del fracaso de los demócratas. Anthony dice que él ni siquiera es de derechas, sino “totalmente de centro”. Pero, quiera o no, su discurso es ya indistinguible de una nueva filosofía conservadora que predomina cada vez más en Estados Unidos. Y, dado que Europa tiende a importar las ideologías estadounidenses, ya está empezando a tener impulsores aquí, como una parte del entorno mediático de Vox. Aunque, hasta el momento, con poco éxito.

Los valores de la nueva derecha

“Rich Men North of Richmond” transmite los valores con los que se identifica una nueva oleada conservadora en Estados Unidos. Según esta, la izquierda universitaria y elitista ha traicionado a los trabajadores industriales. Las políticas de protección de la diversidad han arrinconado al hombre blanco. El libre comercio y la globalización fueron errores catastróficos y hay que sustituirlos por el proteccionismo y el nacionalismo. No solo las élites políticas, sino también las cognitivas —los periodistas, los médicos, los científicos, los guionistas de Hollywood, los directivos de las grandes tecnológicas— quieren engañarte. Van a por ti.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Chema Moya) Opinión
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Todo esto representa una ruptura con el republicanismo y el conservadurismo clásicos de los últimos 50 años. Pero lo que más diferencia a esta nueva cosmovisión frente al legado de Reagan y Thatcher no es ni siquiera ideológico. Es una actitud. En el fondo, esas dos grandes figuras de la derecha económica eran optimistas, creían que el ser humano podía prosperar mediante el esfuerzo si el Gobierno le dejaba vía libre para trabajar e innovar. Esta nueva derecha, en cambio, es esencialmente pesimista: no solo cree que ya no existen los valores rudos y asertivos que según ella fundaron nuestras naciones, sino que no hay mucho que se pueda hacer si no lo impone un Gobierno fuertemente autoritario. A falta de este, quizás el único objetivo político viable consista en hacer rabiar a los izquierdistas y las élites sabelotodo.

¿Y aquí?

Con mucha frecuencia, la retórica estadounidense de los “perdedores de la globalización” se utiliza para explicar el auge de Le Pen, de los Hermanos de Italia o de Vox, aunque Marsella, Turín y Valladolid no tengan mucho que ver con los Apalaches. Pero se trata de la demostración de que el relato de la nueva derecha estadounidense es, gracias a su pesimismo, extraordinariamente poderoso mediáticamente. Y resulta tan seductor para quienes ven con desagrado nuevas expresiones de la modernidad como el feminismo, el ecologismo o los derechos de los animales que muchos quieren explotarlo también en el continente del estado de bienestar generoso, en el que Anthony tendría tratamiento médico gratuito para sus dolencias y un subsidio de paro.

Foto: La primera ministra italiana, Giorgia Meloni. (Reuters/Guglielmo Mangiapane) Opinión

Ahora pocos se acordarán, pero Vox creó un sindicato, Solidaridad, cuyo objetivo era garantizar los derechos de los trabajadores de España “frente a los gobiernos, los intereses extranjeros y los explotadores”. El proyecto no salió muy bien. Tampoco lo hicieron los intentos de la formación de presentarse como defensora de las clases bajas desamparadas: “Hay que proteger a los más débiles” y “acercarse a los más necesitados”, decía Ortega Smith con una evidente falta de verosimilitud.

En buena parte de Europa, y sin duda en España, el programa político de esta nueva derecha parece limitarse a hacer rabiar a los progres porque su ADN, a pesar de sus esfuerzos por transformarse ideológicamente, sigue más ligado a la vieja derecha que a la nueva. Y apenas tiene ideas creíbles para sacar a la clase baja de la precariedad. Pero, al mismo tiempo, ve con enorme envidia el contexto cultural en el que surge el nuevo conservadurismo estadounidense. “Es una puta vergüenza cómo está el mundo / para gente como tú y como yo”, canta Oliver Anthony con tono lastimero en su balada country. Hoy, la nueva derecha europea y la española no parecen tener una respuesta creíble a esa legítima queja. Y su entorno cultural y mediático no son capaces de producir una canción tan buena como “Rich Men North of Richmond”. Ni, mucho menos, de convertirla en la canción del verano.

"He vendido mi alma / trabajando todo el día / horas extra / por un sueldo de mierda". Estos versos no parecen propios de la canción del verano. Pero pertenecen a “Rich Men North of Richmond”, del cantante de country Oliver Anthony, que en el último mes ha tenido un éxito descomunal en Estados Unidos. Publicada el 8 de agosto en YouTube, donde en este tiempo ha sido reproducida 56 millones de veces, saltó directamente al número 1 del Billboard, un logro sin precedentes para un cantante desconocido que realizó la grabación al aire libre con un equipo de sonido casero. Lo más sorprendente, con todo, es que la canción se ha convertido en un himno político. En concreto, en la banda sonora de la nueva derecha estadounidense.

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