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Anna Gabriel y Urdangarin comparten piso
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Anna Gabriel y Urdangarin comparten piso

No deja de ser gracioso (y hasta muy gracioso) que Suiza sea ahora mismo un país de acogida de capitales y de anticapitalistas

Foto: La diputada de la CUP, Anna Gabriel. (EFE)
La diputada de la CUP, Anna Gabriel. (EFE)

Anna, ¡Anna! Todavía oigo tus palabras encendidas en los mítines y en la tribuna del Parlament y se me pone la piel de gallina. ¡'Endavant'! ¡Adelante, camaradas! ¡Hacia la república socialista! ¡'Ni un pas enrere'! ¡'Amunt'! El riesgo de un discurso tan entusiasta, tan enérgico y tan decidido es que a base de ánimos y de ¡adelantes!, de prisas y de exigencias, de avanzar y avanzar sin volver la vista ni flaquear el ritmo, te puedes pasar de frenada, cruzar los Pirineos y los Alpes y acabar mucho más allá de la república catalana, concretamente en la Confederación Suiza, donde acaba también, por cierto, el dinero de los hombres malos que tuvieron demasiada prisa por hacerse ricos.

No deja de ser gracioso (y hasta muy gracioso) que esa tierra sea ahora mismo un país de acogida de capitales y de anticapitalistas, pero las paradojas de la fuga de Gabriel nos colocan ante un aspecto todavía más divertido. El país alpino se ha convertido, sin comerlo ni beberlo, en la residencia oficial de una infanta borbónica y una dirigente cupera. Realeza y lucha de clases. España y Cataluña. Aristocracia y revolución. Evasión fiscal y evasión judicial. Sangre azul y palabrería roja. Dios santísimo. ¿Podrá soportar el universo esta nueva paradoja?

Foto: La exdiputada de la CUP, durante la entrevista que ha concedido a la Radio Televisión Suiza.

Lo dudo mucho. Lo que está claro es que da para un 'reality show'. La infanta y Urdangarin viven en un casoplón en Ginebra y, aunque necesitan mucho espacio para alojar el morrazo colosal que gastan, supongo que todavía les sobran unos cuantos cientos de miles de metros cuadrados para el morro de Gabriel. Así que lanzo esta idea.

Pueden alquilarle una habitación a Anna. Ella se conforma con poco. Un trozo de pared para colgar los pósteres donde aseguraba al electorado que resistiría hasta el final contra la represión. ¿Y qué hará Anna en casa de los Borbones? Ha dicho en la prensa suiza que su idea es volver a la universidad como una trabajadora más. Vislumbro, pues, una convivencia maravillosa. Largos coloquios intelectuales entre Urdangarin y Gabriel. Copas llenas de Soberano y calimocho, respectivamente. Puro chorizo español y 'calçot' empapado en salsa. La unión definitiva. La constatación de que podemos convivir.

Y esto, por no hablar del aspecto científico que tiene el asunto. Recordemos que el destino, la orografía y las relaciones bilaterales quisieron que Suiza fuera el escenario elegido por la comunidad científica internacional para construir el gran colisionador de hadrones. Pues bien, queridos científicos, tomad dos tazas. No os quedéis con hambre. A esta hora, deberíais abandonar en manadas las instalaciones del CERN, un juguete de los chinos ante la posibilidad de una colisión entre Gabriel y Urdangarin.

Puigdemont y tú lograsteis la gloria colocando antimateria republicana en Cataluña, donde la economía pasaba por horas bajas

Esto me da una idea que ayudará a Anna Gabriel en su duro exilio, si es que consigue quedarse allí. Anna, escucha. Desde este periódico capitalista en el que, pese a nuestros defectos, sabemos alguna cosa de negocios, te proponemos una pequeña 'startup'. Creemos que puedes forrarte vendiendo antimateria en garrafas de ocho litros de puerta en puerta por las casas, en plan butano. Dirán los cínicos que lo que vendes son garrafas vacías, porque son incapaces de percibir la densidad que tienen los sueños y las ilusiones.

No les hagas ni caso. Tú sabes muy bien que hay algo esencial, aparte del aire, en esas garrafas. Puigdemont y tú conseguisteis la gloria y la celebridad colocando antimateria republicana al electorado de Cataluña, donde la economía pasaba por horas bajas. Dos millones de personas fueron regadas con ese raro flujo universal que les henchía de emoción. Llenaron sus estómagos y sus pulmones de antimateria, y toda la política nacional se articuló sobre el cimiento invisible para los que no quieren ver.

Nada te impedirá hacer negocio con ese elemento misterioso en un país tan rico como Suiza. Y si allí te siguen asfixiando el capitalismo y el heteropatriarcado, no tienes más que abrir las ventanas y respirar el aire puro. Huele a Ricola.

Anna, ¡Anna! Todavía oigo tus palabras encendidas en los mítines y en la tribuna del Parlament y se me pone la piel de gallina. ¡'Endavant'! ¡Adelante, camaradas! ¡Hacia la república socialista! ¡'Ni un pas enrere'! ¡'Amunt'! El riesgo de un discurso tan entusiasta, tan enérgico y tan decidido es que a base de ánimos y de ¡adelantes!, de prisas y de exigencias, de avanzar y avanzar sin volver la vista ni flaquear el ritmo, te puedes pasar de frenada, cruzar los Pirineos y los Alpes y acabar mucho más allá de la república catalana, concretamente en la Confederación Suiza, donde acaba también, por cierto, el dinero de los hombres malos que tuvieron demasiada prisa por hacerse ricos.

Parlamento de Cataluña Iñaki Urdangarin Suiza