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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Karate Kid en la Moncloa

Sospecho que los equipos de Rivera y de Rajoy se han puesto de acuerdo para que cada cual saque el máximo rendimiento de esta mina de oro que es Cataluña

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera (izda), durante la reunión que mantuvieron este jueves. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera (izda), durante la reunión que mantuvieron este jueves. (EFE)

Albert Rivera la ha emprendido a collejas con Rajoy, que el hombre está hecho un blando, y ha vertido en la Moncloa suficiente testosterona como para que haya que pasar la fregona después por el salón. El joven, con gesto aguerrido, le ha recomendado al presidente que reactive el 155 de inmediato, es decir, de forma preventiva, porque le ha dado mala impresión Quim Torra, como nos ha pasado a todos por otra parte. Pero no se le ha ocurrido otra cosa que pedirle a Rajoy que suprima lo poco que pueda quedar allí de democracia.

Nos guste o no, Rajoy disolvió un gobierno que había incumplido la Constitución y convocó unas elecciones a las que se volvieron a presentar los mismos, y ganaron. Después del espectáculo degradante de Puigdemont Fog, el baile de candidatos y los límites férreos de este gobierno de los jueces en el que realmente vivimos, apareció Quim Torra y el Parlament lo invistió. Así que la petición de Rivera a Rajoy no es dura, sino disparatada.

Foto: La portavoz de JxCAT, Elsa Artadi. (EFE)

Lo que este joven Rivera desmelenado le ha pedido al presidente es que suprima lo que queda de democracia en Cataluña. Lo ha hecho, eso sí, apelando a la democracia y la Constitución, que es el vicio favorito de esta derecha maquillada como una puerta que representa Albert y que, bajo el maquillaje pastoso, se adivina cada vez más extrema. Pero si pulsamos el “pause” y ampliamos el plano de forma que se vean las bambalinas y las tramoyas, lo que nos encontramos es que Rivera se estaba limitando a recoger el guante que amablemente le había lanzado Quim Torra. Entre nacionalistas todo es siempre acción y reacción, y Rivera parece encantado con su nuevo archienemigo.

A su lado, Rajoy parecía la encarnación de la prudencia y la mesura, un jedi resabiado y misterioso que atiende a su joven aprendiz, tan impulsivo y bravo. Así que el presidente le ha dicho calmosamente a Rivera que esta propuesta suya de electrocutar otra vez a Cataluña se la piensa, le ha dado las gracias y se ha quedado en la puerta del palacio mientras el joven padawan salía a correr nuevas aventuras.

Lo que necesitaba el empresariado ante el 15M no era un Podemos de derechas, sino una obra de teatro donde la izquierda no tuviera ningún papel

Vamos a ampliar de nuevo el plano, vamos a fijarnos en esos dos hombres y descubriremos que, narrativamente, la fórmula Karate Kid tiene pinta de ir a funcionarles muy bien. Sospecho que los equipos de Rivera y de Rajoy se han puesto de acuerdo para que cada cual saque el máximo rendimiento de esta mina de oro que es Cataluña.

Rivera podrá explotar libremente su resentimiento y conectará con la parte más extremista del electorado conservador, mientras que Rajoy se quedará instalado en esa especie de prudencia firme que tanto le gusta y amigará con el votante más tibio. A la larga podrá salir ganando uno u otro, dependerá siempre de cómo se porten los independentistas y del nivel de desgaste, pero nadie más que ellos dos se podrá aprovechar de la situación. La izquierda, sea como sea, va a quedar fuera de juego por mucho tiempo.

Sospecho que lo que necesitaba el empresariado español ante la amenaza del 15M no era un Podemos de derechas, como dijo no sé quién, sino una obra de teatro interminable donde la izquierda simplemente no tuviera ningún papel. Y eso es exactamente Cataluña. Si observamos lo que ha pasado con Podemos y los Comuns y con este PSOE que no sabe ni dónde sentarse, descubriremos que el separatismo no amenazaba con romper España, sino con disolver cualquier opción de izquierdas en el ácido de la polarización.

Albert Rivera la ha emprendido a collejas con Rajoy, que el hombre está hecho un blando, y ha vertido en la Moncloa suficiente testosterona como para que haya que pasar la fregona después por el salón. El joven, con gesto aguerrido, le ha recomendado al presidente que reactive el 155 de inmediato, es decir, de forma preventiva, porque le ha dado mala impresión Quim Torra, como nos ha pasado a todos por otra parte. Pero no se le ha ocurrido otra cosa que pedirle a Rajoy que suprima lo poco que pueda quedar allí de democracia.

Quim Torra Mariano Rajoy