Es noticia
Las elecciones europeas ya no pintan tan bien para la derecha radical
  1. Mundo
  2. Tribuna Internacional
Ramón González Férriz

Tribuna Internacional

Por

Las elecciones europeas ya no pintan tan bien para la derecha radical

El 'establishment' europeo muestra temor ante los buenos resultados que podría obtener la derecha radical. Mi impresión es que le irá bien, pero que en Europa los equilibrios políticos no cambiarán demasiado

Foto: Santiago Abascal y Marine Le Pen, durante la Cumbre de Madrid de Vox. (VOX)
Santiago Abascal y Marine Le Pen, durante la Cumbre de Madrid de Vox. (VOX)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Desde hace meses, el establishment europeo ha mostrado un enorme temor ante los buenos resultados que podría obtener la derecha radical en las elecciones europeas del 9 de junio. Parte de la inquietud está justificada: varios de esos partidos quieren legitimar los nacionalismos en un continente que ha sido víctima de ellos y mutilar el pluralismo de sus sociedades. Algunos son autoritarios, antisemitas, racistas y conspiranoicos.

Pero esta derecha radical europea nunca acaba de aprovechar las ventanas de oportunidad que se le presentan. O, en lo que es un mal menor para los demás, solo las aprovecha cuando se modera tanto que resulta casi indistinguible de la derecha tradicional. Tras una pandemia, una guerra, una disruptiva legislación ecológica, un episodio inflacionario y un enorme giro en las políticas económicas, mi impresión es que a esa derecha le irá bien, pero que en Europa los equilibrios políticos no cambiarán demasiado.

Luchas internas

La semana pasada, Giorgia Meloni anunció que sería la cabeza de lista de su partido, Hermanos de Italia. Desde que llegó al poder, Meloni se ha mostrado en el exterior como una europeísta relativamente ortodoxa, y en su país como una derechista relativamente dura. Su decisión es estratégica: quiere postularse como una líder de una UE de la que hace no tanto quería que saliera Italia y, de paso, acabar con Matteo Salvini, el líder de la Liga, su partido rival en la derecha autoritaria.

Salvini y su partido están en declive. Y han cometido un error al escoger como cabeza de lista de su partido a un hombre que resulta incómodo incluso para los votantes extremos: un exmilitar que fue expulsado del ejército italiano por publicar, sin permiso de sus superiores, un libro en el que afirmaba que los deportistas negros no parecen italianos, las mujeres feministas son "brujas" y los gays son "anormales", y que defiende la invasión rusa de Ucrania y considera obsoleto el liberalismo occidental. Meloni tiene más de un 25% de intención de voto. La Liga, poco más de un 7%.

Foto: Monique Maugas-Bauzou, cara visible de la campaña. (Philippe Buissin)

No es el único conflicto en el caótico mundo de la derecha radical europea, que está lleno de rivalidades y resentimientos. En las últimas semanas, por ejemplo, se ha sabido que un parlamentario de Alternativa por Alemania recibió decenas de miles de euros de una red de desinformación rusa y la semana pasada fue detenido el asistente de un europarlamentario del partido acusado de ser un espía de China. Hace poco, Alternativa tenía una intención de voto del 23%; ahora está más cerca del 15%.

Su caída es tan notable que Le Pen ya se ha distanciado de ella: cree que sus colegas alemanes se han vuelto demasiado radicales y excéntricos, y que la alianza entre los dos partidos le perjudica en Francia, donde Le Pen tiene una extraordinaria intención de voto que supera el 30%, en parte por su obsesión por parecer relativamente moderada.

Mientras tanto, en España, Vox, que aún no sabe si quiere ser un partido conservador o una conjura de antisistema, tendría un resultado notable, pero no espectacular: según una encuesta publicada ayer, tendría el 11,9% de los votos.

Todo cambia, todo igual

En su conjunto, pues, la derecha radical tendrá un buen resultado en Europa. Según una encuesta de Euronews/Ipsos, Conservadores y Reformistas, el grupo al que pertenecen Hermanos y Vox, podría pasar de 68 a 76 diputados. Identidad y Democracia, el grupo al que pertenecen Le Pen, Alternativa por Alemania y La Liga, podría pasar de 59 a 81. Es un crecimiento muy relevante. Pero pese al declive de los liberales y los verdes, la mayoría del parlamento seguiría siendo partidaria de una mayor integración. Y la coalición central que elabora todas las políticas de la UE —los populares, los socialdemócratas, los liberales y, en menor medida, los verdes— seguiría bastando para acordar los puestos más importantes de la Comisión y aprobar las regulaciones más trascendentes. Los centristas no tenemos motivos para el entusiasmo: un 35% de eurodiputados contrarios a la actual configuración de la UE es mucho. Pero no basta para bloquearla. Y, dadas las circunstancias políticas y comunicativas en que nos encontramos, eso parece un milagro.

¿Y colaborar con ella?

La semana pasada, Ursula von der Leyen, la líder del centro-derecha que está en campaña para volver a presidir la Comisión, dijo que está dispuesta a pactar algunas cuestiones concretas con el grupo de Conservadores y Reformistas. Es probable que se trate solo de un intento de atraer a los votantes del Partido Popular que están hartos de pactarlo todo con formaciones que se encuentran a su izquierda. O de un guiño para recabar el apoyo de los radicales. Pero lo cierto es que en casi toda Europa están cayendo los cordones sanitarios de los que tanto se presumió en muchos países.

Foto: Pedro Sánchez, Charles Michel y Ursula Von der Leyen. (EU Council) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Y mientras tanto, algo sucede en Europa
Carlos Sánchez

Eso se puede interpretar de dos maneras. La primera es que la derecha radical ha triunfado y ya tiene una fuerte influencia en la gobernabilidad. Es parcialmente cierto. La segunda es que, en general, no ha conseguido superar al centro-derecha tradicional ni siquiera en las circunstancias más propicias. Y que cuando lo ha hecho ha sido porque, dentro de su radicalidad, como en el caso de los Hermanos de Meloni, o incluso del partido de Le Pen, ha iniciado un cauto giro hacia posiciones más moderadas.

No es para poner el champán a enfriar. Pero, visto lo visto, quizá no sea la debacle que algunos esperaban.

Desde hace meses, el establishment europeo ha mostrado un enorme temor ante los buenos resultados que podría obtener la derecha radical en las elecciones europeas del 9 de junio. Parte de la inquietud está justificada: varios de esos partidos quieren legitimar los nacionalismos en un continente que ha sido víctima de ellos y mutilar el pluralismo de sus sociedades. Algunos son autoritarios, antisemitas, racistas y conspiranoicos.

Unión Europea
El redactor recomienda