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Pedro Sánchez debería dejar los aplausos para las corridas de toros
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Pedro Sánchez debería dejar los aplausos para las corridas de toros

Los países de la Unión Europea se van a endeudar conjuntamente para luego gastarse individualmente lo que obtengan. En esto consiste el acuerdo adoptado en el Consejo Europeo

Foto: La banca socialista aplaude a Pedro Sánchez en el Congreso. (EFE)
La banca socialista aplaude a Pedro Sánchez en el Congreso. (EFE)

Los países de la Unión Europea se van a endeudar conjuntamente para luego gastarse individualmente, por separado, lo que obtengan. En esto consiste en esencia el acuerdo adoptado en el último Consejo Europeo. Se trata de un avance histórico que es a la vez un retroceso histórico. Podemos estar satisfechos y frustrados al mismo tiempo. Digamos que la UE se recompone y se descompone a la par.

Empecemos por la recomposición. Es cierto que lo aprobado va un paso más allá de la mutualización de deudas nacionales que desde hace mucho estamos reclamando los países del sur y los europeístas, y que, en ese sentido, supone un adelanto que parecía imposible conseguir hace solo seis meses. El que la Comisión, con el aval del Marco Financiero Plurianual, esto es con el aval del presupuesto europeo a siete años, acuda al mercado, tal vez al propio Banco Central Europeo, para solicitar dinero constituye un nuevo hito en el proceso de federalización europea y justifica el entusiasmo de aquellos que andan estos días atragantándose de tanto decir lo de que Europa crece gracias a las crisis.

Foto: Pedro Sánchez, junto a Angela Merkel y Kyrisakos Mitsotakis. (Reuters)

Si nos endeudamos juntos significa que empezamos a constituir una economía única, que es mucho más que un mercado único y que una moneda única. Emitir deuda pública es lo que hacen los tesoros nacionales. Por otra parte, el diseño escogido para recaudar se me antoja inmejorable, es tal y como lo propuso el Parlamento Europeo en su primera resolución tras la llegada de la peste. Se endeuda la UE, no los Estados miembro, de este modo:

  1. No son los contribuyentes de ningún país quienes deben asumir el riesgo de impago de otro país.
  2. La calificación de la deuda pública de los países menos endeudados no se ve perjudicada.
  3. No se incrementa el volumen de deuda pública de los países más endeudados.
  4. En la medida en que la Comisión, por el momento, tiene su deuda a cero se puede proceder a una emisión tan grande como de 750 mil millones de euros.

Por cierto, Podemos en el Parlamento Europeo siempre votó en contra de que la deuda mancomunada viniera de la Comisión, me sorprende ahora que su cambio radical de posición no merezca mayor explicación política que verles aplaudir al jefe.

En definitiva, los partidarios de los Estados Unidos de Europa hemos dado un paso adelante gigantesco con esta deuda pública europea que podría ser el embrión de un futuro Tesoro de la Unión Europea. Pero, digo “podría ser” y no “será” porque bien puede resultar todo lo contrario.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en Bruselas. (Reuters)

Me explico:

Como decía al principio, lo que obtenemos del mercado endeudándonos conjuntamente nos lo vamos a gastar nacionalmente. Si es la UE quien se endeuda lo lógico sería que fuera la UE quien se gastara lo recibido a través del préstamo, pero no va a ser así. Los Estados miembro utilizarán las instituciones europeas para pedir crédito, aunque después se repartirán el capital obtenido para complementar sus presupuestos nacionales. El préstamo que pide la UE ocupa pues el lugar de la casa grande de los abuelos cuando los nietos la hipotecan para comprarse cada uno de ellos su propia casa.

Pondré otro ejemplo, es como si las comunidades autónomas se reunieran y decidieran que España va a pedir un crédito, que después España pagará con su propio presupuesto, y que el dinero que se reciba prestado se repartirá entre las propias comunidades autónomas para financiar sus políticas regionales. ¿Podríamos entonces decir que España, en tanto que proyecto común, sale más fuerte de semejante decisión? Yo digo que no.

Cabe alegar que lo que se pretende financiar con esta deuda pública europea es la reconstrucción de las economías nacionales tras el Covid-19, a lo que respondería que, precisamente por esa pretensión, dejamos pasar la oportunidad de una verdadera reconstrucción europea, la ocasión de que la economía continental fuera considerada en su conjunto en el proceso de reconstrucción, evitando disfunciones y propiciando equilibrios territoriales.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (d), junto al presidente chipriota, Nicos Anastasiades (i), y el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov. (EFE) Opinión

Y, ojo, este Plan de Recuperación aún deben aprobarlo los parlamentos nacionales. Veremos cómo se pronuncian las mayorías de izquierdas de Dinamarca, Suecia o Finlandia, por ejemplo.

