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El repentino e incongruente amor de Podemos por la presunción de inocencia
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Juan Soto Ivars

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El repentino e incongruente amor de Podemos por la presunción de inocencia

Es gracioso constatar que el partido morado se quiebra en su conflicto entre ser un responsable partido de gobierno y la cuenta de Twitter de Spanish Revolution

Foto: Pablo Iglesias y la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Isa Serra. (EFE)
Pablo Iglesias y la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Isa Serra. (EFE)

Los de Podemos, anteriormente conocidos por el #YoSíTeCreo, los insultos públicos al juez del voto discrepante del caso de la Manada o el lema “a la víctima hay que creerla siempre porque siempre dice la verdad”, han cambiado radical y repentinamente su postura. ¡Milagro! Un viento ha soplado. El viento que agita la cebada, debe ser, o la papada. La condena a Isa Serra por agresiones a agentes de la Policía (algunos de sexo femenino) durante el intento de paralización de un desahucio ha obrado este prodigio.

Isa Serra, condenada a 19 meses de prisión

De pronto, tanto los responsables de Podemos como sus articulistas afines entienden lo que algunas estuvimos repitiendo hasta el mareo durante el #MeToo, llevándonos por cierto hondonadas de hostias por parte de esa misma militancia: que una acusación debe probarse garantizando la presunción de inocencia, y que nadie debe ser condenado si existen dudas razonables sobre su culpabilidad. Es como si hubieran leído todos de repente los libros de Pablo de Lora y Guadalupe Sánchez.

El género queda, parece, supeditado a la profesión. O quizá los agentes de sexo masculino las arrastraron fuera de la credibilidad, quién sabe

En su propio idioma, usando sus propios conceptos, lo que vienen a decir hoy es que a las agentes de la Policía, que según los hechos probados recibieron los apelativos de “putas”, “cocainómanas” y “zorras”, todavía hay que revictimizarlas un poco si se quiere probar la acusación. También deslizan, aunque esto sin proponérselo, que no a todas las mujeres hay que suponerles credibilidad en caso de agresión. El género queda, parece, supeditado a la profesión. O quizá los agentes de sexo masculino las arrastraron fuera de la credibilidad, quién sabe.

Es complicado sostenerse en esa red, pero la política y la prensa están llenas de funambulistas. Se me ocurre pensar que, si el juez que ha dictado sentencia se hubiera sometido a los cursillos de perspectiva de género que Irene Montero quiere hacer obligatorios en la judicatura, le hubiera explotado la cabeza.

¡Y ojo! No seré yo quien señale la culpabilidad de Serra. Pese a que habré errado mil veces y habré acusado a quien era inocente, pues nadie es tan perfecto como sus propias ideas, defendía ayer lo mismo que hoy. Es decir, no a una persona por su género o su adscripción política, no convenientemente a los míos, sino los mismos argumentos y conceptos, aplicables a todo el mundo.

Si un tribunal superior exonera a Isa Serra, será una prueba de lo que sabíamos y los amigos de Serra suelen olvidar: que en España la Justicia funciona

De manera que estoy con Serra, de entrada. Las paralizaciones de desahucios dan pie a trifulcas con la policía. Otro juez quizá vea con menos severidad lo sucedido. Le quedan instancias y más de una vez se ha declarado inocente a quien parecía culpable. Cierto que la sentencia prueba los hechos, y tampoco la discuto: todo es interpretable, pero Serra sigue diciendo que es inocente.

Así que habrá que esperar, y ver qué pasa. Si un tribunal superior exonera a Isa Serra, será una prueba de lo que sabíamos y los amigos de Serra suelen olvidar: que en España la Justicia funciona. Y si ocurre lo contrario, si un tribunal superior ratifica la condena, ¡curioso! Porque la prueba de que el sistema funciona tendrá exactamente la misma validez. El sistema judicial funciona: así, concretamente.

Foto: El vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales, Pablo Iglesias. (EFE)

Amnesia selectiva

Es gracioso constatar que Podemos se quiebra en su conflicto entre ser un responsable partido de gobierno y la cuenta de Twitter de Spanish Revolution. Ahora mismo, por ejemplo, tenemos al vicepresidente en el mismo barco que dispara cañonazos al poder judicial. (Pero esto da para otro artículo. Sigamos).

¿Habrán aprendido realmente qué significa la presunción de inocencia? Se les olvidó el otro día, cuando salieron en tromba a denunciar un asesinato de violencia machista que resultó no serlo. ¿Habrán cambiado las cosas? Todavía resuenan en mi memoria las barbaridades vertidas desde esas mismas tribunas políticas, mediáticas y tuiteras mientras las mentiras de cierta madre coraje contra su exmarido italiano —certificadas— pisoteaban el esqueleto de un derecho fundamental. ¿Qué dirían hoy?

La amnesia es selectiva, y no es la primera vez que dan muestras de un doble rasero alucinante

La amnesia es selectiva, y no es la primera vez que dan muestras de un doble rasero alucinante. Sin ir más lejos, ahora están defendiendo que el Gobierno tiene que controlar los bulos, que es lo mismo que hace dos años tachaban como antesala de una dictadura (porque lo proponía el PP). Y también defendían a César Strawberry pero denunciaron a aquel juez (a quien la Justicia, que funciona, condenó primero y luego exoneró).

¿Recordarán el valor de la presunción de inocencia cuando toque discutir en el Congreso de los Diputados la ley (llamada) de libertades sexuales de su ministra de Igualdad? ¿Veremos desfilar enmiendas y desmentidos, llenos de contrición, sobre ciertas cosas que han dicho en los últimos años mientras la prensa y las redes sociales generaban uno de los tribunales paralelos más aterradores que ha visto mi generación?

Veremos, como dijeron dos ciegos.

Los de Podemos, anteriormente conocidos por el #YoSíTeCreo, los insultos públicos al juez del voto discrepante del caso de la Manada o el lema “a la víctima hay que creerla siempre porque siempre dice la verdad”, han cambiado radical y repentinamente su postura. ¡Milagro! Un viento ha soplado. El viento que agita la cebada, debe ser, o la papada. La condena a Isa Serra por agresiones a agentes de la Policía (algunos de sexo femenino) durante el intento de paralización de un desahucio ha obrado este prodigio.