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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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¡I-inde-indiferencia!

Cuanto más gritan los patriotas, cuanto más ruda es la bronca de los que se ponen la bandera delante de los ojos, más irresistible se hace la indiferencia

Foto: Miles de estudiantes se manifiestan en Barcelona a favor del referéndum del 1-O. (EFE)
Miles de estudiantes se manifiestan en Barcelona a favor del referéndum del 1-O. (EFE)

Las banderas de los balcones son el ceño fruncido de la ciudad. En el paseo de Sant Joan han colocado sillas y una tarima. Un acto del PDeCAT en el que hablará Xavier Trias para un público compuesto por matrimonios del Eixample.

El político repite la monserga de todos los días: votaremos. Luego denuncia al Estado y a sus estructuras represivas. Habla de “ellos” y de “nosotros” con retórica de soldado. Mueve la boca y me doy cuenta de que ya no estoy escuchando. Los parroquianos aplauden y de pronto el político estornuda.

Después de entonar 'Els Segadors' —¡qué suerte que el himno de España no tenga letra!—, se ponen a gritar el lema de siempre. Nos alejamos de allí y Andrea se queda pensativa. Comenta que le están entrando ganas de hacerse una camiseta donde ponga 'I-inde-indiferencia'. Le pido que me haga a mí otra igual.

Hace un mes, todavía me importaba el nombre de los países, pero cuanto más gritan los patriotas, cuanto más ruda es la bronca de los que se ponen la bandera delante de los ojos, más irresistible se hace la indiferencia. El uno de octubre está a la vuelta de la esquina y hemos llegado hasta aquí a burrada diaria.

Solo un flipado puede sostener su apasionamiento tanto tiempo sin aburrirse. Solo un flipado sale a la calle a pegar gritos con una bandera en la mano

Creo que el problema es que estamos en manos de flipados. Solo un flipado puede sostener su apasionamiento tanto tiempo sin aburrirse. Solo un flipado sale a la calle a pegar gritos con una bandera en la mano. Hace falta ser flipado para que la cuestión nacional quede por encima de todo lo demás, y cada día hay más espacio para los flipados y menos sitio para la gente melancólica y razonable.

De esto de la democracia de flipados hablaba Ignatius Farray el otro día. Las mismas conversaciones en todas partes, las mismas opiniones de mierda y las mismas caras desencajadas. Deglutimos el menú del frenopático: de primero, órdago de la Generalitat y de segundo, órdago del Gobierno. Los políticos deben estar muy satisfechos. Han inventado un problema en el que es imposible ponerse de acuerdo. Así justifican sus sueldos mientras los verdaderos problemas siguen ahí.

El camino por el que nos llevan no puede terminar bien de ninguna manera. Viajamos en el interior de una avalancha humana. Todos están igual de enfadados, todos hartos de las molestias y los agravios. Todos dicen que esto no puede ser y patalean.

Mirando atrás, se entiende perfectamente cómo hemos llegado hasta aquí. Le hemos puesto siempre el micrófono al más chalado, íbamos tragando el veneno gota a gota.

No creo que no sepamos vivir juntos. Es peor. No tenemos ni idea de a quién tenemos enfrente. No vemos al otro, sino la caricatura que hemos hecho

Repaso los programas de TV3 donde el español es invariablemente cateto y facha, y donde parece que los tertulianos de Intereconomía sean representativos de la gente de Madrid. Repaso los artículos de la prensa de Madrid donde se convierte en un problema la lengua catalana y donde se recurre al nazismo con una frivolidad de patio de colegio.

Desde que se empezó a tensar la cuerda, he escrito dos o tres artículos por semana. Cada uno me ha granjeado los insultos más atroces. He visto también a gente buena que intentaba debatir y exponer sus puntos de vista, y los he visto perder los estribos. Me parece que es ingenuo hablar de diálogo en estas circunstancias.

No creo que no sepamos vivir juntos. Es peor. No tenemos ni idea de a quién tenemos enfrente. No vemos al otro, sino la caricatura que le hemos hecho. El ejercicio de mirar mal empieza a deformarnos a todos. Acabaremos pareciéndonos más a la caricatura que a nosotros mismos. Español facha, catalán loco.

Como para no acabar en la indiferencia.

Las banderas de los balcones son el ceño fruncido de la ciudad. En el paseo de Sant Joan han colocado sillas y una tarima. Un acto del PDeCAT en el que hablará Xavier Trias para un público compuesto por matrimonios del Eixample.