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No fue un sueño: Pedro Sánchez llamó a Jorge Javier
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Juan Soto Ivars

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No fue un sueño: Pedro Sánchez llamó a Jorge Javier

Pedro Sánchez tiene algo que me recuerda a los personajes de telefilme que echan los sábados por la tarde en Antena 3. Por darle un voto

Pedro Sánchez tiene algo que me recuerda a los personajes de telefilme que echan los sábados por la tarde en Antena 3. Por darle un voto de confianza, sigo con atención sus apariciones públicas y sus discursos. Me doy cuenta de que aún está un poco verde. En su arenga ante el Comité Federal se trababa leyendo, y con la mano derecha lanzaba unos gestos tajantes y entrecortados, coreografía que echaba un tufo a kárate de asesores de imagen que tiraba para atrás. Como si le hubieran dicho:

–Mueve así la mano, que si no en la tele va a parecer que estás muerto.

Porque la tele es fundamental para la política. No hay más que sintonizar ese nuevo Nodo llamado Televisión Española, o la nacional-catalanista TV3. De hecho, basta con oírlos hablar, adaptando sus discursos a los tiempos breves de la tele hasta no decir otra cosa que memeces que aspiran a convertirse en titular. Y moviendo la manita.

–¡Mueva más la mano! ¡Con alegría! ¡¡Y mire a cámara, joder!!

Durante los minutos que duró este acontecimiento histórico, nos tuvo Jorge Javier pendientes de su cháchara sin activar el altavoz del móvil. Debió ser cómico, todos los españoles pendientes del bisbiseo, atentos a las muecas que ponía Jorge Javier, inquietos como las amigas que miran a Jenny, a quien ha llamado su chico, calladitas y esperando a que termine.

–¿Qué te ha dicho, qué te ha dicho?

La puesta en escena fue escalofriante. El socialista apareció como Godot: sin cuerpo, sin voz, era una presencia aterradora, monolítica, invisible como el socialismo en la calle Ferraz. Se convirtió así en el protagonista absoluto del programa, y con esto ha ganado algo: no es fácil imponerse a la fauna que desfila habitualmente por Sálvame. Si le va muy mal en política, puede postularse a ocupar el lugar de Kiko Matamoros.

Mientras Sánchez decía no sé qué, Jorge Javier Vázquez ponía cara de “ahora os cuento”. El otro día se tiró un hombre de 75 años desde una azotea de Elche porque lo iban a desahuciar, pero el toro de la Vega era el tema estrella del día en Twitter, así que Vázquez se centró en la cosa de los animales, que es, al fin y al cabo, lo que lleva haciendo toda su vida.

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¿Será esta la renovación que anunció Sánchez para el PSOE? Puede que el futuro consista en sentar al líder de un partido en el mismo taburete prostibulario donde apoyan la silicona los seres del averno, ahora llamados tronistas. Puede que una exigencia de Jorge Javier se acabe convirtiendo en el nuevo modelo de iniciativa legislativa ciudadana. Puede que sea esto, línea directa entre Telecinco y las Cortes, porque tampoco es la primera vez que un socialista de primer rango aparece en un gallinero semejante.

Hagamos flashback, como en la película de Cuerda, y veremos que en 2010 se subió a La Noria don José Blanco, alias Pepiño, por aquel entonces ministro de Fomento, y claramente no de fomento de la lectura.

–Los políticos tienen que ir donde está la gente, no la gente donde están los políticos –dijo Blanco. Toda una declaración de intenciones, siempre que Blanco considere aceptable que sus votantes sean la gente que ve programas como aquel. Pero la renovación es poderosa, y Pedro ha superado a Pepe como Sálvame superó a La Noria. Decía Jorge Javier, con el móvil en la oreja:

–No quiero votar a un partido donde haya gente así.

Se refería al alcalde de Tordesillas, que es del PSOE, porque allí se hace eso de lancear a un cornudo hasta la muerte, lo que elimina algunos futuros invitados a su programa.

–¿Puedo repetir esta frase, no?

Jorge Javi demostraba con esta pregunta su confianza con Sánchez, su tú a tú, por encima de toda duda, prueba de la apertura del nuevo PSOE hacia la ciudadanía.

–Con mi voto cuentas, así que ahí lo tienes, pero cuidado que voy a estar muy pendiente.

Aquí, Jorge Javier echaba luz sobre la verdad más escalofriante de la democracia: el voto de esos horteras que usted ve en Sálvame vale lo mismo que el suyo. Y Sánchez, con su llamada, dejaba claro dónde quiere pescar el PSOE algunos de los votos que ha perdido. Donde los fue a buscar Pepiño poco antes del cataclismo electoral.

Puede que le salga por la culata. Al saber que Jorge Javier Vázquez va a votar al PSOE, más de uno habrá hecho suya la primera frase del presentador:

–No quiero votar a un partido donde haya gente así.

Pero no se echen las manos a la cabeza los más afines al partido socialista. Mientras escribo esto, me entero de que Sánchez se dirige ahora a El Hormiguero de Pablo Motos. Allí, dos marionetas con forma de hormiga le harán preguntas divertidas. Preciosa metáfora la que nos espera: el diálogo entre un líder político y unas marionetas va a ser una vuelta a la normalidad.

Trancas, no olvides contarle a Barrancas que hoy va a @El_Hormiguero un doctor que lucha por una #ReformaFiscal justa pic.twitter.com/XCKAGGbrYp

PD: Felicítense los defensores de los animales, pues la exigencia de Jorge Javier ha surtido efecto. Esto es lo que me encuentro al abrir la web del Partido Socialista:

Pedro Sánchez tiene algo que me recuerda a los personajes de telefilme que echan los sábados por la tarde en Antena 3. Por darle un voto de confianza, sigo con atención sus apariciones públicas y sus discursos. Me doy cuenta de que aún está un poco verde. En su arenga ante el Comité Federal se trababa leyendo, y con la mano derecha lanzaba unos gestos tajantes y entrecortados, coreografía que echaba un tufo a kárate de asesores de imagen que tiraba para atrás. Como si le hubieran dicho:

Pedro Sánchez Jorge Javier Vázquez Telecinco