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Quiero 'hearings' para el próximo Gobierno español
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Esteban González Pons

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Quiero 'hearings' para el próximo Gobierno español

¿Se imaginan ustedes que, en España, al próximo ministro de Industria, por ejemplo, se le examinase en público antes de acceder al cargo para comprobar si realmente es un experto?

Foto: El alto representante para la Política Exterior de la UE designado, el español Josep Borrell, participa en su audiencia confirmatoria ante el Parlamento Europeo. (Reuters)
El alto representante para la Política Exterior de la UE designado, el español Josep Borrell, participa en su audiencia confirmatoria ante el Parlamento Europeo. (Reuters)

Ya sabemos que a los ministros europeos se les llama comisarios, pero esa no es la única diferencia con sus homólogos de los Estados miembros. Para mí, lo más destacable de los comisarios de la Unión Europea es que, a diferencia de nuestros ministros, son sometidos a un exigente escrutinio parlamentario previo a su toma de posesión, conocido por su nombre en inglés como 'hearing', en el que se determina si jurídica, moral y técnicamente están preparados para ostentar el cargo.

¿Se imaginan ustedes que, en España, al próximo ministro de Industria, Trabajo o Defensa, por ejemplo, se le examinase en público antes de acceder al cargo para comprobar si realmente es un experto en industria, empleo o defensa? Pues eso es lo que hacemos en Bruselas con los comisarios. ¿O se imaginan que, en nuestro país, antes de que un nuevo Gobierno empiece su andadura, la comisión de Justicia del Congreso dedicara unos cuantos días a analizar las finanzas personales de cada miembro de ese próximo Gobierno y determinar si existe el más mínimo riesgo de que cualquiera de ellos pueda incurrir en un conflicto de interés? Pues eso es lo que también hacemos aquí.

Audiencia de Borrell en Bruselas para buscar el respaldo del Parlamento

Sobre el papel, la función que tienen estas audiencias previas del Parlamento Europeo es la de evaluar a los futuros comisarios sobre la base de su competencia general, su compromiso europeo, su independencia personal y su conocimiento de la cartera para la que hayan sido propuestos. Eso es al menos lo que dice el reglamento. Pero la verdad es que el proceso de audiencias acaba convirtiéndose también en un juego de geoestrategia política a varias bandas, en el que todos tratan de obtener algún rédito, de salvar a sus candidatos poniendo en apuros a los contrarios y en el que algunos, si pueden, se cobran alguna que otra deuda pendiente. Parlamentarismo en estado puro, lo añado para aquellos que no hayan conocido más Parlamento que el español.

Para que entiendan el procedimiento, cada país propone un candidato a comisario. Es competencia de la presidenta electa, en este caso Ursula von der Leyen, distribuir las carteras entre ellos. Y una vez designados, han de acudir a someterse al control parlamentario. Primero a través del comité de asuntos jurídicos, que vela por que ninguno de ellos tenga un conflicto de interés que pueda afectar al desempeño de su cartera. Si los candidatos superan esta primera criba, pasan después a enfrentarse mediante audiencia pública a los comités legislativos de cuyas competencias son responsables.

Estas audiencias se suceden en dos fases. Primero, mediante la respuesta escrita de una serie de preguntas formuladas por las comisiones responsables, y después acudiendo a declarar durante tres horas ante ellas. Las audiencias tienen un punto sádico. Hacen sudar hasta al más preparado de la clase. Por eso, generalmente, son los comisarios que repiten experiencia los que más respetuosos se muestran ante el Parlamento.

Foto: Von der Leyen junto al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. (Reuters)

No voy a negar que los grupos parlamentarios suelen usar estas audiencias como un correctivo preventivo, ya que, una vez nombrado, es muy difícil remover a un comisario de su puesto.

Las audiencias previas tienen su precedente más conocido en los Estados Unidos, donde el presidente tampoco puede nombrar a su gabinete si este no recibe el visto bueno del Senado.

En esta ocasión, por primera vez en la historia de las elecciones europeas, dos candidatos no han pasado el corte de los conflictos de interés. Dos gobiernos, Hungría y Rumanía, han tenido que retirar sus candidatos iniciales y buscarles reemplazo. Y todo apunta a que al menos dos candidatos más, como mínimo, tampoco obtendrán el visto bueno del Parlamento.

Son un ejercicio de transparencia democrática sin precedentes en un continente acostumbrado a que sus gobiernos hagan y deshagan a su gusto

Las audiencias previas tienen algo de espectáculo televisivo, aunque realmente solo sean seguidas por los adictos a la cafeína política y a las series tipo 'Borgen', 'El ala oeste' o 'House of Cards'. Pero sacando el lado más trivial de las mismas, las audiencias previas son un ejercicio de transparencia democrática sin precedentes en un continente acostumbrado a que sus gobiernos hagan y deshagan a su gusto sin otro escrutinio que el de las urnas que, sin ser cosa menor, a veces resulta insuficiente.

