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Toca ser pragmáticos

La UE tiene que despertar. Es preciso robustecer nuestro papel en el tablero internacional. Sin cortar lazos con nuestros aliados, debemos ser independientes y construir la Unión Europea de la seguridad y defensa común

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

Donald Trump ha ganado las elecciones, como toda lógica indicaba que iba a ocurrir. Otra cosa es que, confundir realidad y deseo, hiciera que numerosos analistas creasen una expectativa de disputa que Kamala Harris, desconocida vicepresidenta y candidata improvisada, no pudo satisfacer, un espejismo. Es más, su condición de candidata anti-Trump la convirtió en el complemento perfecto que el propio Trump necesitaba para que no existiese más que su candidatura sobre el tablero electoral. Todo ha girado en torno al republicano durante meses, si no durante años.

El populismo hace promesas imposibles sobre el interés directo de las personas (bajar precios o impuestos, eliminar la supuesta competencia social de la migración, facilitar consumir o trabajar sin miedo al cambio climático…), los que nos resistimos al populismo, en cambio, hacemos promesas para salvar las instituciones. ¿Y quién va a preferir salvar a los políticos de Washington antes que pagar menos por la gasolina? Era un combate perdido. Aprendamos la lección.

El resultado es un segundo mandato para el líder del pelo naranja con el poder absoluto en sus manos: ha ganado con diferencia en votos populares; controla las dos Cámaras, lo que le permitirá hacer nombramientos a su antojo; disfruta de un Partido Republicano a su imagen y semejanza y el Tribunal Supremo sigue bajo mayoría conservadora. Del célebre juego de pesos y contrapesos de la democracia norteamericana no queda para controlar a Trump más que la prensa, que no está en su mejor momento empresarial, que confrontará con la realidad alternativa que, ya desde la institucionalidad, va a poner en circulación Elon Musk en su red X y que, además, constituye uno de los alimentos favoritos del ogro presidente. Tiempos complicados para la libertad son los que vienen.

Cabe añadir a esta inquietante presentación que el segundo mandato de todo presidente estadounidense es el de su legado, aquel en que ensaya su política más personal, lo que, en el caso de Trump, si hemos de ver llevadas al extremo las características de su anterior presidencia, puede significar proteccionismo en Economía, aislacionismo en Seguridad y capricho en Exteriores. Viniendo del vigilante del patio del colegio, una descorazonadora noticia para los niños que allí juegan.

Foto: Partidarios de Donald Trump en las Vegas (EFE/Caroline Brehman)
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¿Qué puede, pues, esperar la Unión Europea del trumpismo renovado y cómo ha de reaccionar?

Lo primero que hay que poner de manifiesto es que van a coincidir en el tiempo el arranque de la Comisión von der Leyen 2 con el del mandato Trump 2, y no deja de ser una oportunidad para empezar a escribir juntos en una página en blanco, estableciendo, desde el principio, reglas claras y compartidas. Sobre todo, teniendo en cuenta que EEUU es un aliado indispensable para la UE y la UE para los EEUU, tanto en lo social, como en lo científico, como en lo económico o en lo militar. Los norteamericanos y los europeos somos continuación unos de otros, separarnos es romper aquello que Occidente representa. Por eso, creo que la presidenta Von der Leyen debería pujar por ser la primera líder mundial en visitar Washington tras la toma de posesión de Trump; ese gesto sería un buen primer paso para ambas partes. Toca ser pragmáticos.

Tenemos motivos para estar preocupados por el trumpismo. En lo económico, puede traer un arancel generalizado para los productos europeos, en especial para los sectores hortofrutícolas y del automóvil, lo que, en las presentes circunstancias, nos haría verdadero daño. En lo político, puede incentivar la división entre los Estados miembros, alentando las posturas contrarias al espíritu democrático de la UE que Viktor Orbán, el primero de los líderes de extrema derecha en hacer suya la victoria de Trump, personifica Consejo Europeo a Consejo Europeo. Y en lo geoestratégico, cabe esperar que sucedan tres cosas, a cada cual más turbadora: puede restablecer la relación con Rusia, volverse definitivamente hacia el Atlántico y dejar la OTAN como un proyecto meramente europeo. Verbalizando una idea que flotaba al final de su primer mandato, si los europeos queremos OTAN, nos la tendremos que pagar.

Respecto a su recobrada relación con Rusia, según se ha pronosticado, es de temer que impulse una paz con Ucrania que consolide la ocupación de los territorios que Putin ha obtenido en la guerra. O, como mínimo, que reduzca drásticamente la ayuda americana a Zelenski, haciendo, tal vez, inviable la continuación de la defensa. Ese acercamiento a Moscú también implicaría una separación de Rusia y China, que nos dejaría a los europeos, entre EEUU, Rusia y China en una indefensión global desconocida hasta la fecha.

Los europeos hemos de entender, de una vez por todas, que la defensa de Europa es cosa nuestra, que los americanos se van, que el Mediterráneo es nuestro mar y nuestro problema y que si nosotros no nos ocupamos de nuestras amenazas nadie lo hará por nosotros. En el fondo, esta victoria de aislacionismo americano es una oportunidad, quién sabe si la última, para que, en el marco de la OTAN, la UE nos tomemos en serio nuestra autonomía estratégica, incluyendo la protección económica europea y la inversión conjunta europea en investigación y compra de armamento.

Foto: Donald Trump. (Reuters/Bryan Snider)

La UE tiene que despertar. Es preciso robustecer nuestro papel en el tablero internacional. Sin cortar lazos con nuestros aliados, debemos ser independientes y construir la Unión Europea de la seguridad y defensa común. Tampoco en términos económicos podemos permitirnos el lujo de actuar por separado: somos 27 Estados miembros que, en un entorno de gigantes, corren el riesgo de convertirse en irrelevantes si cada uno pretende ir por su cuenta y tener una política económica y defensa distinta.

En palabras de la presidenta Roberta Metsola, “Europa tiene que valerse por sí misma”. No podemos quedarnos a la deriva si al otro lado del Atlántico deciden finalmente poner un océano de por medio.

*Esteban González Pons. Vicepresidente del Parlamento Europeo.

Donald Trump ha ganado las elecciones, como toda lógica indicaba que iba a ocurrir. Otra cosa es que, confundir realidad y deseo, hiciera que numerosos analistas creasen una expectativa de disputa que Kamala Harris, desconocida vicepresidenta y candidata improvisada, no pudo satisfacer, un espejismo. Es más, su condición de candidata anti-Trump la convirtió en el complemento perfecto que el propio Trump necesitaba para que no existiese más que su candidatura sobre el tablero electoral. Todo ha girado en torno al republicano durante meses, si no durante años.

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