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Dar crema, pulir Cifuentes
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Dar crema, pulir Cifuentes

El PP está gravemente enfermo, sigue caminando muerto con los pasos zambos. Este partido no necesita cremas antiedad como las que quiso aplicarle Cifuentes, sino un transplante de corazón

Foto: Imagen de archivo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. (EFE)
Imagen de archivo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. (EFE)

Cristina Cifuentes va a dimitir, y no lo va a hacer porque mintió sobre su máster, ni por amenazar con querellas a periodistas honestos, ni por poner en la picota a la universidad corrupta de la que se han beneficiado ella y otros cargos de su partido, no. Cifuentes va a dimitir porque a Eduardo Inda le han pasado sus contactos de las cloacas del Estado un vídeo donde se la ve devolviendo unas cremas hurtadas. Todo queda, pues, dentro del ámbito de la corrupción, que comprende partidos y medios de comunicación. La escena tiene el encuadre inconfundible de Berlanga, a través del cual hemos visto los bailes de la política española durante los últimos años.

Y sin embargo, miramos por el agujero. Es difícil apartar la vista de una escena tan morbosa como esta. Vemos a Cifuentes en la habitación de la vergüenza mientras un vigilante jurado registra su bolso y saca de allí unas cremas antiedad. Vemos a Cifuentes contando las monedas de su monedero, moviéndose como una niña apesadumbrada que jura que no volverá a sisar el bolso de mamá. Nos preguntamos para qué roba una persona que ocupa en ese momento el cargo número dos en la Asamblea de Madrid. Y vuelve a sonar el rintintín con el que dijo que vivía “de alquiler” y que tenía “3000 euros en la cuenta corriente”.

Foto: Imagen del vídeo en el que se ve a la presidenta tras el presunto hurto de dos botes de crema. (Foto: OK Diario)

Es un buen momento para recordar que no es la primera vez que este vídeo amenaza con salir a flote desde las cloacas subterráneas de España. Los rivales de Cifuentes dentro del PP, amigos de Eduardo Inda, llevaban tramando esto desde hace años. En 2016 quedó al descubierto el plan de acusar a la presidenta de cleptomanía. Compañeros suyos propagaron el rumor de que robaba y contrataron a un detective privado, según la información publicada hace dos años por 'El Español', en este caso un medio favorable a Cifuentes.

La publicación del vídeo es una prueba de corrupción tan evidente como el vídeo en sí. En un país enfermo de corrupción hasta la médula, la quimioterapia viene empapuzada del mismo cáncer que pretende erradicar. En qué caja fuerte ha permanecido el documento hasta terminar en las manos de Inda, qué cremas ha tenido que extender el periodista en según qué espaldas, cuántos favores han sido el pago por la información... Son misterios del máximo interés que quedarán en suspenso mientras se celebra la fiesta de la decapitación.

Foto: Cifuentes, responde en el pleno de la asamblea a cuestiones relacionadas con el polémico máster

Da la casualidad de que hoy es 25 de abril. Hace 44 años terminó la dictadura portuguesa con el exilio de Caetano, sucesor de Oliveira Salazar, quien depuso su gobierno de una forma igualmente patética. Salazar entregó el mando después de despeñarse ridículamente de una silleta de lona y golpearse gravemente la cabeza mientras le estaban haciendo la pedicura. Podemos colegir de esto que la relación de los dirigentes políticos y la cosmética es altamente peligrosa.

Lo que tengo claro es que la dimisión de Cifuentes no va marcar un paso regenerador en la política pepera. No puede haber regeneración si el motivo de la caída de la presidenta es tan corrupto como su permanencia. Es urgente que el PP vaya a boxes expulsado de la primera línea política por la fuerza de los votos. Es vital que este partido sea castigado por la ciudadanía y relegado a un segundo plano, donde pueda reconstituirse de los pies a la cabeza.

Ya no valen medias tintas. Ya no valen cambios de cara. El PP está gravemente enfermo, sigue caminando muerto con los pasos zambos de un cenobita. Este partido no necesita cremas antiedad como las que quiso aplicarle Cifuentes, sino un transplante de corazón. Y no olvidemos que el cirujano Inda realizó esta incisión con el bisturí cubierto de bacterias.

Cristina Cifuentes va a dimitir, y no lo va a hacer porque mintió sobre su máster, ni por amenazar con querellas a periodistas honestos, ni por poner en la picota a la universidad corrupta de la que se han beneficiado ella y otros cargos de su partido, no. Cifuentes va a dimitir porque a Eduardo Inda le han pasado sus contactos de las cloacas del Estado un vídeo donde se la ve devolviendo unas cremas hurtadas. Todo queda, pues, dentro del ámbito de la corrupción, que comprende partidos y medios de comunicación. La escena tiene el encuadre inconfundible de Berlanga, a través del cual hemos visto los bailes de la política española durante los últimos años.

Cristina Cifuentes