En 2004, el candidato propuesto por el Gobierno italiano, Rocco Buttiglione, se vio forzado a renunciar por unas declaraciones sobre el matrimonio y la homosexualidad realizadas durante la audiencia que pusieron en entredicho su voluntad de actuar en defensa de los derechos de todos los ciudadanos. En 2010, la entonces candidata búlgara, Rumiana Jeleva, también suspendió su audiencia al encontrarse algunas irregularidades sobre su situación financiera y las explicaciones que había dado inicialmente. Más recientemente, en 2014, la que tuvo que retirar su candidatura fue la eslovena Alenka Bratušek. Ya existían serias dudas sobre su designación como candidata, ya que se nombró a sí misma cuando aún era primera ministra. Pero su desastrosa aparición ante la comisión que la evaluaba, mostrando un desconocimiento absoluto de la cartera que iba a ocupar, acabó por expulsarla de la carrera.

En el presente proceso de 'hearings' llevamos, por ahora, dos candidatos eliminados y tres pendientes de un bastante complicado segundo examen

El problema de fondo es la seriedad (o mejor dicho, la ausencia de ella) con que algunos gobiernos se toman la designación de sus candidatos al colegio de la Comisión. O, incluso peor, la seriedad de los propios candidatos en sí. Durante las audiencias que se están celebrando esta semana y la pasada, hemos visto a candidatos con un conocimiento mediocre de sus carteras. Algunos han tenido que pasar más tiempo explicando puntos oscuros de su currículo que abordando los retos legislativos de la próxima legislatura. Ese ha sido, por ejemplo, el caso de la candidata francesa, un empeño personal de Macron, que no ha podido aclarar cómo si tuvo que dimitir de ministra de Defensa en Francia por estar imputada, no encuentra inconveniente para ser 'ministra' europea, pese a seguir imputada.

En definitiva, en el presente proceso de 'hearings' llevamos, por ahora, dos candidatos eliminados (rumana y húngaro) y tres (polaco, francesa y sueca) pendientes de un bastante complicado segundo examen. Digo 'por ahora' porque aún quedan cinco candidatos por ser vistos. A este respecto, asistimos al inicio de legislatura más exigente que se recuerda. Baste recordar que a la mayoría de aspirantes (Borrell incluido) se les ha sugerido que mejor deberían vender todas sus acciones cotizadas para evitar conflictos de interés en el futuro.

Si alguien me preguntara cuáles son las claves de la dinámica política que se está viviendo en el Parlamento Europeo en torno a los 'hearings', respondería:

  1. Hay conciencia de que la nueva Comisión no debe retrasar su entrada en ejercicio más allá del pleno de Bruselas de primeros de noviembre. Por el posible Brexit y por la posible guerra comercial con Estados Unidos.
  2. El Parlamento se sintió humillado en julio cuando el Consejo nombró todos los cargos (incluido el de presidente del Parlamento) sin tenerlo en cuenta. Muchos diputados están tratando de recordar al Consejo quién ostenta la legitimidad democrática.
  3. Los tres grandes grupos que dan soporte a la Comisión se sienten obligados a equilibrar en los 'hearings' las altas y las bajas de candidatos. Ninguno de los tres quiere ser aquel grupo que tiene más candidatos 'caídos', y por tanto la estrategia del chiste del dentista (“No nos haremos daño, ¿verdad, doctor?”) funciona con relativa eficacia. Digo 'relativa eficacia' porque cuando se produce el rechazo inesperado de algún candidato inmediatamente se rompe el precario equilibrio entre populares, socialistas y liberales, y se inicia una guerra.
  4. Los dos candidatos ya rechazados vienen de Europa del Este, y de los otros tres señalados para repetir su audiencia pública, el que más difícil tiene terminar pasando la prueba también pertenece a este bloque geográfico. Si tenemos en cuenta que todos los altos cargos, ¡todos!, propuestos por el Consejo en julio pertenecían a Europa occidental, no nos costará comprender por qué se ha instalado cierta tensión parlamentaria que pretende reequilibrar bajas también en un sentido geográfico.

Si en España se hiciera una audiencia previa de los ministros para confirmar que tienen el conocimiento para llevar su cartera, nos iría mejor

Al final, entre unos y otros depuramos, en la medida de lo posible, el proyecto de Comisión que llega al Parlamento. El sistema de audiencias previas es imperfecto y se politiza (en el mal sentido del término politizarse) con demasiada facilidad, pero, en un mundo en que los problemas cada vez exigen respuestas más especializadas y en que el filtro de las incompatibilidades y la transparencia para los altos cargos se ha vuelto muy exigente, disponer de este examen que garantiza que los 'ministrables' son competentes, que entienden de la materia que se llevarán entre manos y que no tienen intereses enredados con su futura responsabilidad, resulta una garantía mínima y necesaria.

Mi última línea es para afirmar que si en España se hiciera una audiencia previa de los ministros para confirmar que tienen la experiencia y el conocimiento suficientes para llevar su cartera, le iría mucho mejor a nuestro país. Ahora que empieza la campaña electoral, yo ahí lo dejo por si alguien se digna recoger el guante.

Ya sabemos que a los ministros europeos se les llama comisarios, pero esa no es la única diferencia con sus homólogos de los Estados miembros. Para mí, lo más destacable de los comisarios de la Unión Europea es que, a diferencia de nuestros ministros, son sometidos a un exigente escrutinio parlamentario previo a su toma de posesión, conocido por su nombre en inglés como 'hearing', en el que se determina si jurídica, moral y técnicamente están preparados para ostentar el cargo.

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