Endeudarnos conjuntamente e invertir conjuntamente, esa habría sido la verdadera revolución europeísta. Sin embargo, con lo decidido, corremos el riesgo de que para el futuro los Estados miembro acaben considerando estos fondos que vienen de la Comisión como una mera vía extraordinaria para completar sus presupuestos nacionales. Si tenemos presente lo bien que van a ser recibidos estos bonos europeos por el mercado de deuda pública y el poco interés que el propio mercado va a mostrar en que esa deuda se pague, no es descartable que se incremente la demanda de deuda europea y que los gobiernos lo consideren una oportunidad para rellenar sus arcas nacionales. En ese caso, estaríamos hipotecando la UE para financiar otra vez el sueño del nacionalismo económico.

No nos engañemos, el que los ministros aplaudan a Pedro Sánchez a su vuelta del Consejo, además de ridículo, es una muestra de nacionalismo económico. Significa: nos hemos llevado un trozo grande del fondo común, como quien se felicita por comerse lo que se sirve a compartir en el centro de la mesa antes de dar un bocado a su propio plato.

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Aunque la prueba más bestial, digo “bestial”, sí, de nacionalismo económico nos la ha dado otra vez más Boris Johnson. Saben que llevo tiempo defendiendo que detrás del Brexit, además de ideología, hay una doctrina económica, pues bien, la decisión de suspender todos los viajes de británicos a España este verano, sin verdadera justificación objetiva, hay más posibilidades de que nos traigan la enfermedad de que se la lleven de aquí, en mi opinión, lo que pretende es que sus ciudadanos no saquen muchos millones de libras en divisas del país y que se gasten ese dinero en su territorio nacional. Los ingleses veranearán en Inglaterra por ley. Proteccionismo turístico, eso es. Y es que el proteccionismo vuelve a estar de moda en esta parte del mundo.

Una prueba irrefutable de cuanto estoy escribiendo es que el Consejo se haya cuidado, y mucho, de guardarse para sí mismo la vigilancia y supervisión del Plan de Recuperación, evitando el control democrático que supondría dar cabida al Parlamento Europeo, la única institución comunitaria elegida directamente por los ciudadanos. Es decir, serán los propios Estados miembro, los mismos que se reparten el dinero, los que supervisarán cómo se usa ese dinero.

Por resumir, el Plan de Recuperación, tal y como lo ha aprobado el Consejo, supone que:

  1. El sujeto político que consigue el dinero es distinto del que lo gasta. Al que lo recibe no le cuesta esfuerzo conseguirlo.
  2. El sujeto político que recibe el dinero del préstamo es el mismo que controla si se utiliza correctamente.

Ahora bien, si en cuanto al Instrumento de Recuperación, pese a todo, creo que hay algún aspecto satisfactorio, en lo que respecta al Marco Financiero Plurianual, los Estados miembro han jugado la baza nacionalista a tope, minimizando aportaciones y maximizando beneficios.

La propuesta adoptada por el Consejo sobre el MFP es incluso inferior a la presentada por la Comisión. Para que se hagan una idea, con los actuales números, en 2024 el presupuesto de la Unión será inferior al de este año 2020, lo que, en la práctica, se va a traducir en recortes en políticas como la PAC, la vigilancia de fronteras o el Erasmus

Ahora la buena noticia. En el Instrumento de Recuperación, el Consejo ha dejado poco margen al Parlamento para decidir. Pero en lo que afecta al MFP, la cámara europea es co-legisladora en pie de igualdad con el Consejo.

Y el pasado jueves, los diputados europeos mandamos un mensaje claro a las capitales nacionales. No vamos a aceptar la política de hechos consumados. Y no lo haremos porque nuestro papel institucional es precisamente el de ser la fuerza motora del proyecto europeísta.

Los 465 diputados que el pasado jueves advertimos de que el Parlamento podría dificultar la aprobación de todo este entramado financiero lo hacemos porque creemos que la mejor manera de defender los intereses de los europeos es reforzando el proyecto europeo, no debilitándolo.

Los próximos meses serán cruciales. Y como ya me habrán escuchado, en la UE nada está acordado hasta que todo está acordado. Pedro Sánchez haría bien en no olvidarlo esta vez, dejando los aplausos para las corridas de toros.

Los países de la Unión Europea se van a endeudar conjuntamente para luego gastarse individualmente, por separado, lo que obtengan. En esto consiste en esencia el acuerdo adoptado en el último Consejo Europeo. Se trata de un avance histórico que es a la vez un retroceso histórico. Podemos estar satisfechos y frustrados al mismo tiempo. Digamos que la UE se recompone y se descompone a la par.

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