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Tribuna Internacional
Por
Las elecciones de Estados Unidos y el interés nacional de España
Es tiempo de definir nuestras prioridades, invertir en las capacidades y mejorar la capacidad de influencia. Esto sí que sería estratégico
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No, no podemos anunciar quién será el sucesor del presidente Joe Biden a partir del 20 de enero de 2025. Hay siete estados de la Unión cuyo voto baila. Son siete monedas al aire y la combinación final la conoceremos -con suerte- en la mañana del 6 de noviembre. La situación no es tan ajena a otros procesos electorales. En esta, como en otras ocasiones, el votante independiente decide más tarde, cambia de opinión con frecuencia de opinión y no tiene una opción predefinida. El supermartes de marzo condujo a un “momento Trump” con un ascenso rápido y sostenido. Las causas penales abiertas favorecieron su narrativa de polarización. Consolidó su base, pero no está claro que consiguiera ensancharla. Alcanzó el cénit en el debate de junio, cuando el presidente Biden titubeó. Su renuncia y el nombramiento de la vicepresidenta Kamala Harris generó una burbuja en las encuestas y una ilusión demócrata por todo el país. Este efecto duró poco. En el otoño, ambos candidatos llegan empatados y con opciones reales de victoria. La clave, pues, no es adivinar el nombre del futuro inquilino de la Casa Blanca, sino evaluar el entorno internacional que se avecina.
Considero dos escenarios. En el primero, el presidente Trump es elegido, mantiene el Congreso y recupera el control del Senado. El bienio 2025-2027 aceleraría una agenda trumpista con enorme expansión del poder presidencial, desinversión en burocracia (léase diplomáticos e inteligencia sobre el terreno) y polarización social a través del recorte en materia de derechos civiles. En política exterior, podemos intuir el significado de “America First!” con la estrategia de presión contra Irán como señal de apoyo a Israel, los acuerdos forzados entre Moscú y Kiev y el desinterés en las instituciones. La obsesión con China llegaría a máximos, sobre todo con aranceles y tarifas proxy contra la producción automotriz que viene de México.
En el segundo, la vicepresidenta Kamala Harris se convierte en la primera mujer presidenta, retiene el Senado y recupera o empata en el Congreso. Pendientes del Tribunal Supremo, se aceleraría una política progresista con el foco en la justicia social, la salud pública y el cambio climático. No esperaría una revisión de las políticas hacia Israel, pero sí una búsqueda de unos acuerdos de mínimos. Rusia, la arquitectura de seguridad europea y la OTAN estarían en primer plano con una llamada al multilateralismo y la inversión europea en defensa. China, la obsesión en Washington, se clasifica como amenaza para la seguridad del país, pero más enfocada al comercio global y las infraestructuras que a las operaciones militares.
Así las cosas, el interés nacional de España no varía. Somos una potencia media, relevante por nuestra posición geográfica, pero no estamos entre los diez primeros por relación comercial o inversora, no tenemos fuerza militar disuasoria o materias primas o energía. Hay que saber dónde estamos y qué capacidades contamos o, a la manera de John Lewis Gaddis, hay que vincular los fines y las aspiraciones con nuestros medios y capacidades en un entorno de elección limitada. En esto consiste la grand strategy. Identifico cuatro ejes de acción para nuestra política exterior.
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La política económica señala un ciclo de reindustrialización y localización de las empresas. La reducción de la dependencia, eufemismo de China, representa una oportunidad para la creación de nuevas cadenas de valor. Necesitamos mejores puertos e infraestructuras que puedan atender una demanda atlántica, incluyendo Iberoamérica y la costa occidental de África. Ni en Galicia ni en Andalucía contamos con dichas capacidades. Hay que invertir para atraer esa actividad comercial para ponernos a la altura de las cifras de Países Bajos o Irlanda.
Conectada con la anterior, en materia de política energética, el Inflation Reduction Act continuará con ese u otro nombre, a pesar de la propaganda trumpista. Los estados republicanos se han beneficiado de sus medidas, han creado empleo y riqueza. La estrategia republicana anuncia desregulación en el fracking y acceso a energía barata que sostenga el coste de la transformación digital (cloud, inteligencia artificial), mientras que los demócratas apostarán por un mix con una vis medioambiental. A España le conviene que las exportaciones de gas GNL sean competitivas y mantengan el actual ritmo de crecimiento, porque de otro modo esos cargueros tomarán rumbo a Asia. Nuestros puertos deben ser la primera elección.
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La tercera decisión tiene que ver con las migraciones. El fenómeno es global, pero España y Estados Unidos comparten una línea fronteriza grande, imprevisible y no controlada en exclusiva por los dos implicados. Esto nos hace únicos en el marco europeo. Los trumpistas han señalado el deseo de militarizar la frontera, denegar el asilo por sistema y deportar un millón de personas al año. En el entorno europeo, estas ideas eran descabelladas hasta hace pocas semanas. No sabría decir si ahora están en el mainstream de la nueva Comisión Europea. España tiene que tener una voz propia en la configuración, gestión y protección de las fronteras europeas mediante el reconocimiento del hecho migratorio y su impacto en la política del país.
La cuarta línea de trabajo es la definición de las políticas de defensa. Interesa a España que Estados Unidos amplíe su mirada estratégica y comprenda que la seguridad internacional tiene nuevas dimensiones: el cambio climático, el Sahel, las amenazas híbridas, el tráfico de ilícitos o la desinformación. España necesita dos medidas complementarias: incrementar la inversión en seguridad y defensa hasta alcanzar los compromisos alcanzados en el seno de la OTAN y contribuir al debate global de estas ideas mediante la inversión en investigación y conocimiento, think tanks, cátedras en Estados Unidos y prensa internacional.
En síntesis, España puede defender el interés nacional ante cualquiera de las dos administraciones que salgan en la madrugada del 5 de noviembre. Es tiempo de definir nuestras prioridades, invertir en las capacidades y mejorar la capacidad de influencia. Esto sí que sería estratégico.
*Juan Luis Manfredi Sánchez, catedrático de Periodismo y Estudios Internacionales en la Universidad de Castilla-La Mancha. Ha sido catedrático Príncipe de Asturias en Georgetown University (Washington, DC, 2021-2024).
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