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¿Alergia o intolerancia alimentaria? Cómo diferenciarlas
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Victòria Cardona

Lupa Nutricional

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¿Alergia o intolerancia alimentaria? Cómo diferenciarlas

Hay personas que sufren picores, alteraciones digestivas, hinchazón... después de comer determinados alimentos. Pero ni el origen ni los síntomas son iguales y de estos depende la gravedad del trastorno

Foto: Foto: Unsplash/@o12.
Foto: Unsplash/@o12.

La alergia alimentaria es una respuesta sobredimensionada del sistema inmunitario, el cual identifica como perjudiciales ciertas proteínas de otros seres vivos provocando reacciones inflamatorias que pueden causar síntomas cutáneos -como urticaria- y también en otros sistemas como el respiratorio, cardiovascular o digestivo, que en ocasiones llegan a ser graves.

La gravedad de una reacción alérgica puede variar entre individuos. Mientras que una persona puede necesitar asistencia médica inmediata tras comer un alérgeno alimentario, otra puede manifestar solamente picor en la boca. La reacción puede ocurrir en minutos o en unas pocas horas.

Los alimentos que provocan reacciones alérgicas reciben el nombre de alérgenos alimentarios. Existen más de 120 alimentos descritos como causantes de alergias, pero solo una decena origina la mayor parte de las reacciones, y dependen de la edad y de la zona geográfica. En nuestro entorno, en niños los más frecuentes son la leche, los huevos, el marisco, los frutos secos, las legumbres y el pescado o trazas de alguno de ellos, mientra que en los adultos son los frutos secos y otros alimentos vegetales (legumbres, frutas), marisco y pescado.

Entender el mecanismo de la alergia alimentaria

Por lo general, el primer contacto entre una sustancia y el sistema inmunitario sirve para reconocerla y catalogarla. Si el organismo determina que se trata de un compuesto hostil (sensibilización alérgica), reaccionará la próxima vez que se encuentre con él. Algunos glóbulos blancos producen anticuerpos (conocidos como inmunoglobulinas) del tipo inmunoglobulina E (IgE) frente a los alimentos (alérgenos) a los que se sensibilice la persona. Cuando el enfrentamiento se produce, el cuerpo actúa rápidamente ante lo que considera un riesgo inminente. En cuestión de minutos, al unirse el alérgeno a las IgE, se activan unas células (mastocitos y basófilos) que liberan histamina y otras sustancias proinflamatorias causantes de los síntomas de alergia. La respuesta comienza frecuentemente en el intestino, aunque también puede manifestarse en otras zonas como el aparato respiratorio, el circulatorio o la piel.

"Son entidades que difieren en su origen y en su gravedad, pero muchas personas los utilizan como sinónimos"

Las alergias alimentarias aparecen debido a un fallo en la tolerancia inmunológica por diferentes factores -genéticos, estado de la mucosa intestinal, edad, cantidad o la forma de presentación del alimento-, pero no se ha identificado una causa única determinante del inicio de la alergia a un alimento concreto (tolerado previamente en muchos casos).

Síntomas

La alergia a la comida se manifiesta de varias maneras y los síntomas no solo difieren en naturaleza, también en intensidad. El tiempo que tardan en manifestarse es otro factor que depende de cada organismo, y pueden aparecer a los pocos minutos de haber consumido un alimento en particular u horas después.

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Además, las alergias a los alimentos pueden aumentar gradualmente en gravedad. Una comida que, en primera instancia, produjo una reacción de leve intensidad puede rápidamente convertirse en un serio problema de salud si el paciente persiste en comerla de nuevo. Esto se debe a que los anticuerpos se van tornando más agresivos cuando se encuentran nuevamente con una sustancia a la cual se está sensibilizado.

