La máquina de tortura

La primera vez que vi un sacaleches fue en un capítulo de la serie Friends. Rachel (Jennifer Aniston) estaba a punto de dar a luz y sus amigas le organizaron la ‘Baby Shower', una reunión para darle los regalos del futuro bebé. Cuando Rachel vio el sacaleches, sorprendida, preguntó: “-¿Esto qué es? es una pipa de agua para bebés?” Risas.

Es exagerado, por supuesto. Yo también me reí, pero si en aquel momento me hubieran puesto ese aparato en mis manos tampoco habría sabido para qué servía. Ni ese ni muchos otros que, por lo visto, son im-pres-cin-di-bles en esta nueva etapa de madre (por ejemplo, esterilizador de biberones, ¿tetinas de caucho o de silicona?, discos, sacapezones, etc, etc. Y yo que pensaba que con una cuna y un carrito estaba todo solucionado.)

Debo reconocer que no sé casi nada de bebés. Cada clase con la matrona es para mí una masterclass, abro bien los ojos para empaparme de todo y que no se me escape nada. Cojo apuntes, pregunto, intento memorizar lo que dice, etc. El otro día la propia matrona me preguntó si pensaba sacar los apuntes el día del parto...

Matrona: “No te preocupes, Candela, ya verás que tu propia intuición te irá guiando”

(Eso espero...)

Son tantas cosas las que hay que aprender... Ella dice que hemos perdido nuestros instintos más básicos, seguramente por la sociedad “consumista” en la que vivimos. Que todas las mujeres tenemos un pack básico Central Lechera (que viene de serie) para alimentar a nuestros hijos y que la lactancia es el más preciado de nuestros dones. Pero cuando veo una de esas máquinas ordeñadoras no puedo evitar erizarme.

Hay otra opción: ordeñarse una misma, con las manos, “eso es lo mejor”, nos asegura la matrona “pero, como estamos matando nuestro instinto, pues es preferible que empecéis a mirar los distintos tipos de sacaleches que hay para que la situación no os pille por sorpresa”. Básicamente los hay de dos: el eléctrico y el manual. Al parecer, el mayor torturador es el eléctrico aunque todos, absolutamente todos, estén disfrazados de colores pasteles y letras angelicales, hasta el punto de parecer hasta bonitos.

Yo ya tengo el mío, herencia de mi hermana, es el oficial de las féminas de los Hernández y Fernández. Lo tengo guardado en el fondo del armario y cada día, como dice la canción, “procuro olvidarlo”...

Próxima entrega: El parto