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Ahora Francia: los ricos de la UE ya son tan inestables como nosotros
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Ramón González Férriz

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Ahora Francia: los ricos de la UE ya son tan inestables como nosotros

El Gobierno francés puede caer esta semana y la líder de la oposición, Le Pen, ser inhabilitada. Alemania está sumida en el caos. El desorden ya no es patrimonio de los países del sur

Foto: Marine Le Pen. (Reuters)
Marine Le Pen. (Reuters)
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El jueves pasado, en Francia, unos cuantos tuvieron un ataque de nervios. La prima de riesgo de la deuda pública a diez años subió hasta los 0,9 puntos, una cota que no alcanzaba desde 2012, en lo peor de la crisis de la eurozona.

La causa es que Michel Barnier, el primer ministro de centro-derecha, ha presentado un presupuesto que combina recortes de gastos y subidas de impuestos por valor de 60.000 millones de euros. Su objetivo es reducir el enorme déficit de las administraciones públicas francesas, que este año será del 6% (el de España será aproximadamente de la mitad). Para que el presupuesto salga adelante de manera ordenada necesita hoy el apoyo de Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen. Pero este no quiere dárselo. Le Pen es la favorita para convertirse en la próxima presidente del país tras las elecciones de 2027 y no quiere sumarse a las medidas de austeridad. Tampoco la izquierda quiere apoyarle. En realidad, ese presupuesto no le gusta ni siquiera al presidente Emmanuel Macron y su partido centrista.

Barnier puede sacar adelante el presupuesto sin necesidad de la mayoría. Pero entonces deberá someterse, esta semana, a una moción de confianza; si Le Pen se suma a la reprobación, que la izquierda sin duda apoyará, el Gobierno caerá. Barnier ha dicho que, si eso sucede, Francia se sumirá en una crisis fiscal de la que la subida de la prima de riesgo es solo el primer indicio. La semana pasada, algunos comentaristas empezaron a comparar a Francia con la Grecia de 2012. El ministro de economía, Antoine Armand, llegó a decir en la Asamblea lo contrario —"Francia no es Grecia", afirmó—, lo cual es una forma de dar legitimidad a las sospechas.

Nadie se cree que Francia esté en una situación comparable a la de la Grecia de hace diez o doce años. La analogía se repite para presionar a Le Pen con el fin de que apoye el presupuesto o, en todo caso, no tumbe al Gobierno. Pero indica algo muy inquietante. La inestabilidad de países de segundo orden como España, cuyo Gobierno no es capaz de aprobar presupuestos y solo cumple con los requisitos de la Comisión porque esta ha decidido ser laxa, ya se ha trasladado a los de primer orden. En Francia, es posible que este Gobierno no sobreviva ni a seis meses y sus cuentas son un desastre. En Alemania, la coalición entre socialdemócratas, liberales y verdes ha funcionado tan mal que ha tenido que deshacerse y, muy probablemente, habrá elecciones anticipadas en febrero mientras la economía está estancada.

El de Italia es el Gobierno más estable entre los países grandes de la UE. Hasta el de Grecia es comparativamente funcional

Pueden tomarlo como un consuelo o como una ominosa señal: la gobernanza de los países más ricos de Europa ya es igual de caótica, ineficaz e imprevisible que la de los viejos segundones del sur. De hecho, aunque recientemente los jueces han obligado a la primera ministra Giorgia Meloni a retirar una de sus medidas estrella, la de mandar a los peticionarios de asilo a Albania, el de Italia es el Gobierno más estable entre los países grandes de la UE. Hasta el de Grecia es comparativamente funcional.

Posible inhabilitación

A la cuestión del presupuesto francés y la potencial caída del Gobierno se suma que Le Pen y otros líderes de Agrupación Nacional han sido juzgados por malversar siete millones de euros del Parlamento Europeo. Según la fiscalía, el partido nombró asesores parlamentarios a varios empleados que no hacían ningún trabajo en el Parlamento, pero cobraban de él su sueldo. La acusación ha pedido cinco años de cárcel para Le Pen y su inhabilitación para ocupar un cargo público, lo que le impediría ser candidata a las elecciones de 2027. Aunque en un principio Le Pen y el resto de líderes de su partido no quisieron atacar a los jueces, ahora han adoptado la retórica que Trump desplegó hace unos meses ante sus propios problemas judiciales, que tan buen resultado electoral le dio: afirman que el Estado quiere privar a los ciudadanos de su derecho a escoger libremente al próximo presidente y que todo es una persecución. Un partido con una potencial intención de voto superior al 50%, pues, está cuestionando la independencia judicial.

Bienvenidos a la era del desorden. Los viejos países ineficientes tenemos motivos para sonreír, aunque solo sea un rato

Hace unos días, mis colegas Javier Jorrín y Ángel Villarino explicaban en sendos artículos que Europa, y el mundo en general, se están dejando arrastrar por el pesimismo. Es muy cierto. Pero, además de eso, y en parte a consecuencia de ello, muchos países se están sumiendo en la desgobernanza. El tópico dice que eso es lo que cabe esperar de los indisciplinados y manirrotos países del Mediterráneo. Pero cuando ese caos llega también a Alemania y Francia, quizá sea el momento de preocuparse en serio. Además, Donald Trump ya ha señalado claramente que quiere provocar enormes disrupciones en el comercio global, la mayor organización de cooperación militar del mundo, su propio servicio de inteligencia, su banco central y sus ministerios de sanidad y educación. Bienvenidos a la era del desorden. Los viejos países ineficientes tenemos motivos para sonreír, aunque solo sea un rato.

El jueves pasado, en Francia, unos cuantos tuvieron un ataque de nervios. La prima de riesgo de la deuda pública a diez años subió hasta los 0,9 puntos, una cota que no alcanzaba desde 2012, en lo peor de la crisis de la eurozona.

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