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"Make China Great Again" con la ayuda de España
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Ignacio Cembrero

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"Make China Great Again" con la ayuda de España

La guerra arancelaria probablemente incite a la UE a estrechar lazos con China. Sánchez es de los que más apuesta por esa opción que conlleva, sin embargo, riegos para la seguridad nacional e incrementará la dependencia del gigante asiático

Foto: Pedro Sánchez se reune con Xi Jinping. (Reuters)
Pedro Sánchez se reune con Xi Jinping. (Reuters)
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La guerra arancelaria de Donald Trump supondrá el “fin del liderazgo económico” de EE UU que ejercía desde la II Guerra Mundial, escribió en su editorial el Wall Street Journal, el diario económico más influyente del mundo. Es posible que conlleve también el fin de su liderazgo político de Occidente porque anuncios como los que hizo el presidente el "Día de la liberación" siembran desconfianza con sus principales socios, empezando por los europeos.

Cuando llegó Joe Biden a la Casa Blanca (2021) el presidente demócrata tenía un objetivo, desvincular a EEUU de los conflictos en el mundo, empezando por el de Oriente Próximo, para dedicarse de lleno a lo que de verdad le importaba: competir con China para ganarle la carrera en todos los ámbitos. Las invasiones de Ucrania y Gaza y el papel desempeñado por Irán se lo impidieron. Trump comparte ese objetivo de Biden. De ahí sus prisas por acabar ambas guerras que, por ahora, no han dado resultados.

Su cascada arancelaria corre el riesgo de fortalecer a China, su gran rival. Brinda una "oportunidad" para el gigante asiático, según el Wall Street Journal, una opinión compartida por numerosas publicaciones y analistas. No logrará "Make America Great Again" (Hacer de nuevo a América grande) sino que dará paso a "Make China Great Again" vaticinó en portada la revista The Economist , un pronóstico que también hace Trinh Nguyen del equipo de investigación de la firma de inversión Naxitis.

Por un lado, están todos estos países asiáticos que oscilaban entre EEUU y China y que ante los tumbos y la pérdida de credibilidad de la primera potencia acabarán inclinándose por la segunda. Más importante aún es la Unión Europea, primer mercado del mundo, al que desde Pekín se intenta seducir desde que Trump ganó las elecciones.

Foto: El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. (EFE/Miguel A. Lopes)

Entre las múltiples declaraciones de dirigentes chinos cabe destacar la del ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, que ya en la Conferencia sobre Seguridad de Múnich de febrero tendió la mano a la UE. Su discurso estuvo en las antípodas del de el vicepresidente estadounidense JD Vance ofensivo y provocador hacia Europa. El ofrecimiento chino es tentador. Cuando los "27" corren el riesgo de perder parcialmente el primer mercado de sus exportaciones, es lógico que barajen a China como alternativa.

En Múnich y en otros lugares la diplomacia china corteja especialmente a España. Wang Yi se entrevistó allí con su homólogo español, José Manuel Albares. Le dijo, según la agencia oficial china Xinhua, que ante el "retorno de la ley de la selva, China y España deben practicar el multilateralismo, promover la democratización de las relaciones internacionales, construir un amplio consenso internacional y trabajar juntos hacia una multipolaridad equitativa y ordenada".

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping. (Reuters) Opinión

"Albares se mostró dispuesto a aceptar la oferta de Pekín", según el "think tank" británico Chatham House. "Liderados por España y Hungría, algunos países de la UE están presionando activamente al bloque para que se aleje (...) de su visión de China como competidor estratégico", escribió el sábado The Washington Post. En algo el presidente Pedro Sánchez coincide con el húngaro Viktor Orban.

En su primer discurso, el 3 de abril, tras el anuncio de los aranceles, Sánchez ya recalcó que la UE debía "ampliar y diversificar" sus relaciones comerciales con el resto del mundo. No nombró a ningún país, pero tenía probablemente en mente a Mercosur, con el que Bruselas firmó el año pasado un acuerdo de libre comercio que tarda en ratificarse, y sobre todo a China.

