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España, 40 años en la UE como puente y vertebrador de las relaciones con América Latina
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Ramón Casilda Béjar

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España, 40 años en la UE como puente y vertebrador de las relaciones con América Latina

Nuestro país tiene la oportunidad de fortalecerse como puerta de entrada de las inversiones latinoamericanas y como puente con la UE. Una de las claves para conseguirlo está en convertir los lazos culturales en activos económicos y geopolíticos

Foto: Cumbre UE-CELAC en Bruselas en julio de 2023. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
Cumbre UE-CELAC en Bruselas en julio de 2023. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

España cuenta con una historia que desde fines del siglo XV comenzó a formarse a uno y otro lado del Atlántico con cuatro polos de acción: España y Portugal, del lado europeo, y la América española y el Brasil del lado americano. Una mirada al mapa es suficiente para mostrarnos, con toda evidencia, que la Península Ibérica es el promontorio que apunta hacia América y, al mismo tiempo, la casi isla en que se cruzan las rutas de África y de Europa y del Mediterráneo y el Atlántico. Estaba escrito así en la geografía, un destino de encrucijada y encuentro, de vocación ecuménica entre pueblos y culturas. Es lo que algunos llaman con razón su vocación histórica de universalidad.

La firma de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), que posteriormente se transformaría en la Unión Europea (UE), tuvo lugar el 12 de junio de 1985 en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid. En este acto, el presidente del Gobierno español, Felipe González (1982-1996), firmó el Tratado de Adhesión, junto con otros representantes de los países miembros de la CEE. Hoy, 12 de junio de 2025, cuarenta años después, España tiene la oportunidad de fortalecerse como puerta de entrada de las inversiones latinoamericanas y como puente y país vertebrador con la Unión Europea. Una de las claves para conseguirlo, está en convertir los lazos culturales y lingüísticos en activos económicos y geopolíticos.

Por su parte, la Unión Europea comparte con América Latina un interés común en promover la integración, el crecimiento sostenible y mejorar la resiliencia económica, reduciendo las dependencias excesivas y diversificando las relaciones comerciales. Ambas regiones cuentan con una larga historia de vínculos políticos, económicos y culturales, y en conjunto representan aproximadamente el 21% del Producto Interno Bruto y el 14% de la población mundial. La UE es el tercer socio comercial más importante para la región, y el principal contribuyente de cooperación al desarrollo. El comercio ha crecido un 40% en los últimos diez años y la inversión cuenta con un stock superior a los 700.000 millones de euros, equiparables a las inversiones combinadas de la UE en China, India, Japón y Rusia. Por su parte, España es el primer inversor europeo en la región y segundo mundial solo por detrás de Estados Unidos con un stock de 162.000 millones de euros.

Habrá oportunidad, durante la próxima IV Cumbre UE-CELAC (Santa Marta, 9 y 10 de noviembre de 2025), para proponer una agenda que contemple los nuevos desafíos globales, mejorando la inserción internacional de ambas regiones, que están conectadas a través de una de las redes más densas de tratados de libre comercio que la forman 27 de los 33 países, cubriendo el 98% del territorio.

Foto: (i-d) Keiko Fujimori, presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, y la presidenta de CEAPI, Nuria Vilanova, en el VIII Congreso del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica. (EFE/José Manuel Vidal)

La Unión Europea ofrece una agenda muy diversa que profundiza las relaciones con América Latina para dar respuesta a los retos compartidos, como la democracia, la migración, el cambio climático, la transición energética, la digitalización, la inclusión social y la revitalización del multilateralismo, amenazado por la incertidumbre y la volatilidad, lo cual socava la confianza y aleja a las inversiones.

Sin embargo, la Unión Europea, deberá tener muy presente la 'Cuarta Reunión Ministerial del Foro China-CELAC' (Pekín, 13 de mayo de 2025), donde el presidente Xi Jinping, hizo un llamamiento a estrechar la cooperación en sectores estratégicos como energía, tecnología y comercio e instó a hacerlo más estrechamente en energías limpias, telecomunicaciones 5G, economía digital, inteligencia artificial, ciberseguridad, lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el foro de economía 'Latinoamérica, Estados Unidos y España en la economía global' . (EFE/Archivo/Borja Puig De La Bellacasa) Opinión

Además, China promovió la nueva Ruta de la Seda (Colombia firmó su adhesión), que le permite asegurarse el acceso a valiosos recursos naturales de la región como el litio, las tierras raras, el petróleo o el cobre. Y para reforzar su presencia regional anunció 8.250 millones de dólares en nuevos créditos, y la exención de visados a cinco países (Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay), en un gesto para contrarrestar la influencia geopolítica de Estados Unidos.

China es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y el comercio bilateral con los miembros de la CELAC alcanzó 515.000 millones de dólares, frente a los 450.000 millones de 2023, cuando en 2000, solo eran 2.000 millones de dólares. Lo cual es una clara muestra del peso ascendente en la región, que crece en áreas estratégicas como la energía, la tecnología, los puertos y los recursos naturales.

Aunque China presenta su relación con América Latina como una alternativa basada en la cooperación Sur-Sur y de respeto mutuo, no obstante, hay voces que alertan sobre los riesgos de dependencia económica, concentración de deuda y asimetría en las relaciones.

Foto: El presidente ejecutivo de CAF, Sergio Díaz-Granados. (Carlos Luján / Europa Press)

De manera que la Unión Europea tiene un frente preocupante en América Latina. Si bien, para España esta es una excelente oportunidad para que fortalezca su posición como puerta de entrada de las inversiones latinoamericanas y ser el país puente y vertebrador entre ambas regiones, como ya lo hizo desde el primer momento de las primeras negociaciones para su adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1977, que comenzaron durante la presidencia de Adolfo Suárez (1976-1981).

Entonces, España demostró su compromiso con la historia, por encima de circunstanciales actitudes, en cuanto a sus relaciones con América Latina. Hubiese sido inconcebible plantearlo de otra manera. El Gobierno español sostuvo con firmeza reiterada que no aceptaría la posibilidad de que su adhesión, causara el debilitamiento o la desaparición de sus especiales relaciones con América Latina; pidiendo que las autoridades comunitarias reconociesen explícitamente que tal posibilidad no se confirmaría y mostrando al mismo tiempo sus dudas en torno a la adhesión si esa garantía no le pudiera ser otorgada. El resultado fue, la inclusión en el acta final de las negociaciones de una declaración expresiva de la voluntad comunitaria y española, suscrita por los diez Estados miembros, más España y Portugal.

España, como decimos, tiene la excelente oportunidad de fortalecerse como puerta de entrada de las inversiones latinoamericanas y ser el país puente y vertebrador entre la Unión Europea y América Latina. Una oportunidad, que no se logra por inercia histórica, sino por un liderazgo activo. Se necesita visión, estrategia, coraje, tenacidad y voluntad política.

*Ramón Casilda Béjar, miembro del IELAT-Universidad de Alcalá y profesor del máster de RRII del IEB.

España cuenta con una historia que desde fines del siglo XV comenzó a formarse a uno y otro lado del Atlántico con cuatro polos de acción: España y Portugal, del lado europeo, y la América española y el Brasil del lado americano. Una mirada al mapa es suficiente para mostrarnos, con toda evidencia, que la Península Ibérica es el promontorio que apunta hacia América y, al mismo tiempo, la casi isla en que se cruzan las rutas de África y de Europa y del Mediterráneo y el Atlántico. Estaba escrito así en la geografía, un destino de encrucijada y encuentro, de vocación ecuménica entre pueblos y culturas. Es lo que algunos llaman con razón su vocación histórica de universalidad.

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