Los síntomas más comunes, que van de leves a moderados, incluyen:

  • picor y enrojecimiento en cualquier parte de la piel
  • aparición de ronchas
  • sarpullido
  • picazón en la boca y dentro del canal auditivo
  • náuseas y vómitos
  • dolor estomacal
  • diarrea
  • congestión, secreción nasal, estornudos (rinitis)
  • tos seca


La alergia alimentaria también puede expresarse en forma de reacciones graves, que son las que más preocupan a los médicos, a los pacientes y sus familiares. Estas comprenden:

  • hinchazón de labios, lengua y garganta. Cuando esto ocurre, el alérgico podría experimentar dificultades para tragar (sólidos o líquidos) o para respirar. La inflamación en la garganta puede ser tan intensa que llegue a dificultar o bloquear por completo las vías respiratorias.
  • ahogo, tos y sibilantes (pitos) en los pulmones por un broncoespasmo (crisis de asma).
  • bajada en la presión arterial que puede, a su vez, provocar mareo, confusión, debilidad o llevar al desvanecimiento.
  • dolor en el pecho, palpitaciones o pulso debilitado.


Cuando existen síntomas en más de un sistema (piel, respiratorio, circulatorio, digestivo), la reacción se denomina anafilaxia. Se conoce como choque anafiláctico la anafilaxia en la que hay afectación del aparato circulatorio con taquicardia, caída de la presión arterial, dolor torácico o desmayo, una situación que llega, incluso, a amenazar la vida del paciente y requiere tratamiento inmediato (el fármaco indicado es adrenalina intramuscular).

Todos estos síntomas son un reflejo de lo que sucede en el interior del organismo: los vasos sanguíneos se dilatan, los tejidos se llenan de líquido y los órganos no reciben el volumen adecuado de sangre.

En los casos de alergia a alimentos, especialmente si los síntomas son graves, se debe evitar su ingesta. La persona que sufre esa reacción tiene que acudir al médico, que establecerá el diagnóstico preciso y determinará los alimentos que debe evitar, así como establecerá el tratamiento necesario para una determinada reacción, por ejemplo, adrenalina (existen autoinyectores para ser usados por el propio paciente) o antihistamínicos.

Intolerancia

No siempre nos encontramos ante una alergia alimentaria. La mala asimilación de los alimentos también puede ocasionar otra clase de trastornos, como la intolerancia alimentaria. Muchas personas confunden estas dolencias o usan los términos 'alergia' e 'intolerancia' indistintamente para describir su problema, como si se tratara de sinónimos, pero en realidad son distintos entre sí. Su principal diferencia radica en su origen, ya que poseen diferentes causas y síntomas.

placeholder Foto: Unsplash/@moniqa.
Foto: Unsplash/@moniqa.

Las causas de la intolerancia se encuentran en el sistema digestivo, más que en el inmunitario (a diferencia de la alergia). Particularmente, la intolerancia se produce debido a la ausencia de enzimas, moléculas proteicas que se encargan de descomponer los alimentos. En cuanto a los síntomas, en la intolerancia recuerdan a los de la inflamación y son menos graves que los de la alergia. Los síntomas más frecuentes son la mala digestión, hinchazón abdominal, náuseas y diarrea.

Actualmente se han identificado dos tipos principales de intolerancia: a la lactosa y al gluten. De hecho, en el caso de esta última estamos hablando de una patología autoinmune (enfermedad celiaca), cuyo factor exógeno principal es este agente. Además, aunque no existe una explicación concluyente, se ha descrito que el sistema digestivo de algunas personas tiene problemas para procesar el gluten, un conjunto de proteínas presentes en cereales como la avena, la cebada, el centeno y el trigo.

En la intolerancia a la lactosa, existe una ausencia o escasez de la enzima lactasa que permite descomponer la leche y sus derivados en elementos aprovechables por el organismo.

Abstenerse de ciertos alimentos, consumirlos en muy pequeñas porciones (solo en casos específicos) o buscar sustitutos son las principales medidas para lidiar con la intolerancia alimentaria, y siempre se debe consultar al médico para definir correctamente qué alimentos se deben evitar.

La alergia alimentaria es una respuesta sobredimensionada del sistema inmunitario, el cual identifica como perjudiciales ciertas proteínas de otros seres vivos provocando reacciones inflamatorias que pueden causar síntomas cutáneos -como urticaria- y también en otros sistemas como el respiratorio, cardiovascular o digestivo, que en ocasiones llegan a ser graves.

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