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Tribuna Internacional
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¿Deben los periódicos decir a sus lectores a quién votar?
¿Deben los medios, que suelen alardear de objetividad, recomendar una opción? ¿O es un ejercicio redundante, porque, a fin de cuentas, suele estar claro qué tendencia política defiende cada periódico?
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En muchas ocasiones, ante unas elecciones, los medios de comunicación anglosajones recomiendan a sus lectores que voten a un determinado candidato. No es una costumbre obligatoria. Algunos medios no lo hacen nunca, otros lo hacen solo cuando consideran que la elección es trascendental y otros lo hacen siempre. Son decisiones controvertidas. Porque, ¿deben los medios, que suelen alardear de objetividad, recomendar una opción? ¿O es un ejercicio redundante, porque, a fin de cuentas, suele estar claro qué tendencia política defiende cada periódico?
Desde los años setenta, The Washington Post se ha decantado casi siempre de manera explícita por un candidato concreto. Todos han sido demócratas. Ante las elecciones presidenciales de la semana que viene, el jefe de Opinión del periódico había redactado ya un editorial pidiendo el voto para Kamala Harris. Pero el propietario del Post, Jeff Bezos, que también es el presidente de Amazon, impidió su publicación y anunció que este año el periódico no se decantaría por nadie.
El escándalo fue inmediato. Muchos columnistas manifestaron en público su oposición a esa medida, que consideraron un acto de cobardía. Algunos editores dimitieron porque pensaron que, en este caso, la equidistancia es intolerable. Unos 200.000 suscriptores del periódico, casi un 10% del total, se dieron de baja. Muchos acusaron a Bezos de no querer apoyar a Harris por miedo a que, en el caso de que Donald Trump gane, el Gobierno pudiera dejar de contratar a su empresa de cohetes, Blue Origin, que recibe miles de millones de dólares de la NASA. O perjudicar a Amazon. La campaña de Trump utilizó esta decisión de manera interesada: dijo que Harris es tan mala que ni el Post osa apoyarla.
Bezos reaccionó con un artículo en el mismo periódico. Apoyar a un candidato, escribió, puede “dar la impresión de que estamos sesgados y no somos independientes”. Y añadió que no era una cuestión de intereses, sino “una decisión basada en principios”. Mientras él sea el propietario de The Washington Post, el periódico no apoyará expresamente a ningún candidato. Su trabajo es informar y opinar. Los lectores son lo bastante maduros para, a partir de eso, decidir por sí mismos a quién votar.
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The New York Times o The Atlantic han pedido el voto para Harris, pero es probable que eso no haya tenido el menor efecto, porque la inmensa mayoría de sus lectores son, si no demócratas, al menos sí profundamente anti-Trump. The Wall Street Journal nunca apoya a ningún candidato de manera clara, pero todo el mundo sabe que es un periódico republicano. Y en Estados Unidos cada vez más periódicos, como Los Angeles Times o The Boston Globe, son propiedad de magnates que tienen multitud de empresas. Y todos se han negado a apoyar abiertamente a un candidato. Sus excusas son también periodísticas: dicen que hay que volver a la era en la que los periódicos no se mojaban. Pero sus conflictos de interés, como en el caso de Bezos, son evidentes.
Solo si me vas a sorprender
En España, la tradición de apoyar explícitamente a un candidato no es tan habitual. Y casi siempre se hace con ambigüedad. En 2019, por ejemplo, El Mundo pidió “votar por la concordia”, y dejó claro que eso implicaba no hacerlo por la izquierda. Ese mismo año, El País publicó un editorial en el que no pedía el voto para ningún candidato, pero deslizaba que había que impedir que Vox gobernara, lo que, con las expectativas de aquel momento, implicaba no votar tampoco al PP. Sin embargo, cabe preguntarse legítimamente para qué demonios sirve eso: ¿es que no conocemos ya sus líneas editoriales? ¿Por qué esa ambigüedad que, en el fondo, es tan transparente?
Los lectores suelen ser reacios a que su periódico les diga algo que no quieren oír. Pero tampoco necesitan que les digan lo que ya saben
Los únicos apoyos interesantes son los contraintuitivos o los cambiantes. The Economist, por ejemplo, ha celebrado el legado liberalizador de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, pero también ha pedido el voto para los progresistas Barack Obama y Joe Biden. En 2015, el Financial Times pidió el voto para los conservadores de David Cameron o sus socios liberales, aunque este año se ha decantado por los laboristas de Keir Starmer. En 1992, el periódico sensacionalista de derechas The Sun pidió el voto para el conservador John Major; en 1997, para el laborista Tony Blair. Este año, también apoyó a Starmer. Se podría decir que no tiene principios. O que siempre apoya al candidato que tiene más posibilidades de ganar. Con todo, parece la actitud correcta. Si vas a apostar por un candidato, hazlo por el que de verdad creas mejor. Aunque eso suponga llevar la contraria a tus lectores.
De modo que, a pesar de la controversia en el caso de Bezos y el Post, es una buena decisión dejar de apoyar con un altavoz al candidato al que todo el mundo sabe que apoyas. Como dijo el propio Bezos en su artículo de respuesta: “Ningún votante indeciso de Pensilvania va a decir: ‘Voy a votar a quien me diga el periódico X’”. Los lectores suelen ser reacios a que su periódico les diga algo que no quieren oír. En ocasiones, demasiado. Pero tampoco necesitan que les digan lo que ya saben.
En muchas ocasiones, ante unas elecciones, los medios de comunicación anglosajones recomiendan a sus lectores que voten a un determinado candidato. No es una costumbre obligatoria. Algunos medios no lo hacen nunca, otros lo hacen solo cuando consideran que la elección es trascendental y otros lo hacen siempre. Son decisiones controvertidas. Porque, ¿deben los medios, que suelen alardear de objetividad, recomendar una opción? ¿O es un ejercicio redundante, porque, a fin de cuentas, suele estar claro qué tendencia política defiende cada periódico?