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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Las cloacas de Podemos

El problema del partido ha sido siempre la coba: nacieron en una cámara de resonancia, que es la universidad. La formación morada ha decapitado a su abuela pero se resiste a matar al padre

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

Vox entrará al Ayuntamiento de Madrid pisando una alfombra morada. El descalabro ha sido apoteósico. Lo he disfrutado, para qué os voy a engañar. Desde que Pablo Iglesias pidió el voto de Madrid para Sánchez Mato, es decir, desde que pidió el voto contra Carmena, a mí me pudieron el nihilismo y la frivolidad. Parece que cuando Podemos se tragó a Izquierda Unida, olvidó drenar antes el veneno. Cantaban los Reincidentes que la historia se repite, y la historia de la izquierda española huele a ajo que tira para atrás.

¿Hubiera mantenido Carmena el Ayuntamiento de Madrid sin ese sumidero absurdo de 42.000 votos estériles, capricho del zar y la zarina? ¿Una candidatura independiente apoyada por la cúpula morada hubiera arrastrado votos desde la abstención? Esto es más que probable, pero lo cierto es que no lo vamos a saber nunca. Lo que sabemos es que Podemos ha decapitado a su abuela pero se resiste a matar al padre. Podían sacar otro referéndum pasivo-agresivo ahora, como cuando se compraron el chalé, y lo mismo hasta les daban coba.

¿Hubiera mantenido Carmena el Ayuntamiento de Madrid sin ese sumidero absurdo de 42.000 votos estériles, capricho del zar y la zarina?

El problema de Podemos ha sido siempre la coba: nacieron en una cámara de resonancia, que es la universidad, y excretaron a todo aquel que provocaba disonancias en la melodía flipada del 'sí se puede'. Y sí, se hubiera podido, si la preocupación de Podemos hubiera sido 'la gente' y no 'su gente'.

Pero ahora no les queda más que escuchar. El ruido es atronador. Os lo traduzco, esto es lo que ha dicho 'la gente' a Iglesias y Montero: si tanto queréis a Podemos, podéis quedároslo. Y dicho esto, se han largado al PSOE. La gente está más que acostumbrada: sabe que allí salta el tejado en cuanto sopla el viento financiero, pero prefiere un refugio precario a ver cómo se matan a navajazos los Auténticos.

Carmena asume que no podrá ser alcaldesa de Madrid

El espectáculo ha sido gracioso. Gracioso y desolador. Tras las generales, donde yo veía una hostia descomunal, ellos decían que habían salvado los muebles. En Twitter aparecían riadas de descerebrados para darles la razón. Donde uno esperaba lágrimas y autocrítica, aparecía una especie de fanatismo entusiasmado. El concepto de 'salvar los muebles', por cierto, lo acuñaron los de aquella Izquierda Unida, gracioso oxímoron, tan parecida a este Unidas Podemos, más gracioso aún.

¿Qué queda hoy de Unidas Podemos? Pues gente resentida y exabruptos de Monedero en Twitter mientras en Galapagar berrean dos bebés mayores de edad. A Iglesias, si baja de Palacio, le van a alfombrar de claveles la Gran Vía. El PP y Ciudadanos necesitan a Vox, y el caso es que en Génova estaban abriendo botellas de champán, porque no es lo mismo ayuntamiento del cambio que cambio en el ayuntamiento.

En fin. Todo demuestra que el enemigo número uno de Podemos no era el fascismo, ni el machismo, ni la xenofobia ni la abstención. El enemigo número uno de Podemos fue siempre Podemos. Monedero, Iglesias, Montero, Echenique: la formación estaba destinada a un banquete, pero eran invitados y comida al mismo tiempo. Se creyeron leones y rugieron, el espejo les devolvió la imagen de unas hienas y creyendo hiena al de al lado se comportaron como lo que son.

Las cloacas del Estado les hicieron daño, esto no lo duda nadie, y la prensa les hizo daño. Hubo miedo en el Ibex, ¿os acordáis? Pero de todas las cloacas misteriosas, la más letal ha resultado ser la que llevaban debajo. Una extraña cloaca invertida a la que llaman, pomposamente, cúpula.

Si Errejón es inteligente, no volverá a decir que una vez estuvo allí, pero cierto olor a cadáver siempre le acompañará.

Vox entrará al Ayuntamiento de Madrid pisando una alfombra morada. El descalabro ha sido apoteósico. Lo he disfrutado, para qué os voy a engañar. Desde que Pablo Iglesias pidió el voto de Madrid para Sánchez Mato, es decir, desde que pidió el voto contra Carmena, a mí me pudieron el nihilismo y la frivolidad. Parece que cuando Podemos se tragó a Izquierda Unida, olvidó drenar antes el veneno. Cantaban los Reincidentes que la historia se repite, y la historia de la izquierda española huele a ajo que tira para atrás.