Es noticia
'Que pagui Pujol'
  1. Sociedad
  2. España is not Spain
Juan Soto Ivars

España is not Spain

Por

'Que pagui Pujol'

Esto lo dicen los catalanes cuando hay que pagar la ronda en un bar, es una coña local:-Que pagui Pujol.De pronto se ha vuelto más graciosa

Esto lo dicen los catalanes cuando hay que pagar la ronda en un bar, es una coña local:

-Que pagui Pujol.

De pronto se ha vuelto más graciosa todavía.

Cualquier día de estos, me encuentro una cuenta a mi nombre en un banco de Suiza. Qué momento tan desagradable, ¿qué hacen todos esos millones allí? Me echaré las manos a la cabeza y pasarán 34 años hasta que tenga reflejos para regularizar la situación. Compréndame usted: soy honrado, así que soy pobre de solemnidad. Si los millones aparecen no sé qué hacer con ellos porque no tengo práctica ninguna. Mi padre no es un empresario catalán forrado durante el Franquismo, ni tengo por apellido el de una dinastía gloriosa del centroderecha regional. Si a mí me pillan los millones de repente, se quedarán engordando en las laderas de los Alpes, como los pedazos de una avioneta estrellada. Al sol, en la nieve inmaculada, verán ustedes mi riqueza. Yo aún no sabré qué hacer con tanta panoja.

Lo que le ha pasado a Jordi Pujol es más o menos así, pero con más práctica. Dice que quería preservar a sus hijos de cuanto hay de placenta hedionda en esta herencia recibida. Habla todavía de sus vástagos como si fueran los delfines de la élite catalana, honrados y trabajadores. Como si algunos de ellos no estuvieran ya metidos hasta la ingle en el cenagal de la inspección fiscal por sus propios méritos. Diría Pablo Iglesias que de casta le viene al galgo.

Anoche paseaba con mi mujer por Barcelona. Habíamos ido a ver Uno, dos, tres, la película donde Billy Wilder se mofa del comunismo y del capitalismo. Yo escuchaba el eco de una de las mejores escenas, cuando el novio comunista de la hija de papá ya se ha convertido al capitalismo:

-¿Llevo diez minutos siendo capitalista y ya debo once mil dólares?

-¡Así funciona el capitalismo, chico, gente que debe dinero a otra gente!

El caso es que me di cuenta de que el eco de la película resonaba en las calles vacías. Anoche estaba Barcelona como abotargada, la calle olía a lejía y a confesionario. Los guiris habituales componían su riada en total desorientación, como si la ciudad se hubiera quedado vacía para ellos. Surgía un silencio pesaroso de los adoquines y el aire se espesó en la calle como si alguien hubieran dejado abierta la puerta de los depósitos del juzgado.

Para Barcelona y para la sociedad catalana es un palo que Jordi Pujol haya tenido dinero en paraísos fiscales 34 años. El querido líder de Convergencia i Unió ha destacado siempre por ser una persona prudente. Me imagino al señor Pujol leyendo en los periódicos el advenimiento de distintas reformas fiscales, paladeando una palabra con muchas eles y tirando de prudencia para no mover el dinero a España.

Y entre tanto, mientras era prudente con lo suyo, acuñó el España nos roba. Ladrón que roba a ladrón tiene 34 años de perdón.

El comunicado de Pujol nos hace reír, porque somos imprudentes y somos crueles. Los que tienen dinero fuera para no pagar impuestos, que lo traigan cuanto antes, exigimos los pobres. Somos impacientes porque estamos desesperados. No sabemos lo que pesa un millón de euros, lo difícil que es moverlo, la pereza que da. El otro día, al BBVA le salió la compra de Catalunya Bank por once mil millones menos de lo que costó el rescate al Estado. Los pobres no sabemos lo que son once mil millones, por eso Faemino y Cansado hicieron ese gag en que Faemino va al dentista y éste le saca de detrás de un empaste once mil millones de pesetas.

España nos roba a todos y cada cual le roba lo que puede: desde el autónomo modesto que hace la declaración de la renta con ayuda de un amigo asesor y acaba recibiendo cuando tendría que pagar, hasta el patriarca de la Cataluña postfranquista que se pasó 34 años diciendo que España roba dinero a Cataluña y, porque no se lo robasen a él, mantenía su dinero fuera de su alcance.

Porque son parias, señoras y señores, esos ricachones que hacen el Erasmus económico más allá de la periferia de la tributación. En dinero de esta gente es como Edipo después de sacarse los ojos. Es un dinero ciego y errático, son millones de euros expatriados como Rafael Alberti. Pujol no quería que al dinero que le dejó su padre le pasara en España lo que a Puig Antic. No quería que el Estado Español fusilase sus millones en un pelotón de inspectores de Hacienda.

Así que Pujol, en el ocaso de la vida, confiesa. Y la sociedad catalana, que ayer estaba sumida en un silencio duro como una caja fuerte, empieza a buscarle al padrecito las excusas que a él le han faltado en su confesión. Pero no nos engañemos. Si Pujol confiesa es porque ya le habían pillado. De acuerdo en que otros no confiesen ni aunque les pillen, de acuerdo en que muchos políticos son como esos niños que dicen no haber comido chocolate y tienen las boceras marrones de dulce. También confesó Raskolnikov en la novela cumbre de Dostoievski, aunque éste no tardo 34 años. A favor de Pujol, diremos que no mató a su padre para recibir la herencia.

Esto debe ser una lección importante, sobre todo, para los independentistas. Ya saben ustedes que yo respeto la consulta y la espero con ansiedad, porque me interesa saber realmente cuántos catalanes quieren quedarse y cuántos quieren irse. El escándalo Pujol, como ya llaman a esta desgracia los periodistas malintencionados, deja una lección: Cataluña lleva en su semilla germinal el pecado. El embrión de Cataluña está contaminado por la corrupción.

Si algún día es un país independiente, los ciudadanos catalanes tendrán que atar muy cortos a sus líderes, como nosotros al otro lado de Aragón, comunidad que tendrá playa cuando Cataluña se haya ido a navegar.

Esto lo dicen los catalanes cuando hay que pagar la ronda en un bar, es una coña local:

Jordi Pujol