España is not Spain
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Conozco al presidente independiente del que habla Errejón
Esta España atomizada necesita una figura de representación ajena al partidismo político, un tipo equidistante a todos que sea capaz de no interferir y al que todos puedan respetar
Íñigo Errejón sorprendió a todo el mundo señalando la necesidad de un presidente independiente, y creo que comprendo lo que quiere decir. Veréis: esta España atomizada necesita una figura de representación ajena al partidismo político, un tipo equidistante a todos que sea capaz de no interferir, al que todos puedan respetar y que no exija la obediencia, que no tome decisiones ejecutivas, que se limite a presidir un parlamento donde serán los juegos de cambio de pareja los que generen las leyes, de acuerdo con la voluntad democrática expresada en las urnas.
El pueblo ha hablado y lo que ha dicho es que ninguno nos termina de gustar. El mandato democrático señala a una presidencia vacía, gobernada por la oposición. Veremos a Ciudadanos y el PSOE acordando unas medidas con oposición de Podemos, a Podemos y el PSOE pactando otras con ayuda de los nacionalistas, a Ciudadanos, el PP y el PSOE de acuerdo sobre las medidas económicas y a Ciudadanos y Podemos intentando cambiar la ley electoral.
Será, si los políticos no se dejan llevar por su partidismo, una legislatura de Lego que se irá construyendo a medida que avancen las sesiones del Parlamento.
Y ahí entra ese presidente en funciones, ese presidente de concentración nacional, ese presidente marca blanca del que habla Errejón. Y yo les digo que lo conozco. No sé si ha percibido el republicano Íñigo que esa figura ya existe, y ahora mismo está preparando su discurso de Navidad, como ha hecho desde hace muchos años su padre.
Esa figura capaz de unirnos a todos los españoles, de no interferir en la política, de representar sin barrer para su partido particular existe, la tenemos y se llama Felipe de Borbón.
Íñigo Errejón sorprendió a todo el mundo señalando la necesidad de un presidente independiente, y creo que comprendo lo que quiere decir. Veréis: esta España atomizada necesita una figura de representación ajena al partidismo político, un tipo equidistante a todos que sea capaz de no interferir, al que todos puedan respetar y que no exija la obediencia, que no tome decisiones ejecutivas, que se limite a presidir un parlamento donde serán los juegos de cambio de pareja los que generen las leyes, de acuerdo con la voluntad democrática expresada en las urnas.