Es noticia
¿Proteccionismo o sentido común? El veto a TikTok es solo el principio
  1. Mundo
  2. Tribuna Internacional
Ramón González Férriz

Tribuna Internacional

Por

¿Proteccionismo o sentido común? El veto a TikTok es solo el principio

El veto a TikTok tiene que ver con la nueva rivalidad global. Es una decisión política. Y seguramente es acertada. Pero es solo la parte más visible del nuevo proteccionismo global

Foto: Foto: Reuters/Dado Ruvic.
Foto: Reuters/Dado Ruvic.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

TikTok tiene más de 150 millones de usuarios en Estados Unidos. Su importancia en la cultura estadounidense es cada vez mayor: muchos productores musicales, por ejemplo, adaptan las canciones al formato de los vídeos de TikTok para maximizar su repercusión. La red social tiene además un impacto económico enorme: presume de generar 24.000 millones de dólares del PIB de Estados Unidos y dar trabajo indirecto a 224.000 de sus ciudadanos, aunque sin duda exagera. Y es muy relevante en la política: casi todos los candidatos y los influencers ideológicos exprimen las muchas posibilidades de esta plataforma.

Hoy, el Senado de Estados Unidos obligará a su propietaria, la empresa china ByteDance, a vender su filial estadounidense a inversores nacionales o, de lo contrario, dentro de un año la prohibirá. El argumento de los legisladores es que ByteDance puede compartir datos de ciudadanos estadounidenses con el Gobierno del Partido Comunista de China. Es un miedo fundado: se sabe que en el pasado TikTok espió a estadounidenses, incluidos algunos periodistas, aunque la empresa afirma que despidió a los empleados que lo hicieron.

Foto: Foto: Dado Ruvic/Reuters.

Algunos legisladores estadounidenses algo más paranoicos afirman que TikTok —que tiene un algoritmo muy inteligente que hace que los usuarios pasen horas y horas consumiendo vídeos— pretende que los niños y los adolescentes estadounidenses se conviertan en adictos a una aplicación que, en última instancia, podría ser una herramienta de propaganda comunista. Este último argumento, algo disfrazado, también lo ha utilizado la Comisión Europea, que a principios de esta semana propuso prohibir un nuevo servicio de la plataforma, llamado TikTok Lite, que recompensa con dinero virtual a los usuarios por ver más vídeos. Thierry Breton, el comisario de Asuntos Digitales, dijo, con buen criterio, que se trata de una aplicación “tan tóxica y adictiva como el tabaco” y que piensa proteger a toda costa a los niños europeos.

Todo esto suena razonable. Sin duda, China es un adversario político de Occidente y su Gobierno autoritario tiene un control sobre las empresas de su país muy distinto del que tienen los Gobiernos occidentales sobre las del suyo. Y, además, quiere aumentar su influencia política y su capacidad de espionaje en Europa y Estados Unidos. Pero estos cierres y amenazas forman parte de una nueva oleada de proteccionismo. Facebook e Instagram hacen cosas terribles con los datos que recopilan; los han vendido a terceros, los han utilizado para enganchar a sus usuarios con recursos sucios, según algunos estudios contribuyen al aumento de la depresión entre los menores de edad y, hace no mucho, Europa tenía serias dudas sobre el uso que estas y otras aplicaciones hacían con los datos de los ciudadanos europeos en los servidores estadounidenses. Pero nadie piensa en imponerles cambios accionariales o prohibirlas. El veto de TikTok tiene que ver con la nueva rivalidad global. Es una decisión política. Y seguramente es acertada. Pero es solo la parte más visible del nuevo proteccionismo global.

Periódicos, infraestructuras, energía

En esa misma oleada se enmarca la decisión del Gobierno británico de revisar la regulación para impedir que un fondo apoyado por Abu Dabi se haga con el control de 'The Telegraph', el principal periódico de derechas de Reino Unido. El Gobierno español no ha vetado la entrada de capital saudí en Telefónica, pero, en parte en respuesta a ella, ha comprado un porcentaje de las acciones de la empresa. Al mismo tiempo, está vetando que un grupo de medios francés, Vivendi, aumente su participación en Prisa, la editora de 'El País'. El argumento oficial es que Prisa es una compañía estratégica para España, lo cual es absurdo: la verdadera razón es que Vivendi es de derechas y el Gobierno no quiere perder el apoyo de Prisa.

La Unión Europea prohibió que los medios estatales rusos operaran en su territorio. Hay argumentos de todo tipo para defender algunos de estos movimientos, que tienen muchos precedentes históricos. El más evidente, por supuesto, es que regalar a los regímenes autoritarios acceso directo a la información, y las mentes, de los ciudadanos de las democracias es enormemente peligroso. Pero aunque esto es muy cierto, tras estos argumentos hay también un riesgo real: un creciente proteccionismo puesto al servicio de las empresas locales, o de las de los aliados —como Estados Unidos— y, en última instancia, la cerrazón a lo extranjero con excusas arbitrarias, como que un periódico es un activo nacional estratégico. ¿Es permisible, en cambio, que algunos empresarios chinos compren equipos de fútbol, o que lo hagan magnates árabes? ¿Que los regímenes autoritarios tengan participaciones en ámbitos tradicionalmente estratégicos como las infraestructuras de telecomunicaciones o energéticas, como estamos discutiendo ahora en el caso de Naturgy y Emiratos?

Foto: Logo de Naturgy. (Reuters/Sergio Pérez) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Naturgy, Telefónica y la maldita geopolítica
Carlos Sánchez

El dilema es real y, quizá, el más profundo al que nos enfrentaremos en los próximos años. Uno muy difícil de resolver si se cuenta con una predisposición liberal. Obviamente, los países democráticos no tienen más remedio que tener tratos con dictaduras. Por otro lado, si las democracias suelen ser más justas, ricas y eficientes que las dictaduras es, precisamente, porque están más abiertas, no solo al dinero exterior, sino a la competencia y a la genuina interacción de intereses distintos e incluso enfrentados: China veta todas las plataformas tecnológicas occidentales, pero es exactamente lo que se espera de una dictadura como ella. Al mismo tiempo, sin embargo, en un mundo que se asemeja cada vez más al de la Guerra Fría, que los países occidentales pongan activos estratégicos en manos de adversarios podría parecer un suicidio. Ahora bien, ¿qué es estratégico? Me temo que esta respuesta será cada vez más arbitraria y peligrosa: lo que interese al Gobierno o a la facción dominante de la élite económica y empresarial.

Resulta tan claro que podría explicarse en un breve y divertido vídeo de TikTok.

TikTok tiene más de 150 millones de usuarios en Estados Unidos. Su importancia en la cultura estadounidense es cada vez mayor: muchos productores musicales, por ejemplo, adaptan las canciones al formato de los vídeos de TikTok para maximizar su repercusión. La red social tiene además un impacto económico enorme: presume de generar 24.000 millones de dólares del PIB de Estados Unidos y dar trabajo indirecto a 224.000 de sus ciudadanos, aunque sin duda exagera. Y es muy relevante en la política: casi todos los candidatos y los influencers ideológicos exprimen las muchas posibilidades de esta plataforma.

TikTok
El redactor recomienda