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50.000 razones para no informarte de la moción de censura de Vox
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Juan Soto Ivars

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50.000 razones para no informarte de la moción de censura de Vox

Como me tengo por una persona informada, me negué a escuchar una sola palabra de lo que se dijo en el Congreso de los Diputados. Lo digo totalmente en serio

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso. (EFE)
El líder de Vox, Santiago Abascal, en el Congreso. (EFE)
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Mis compañeros, los verdaderos periodistas, pasaron este miércoles un día de perros. Estaban obligados por el capricho de Vox y la dictadura de la actualidad a tragarse una sesión en el Congreso de los Diputados destinada, desde el mismo momento de su concepción, a adornar los tarros de formol del museo de abominaciones que hay en los sótanos de la Facultad de Ciencias Políticas.

El hecho de que un partido que sabe que no tiene apoyos ponga en marcha uno de los mecanismos de control de la democracia con la sola intención de lucirse, arrinconar a sus adversarios y provocar titulares en plena pandemia lo dice todo sobre su amor al ciudadano. Seguirles el juego sería caer en su trampa. A veces, uno se retrata menos por el coche que elige conducir que por los frenazos que obliga a dar al resto de conductores.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, durante su intervención en la moción de censura. (EFE) Opinión
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¿De qué hablaron? ¿Qué motivos ofrecieron Abascal, Garriga o sus madres (no sé si asistieron) para estar allí ocupando las ondas y respirando aire? ¿Hubo grandes declaraciones, grandes denuestos, grandes polémicas, réplicas brillantes? ¿Hubo retórica, dialéctica, pedantería? Si te estás preguntando estas cosas, no sigas leyendo. Yo estoy aquí hoy para ocupar espacio. Para ocupar un espacio que podría estar destinado a informar sobre la moción de Vox y las reacciones políticas que suscitó. Hoy, estoy haciendo algo por España. Activismo. Estoy tapando con mi voluminosa barriga a un mono que baila con una metralleta, a una repipi que quiere llamar la atención. Sigue conmigo. No les mires.

Como me tengo por una persona informada, me negué a escuchar una sola palabra de lo que se dijo en el Congreso de los Diputados. Lo digo totalmente en serio. Apagué la radio y dediqué el tiempo a oír gritarse a las gaviotas en la playa y leer sobre la expansión geométrica del coronavirus, la caída de la economía, el colapso previsto en las UCI, la estafa del reciclado de envases, la agonía de los cines y el drama tras las persianas cerradas de los bares. Tonterías de esas. También me enteré de que han descubierto otra galaxia nueva (¿quién las fabrica y por qué las ponen tan lejos?) en la que la moción de censura de Vox provocó cero efectos. Como en la historia de España.

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Quien se deja provocar por esa gente, quien embiste los capotes toreros que enseñan a la opinión pública, quien discute los temas que ellos eligen, quien sale a defender a quien ellos atacan o ataca a quien ellos defienden; quien se sienta a su mesa en las timbas de la propaganda solo puede ser cuatro cosas: la primera, idiota; la segunda, ocioso; la tercera, un sufrido periodista (acarreadores del estiércol de las declaraciones); la cuarta, un oponente encantado de alimentar las mismas calderas con distinto carbón. No hay más.

Conozco estas tácticas al dedillo por haber convivido muchos años con el independentismo catalán. Quizás esto es lo único que merece comentario: hay que ver lo mucho que se parece esa moción de censura ficticia a la ficticia declaración unilateral de independencia que se sacaron de la chistera por aquí.

Cada patadita de la criatura que crece dentro de la barriga de mi mujer es un hallazgo retórico de mejor gusto que el meconio verbal que puedes esperar de Ignacio Garriga. Tengo la impresión de que el mío se comunica en morse. Esto es lo que pateó ayer: - --- -.. --- / ..-. ..- -. -.-. .. --- -. .- .-. .. .- / -- . .--- --- .-. / ... .. / . -. / ...- . --.. / -.. . / .--. . -. ... .- .-. / . -. / . ... .- ... / -.-. --- ... .- ... / .--. . -. ... .- .-. .- .. ... / ..- -. / .--. --- -.-. --- / -- .- ... / . -. / -- .. .-.-.- .-.-.

Mis compañeros, los verdaderos periodistas, pasaron este miércoles un día de perros. Estaban obligados por el capricho de Vox y la dictadura de la actualidad a tragarse una sesión en el Congreso de los Diputados destinada, desde el mismo momento de su concepción, a adornar los tarros de formol del museo de abominaciones que hay en los sótanos de la Facultad de Ciencias Políticas.