Su propia trayectoria, como presidente, es desde el final de la pandemia una apuesta por estrechar lazos con China. Sánchez viajará a Vietnam y, de nuevo a China, a partir del 8 de abril. Ya estuvo allí hace tan solo siete meses y se quedó nada menos que cinco días. Desde Kunshan, cerca de Shanghai, instó a sus socios europeos a replantearse el arancel, del 17% al 35,3%, que se disponían a imponer, en octubre de 2024, a los coches eléctricos chinos. Era la sanción a las ayudas de Estado que reciben sus fabricantes y que distorsionan la competencia. España se abstuvo en la votación de la propuesta en el Consejo Europeo. Sorprendió así a algunos de sus socios que la aprobaron por amplia mayoría.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el CEO de Envision, Lei Zhang.

La apuesta presidencial ha sido correspondida por el gigante asiático. Dos fabricantes chinos de coches eléctricos y baterías de litio (CATL y Chery) van a desarrollar proyectos industriales en España, donde también invertirá Hygreen Energhy, fabricante de electrolizadores indispensables para producir hidrógeno verde. "China acumula ya más de 10.000 millones en inversiones en el país (...) en el ámbito del vehículo eléctrico y de la energía verde", según El País.

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el precursor que, en buena medida, ha guiado los pasos de Sánchez en el camino hacia Pekín. Cuando Joe Biden acababa de instalarse en la Casa Blanca, en 2021, China ya vertebraba al mundo, según Zapatero. "China es la potencia clave en la búsqueda de un orden internacional que supera la frágil gobernanza de la globalización", escribió en marzo de ese año en el diario China Daily, órgano del Partido Comunista de China (PCCh). "Tenemos que hacer que China y ojalá la UE —muchos trabajamos en esa dirección— pongan a EEUU en una situación imposible", afirmó un año antes en una conferencia ante el Grupo de Puebla integrado por “pesos pesados” de la izquierda latinoamericana.

Si Sánchez ha viajado dos veces a China en ocho meses, Zapatero lo ha hecho cuatro en 18 meses, la última a finales de marzo. Allí ha hecho de todo, desde coinaugurar una feria alimentaria en la provincia de Henan, en septiembre pasado, hasta presentar en Pekín, en octubre de 2023, su think-tank Gate Center que traslada la visión del mundo que tiene el PCCh. Varios de sus dirigentes asistieron al acto.

Foto: Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, en un acto del PSOE. (Reuters/Violeta Santos Moura)

En todos estos pronunciamientos prochinos se tiende a olvidar que en su último informe anual, sobre el año 2023, el Departamento de Seguridad Nacional de Moncloa señalaba que en España "China continúa desarrollando diversas capacidades que podrían ser empleadas para la ejecución de una estrategia híbrida" enfocada en "la obtención de información política, militar o científico-tecnológica, así como en la construcción de redes de influencia en las altas esferas de poder político y económico con capacidad de ejercer presión (...)". El documento prácticamente equipara a China con Rusia.

Estrechar la relación con China puede además acabar generando una mayor dependencia del comercio y de la tecnología china que perjudicaría la competitividad, ya de por sí mermada, de la UE y que conlleva riesgos para la seguridad nacional. Los europeos ya han tenido un anticipo de esos peligros con la infraestructura de telecomunicaciones 5G de Huawei y la tecnología portuaria china.

Arrimarse en exceso a China podría, por último, socavar el papel de Europa como último bastión de un orden internacional más justo, basado en valores, empezando por el de los derechos humanos que Pekin ignora. Acabó con la democracia en Hong Kong en tres años (2020-2023) y multiplica las provocaciones hacia otra democracia, Taiwan, aunque la última -unas maniobras que simularon un bloqueo de la isla- pasaron inadvertidas porque coincidieron con el torrente arancelario de Trump.

La guerra arancelaria de Donald Trump supondrá el “fin del liderazgo económico” de EE UU que ejercía desde la II Guerra Mundial, escribió en su editorial el Wall Street Journal, el diario económico más influyente del mundo. Es posible que conlleve también el fin de su liderazgo político de Occidente porque anuncios como los que hizo el presidente el "Día de la liberación" siembran desconfianza con sus principales socios, empezando por los europeos.

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